Sanitarias de Cruces que no pudieron bajar a la calle salieron a las ventanas para rendir tributo a la enfermera fallecida. Jordi alemany

«Que la gente se quede en casa es el mejor homenaje que le podemos hacer a Encarni»

Los sanitarios recuerdan a su compañera fallecida, reafirman su compromiso con la sociedad y piden más medios «porque esto es una guerra»

Josu García, J. Gómez Peña y sergio llamas

Sábado, 21 de marzo 2020, 00:59

«Sentimos una inmensa tristeza». El personal del Hospital de Galdakao expresó ayer su dolor por la muerte de su compañera Encarni con salvas de aplausos y crespones negros. La enfermera bilbaína, de 52 años, se convirtió el miércoles en la primera sanitaria en dar ... su vida en España en la complicada lucha que se libra contra el Covid-19. Encarni había estado desde el principio en la trinchera, en primera línea. De hecho, atendió al primer paciente que perdió la vida en Euskadi por el coronavirus.

Publicidad

Ayer, a las doce en punto, muchos de sus compañeros, los que pudieron hacer un receso en su tarea, bajaron al vestíbulo, salieron al exterior o se asomaron a la ventana, guardando siempre una distancia de seguridad, para aplaudir con sus manos enguantadas y sus batas de trabajo. Se unieron muchos pacientes, sus familiares y cientos de sanitarios de los centros de salud del País Vasco. Incluso con la advertencia de la Ertzaintza frente a Txagorritxu para que los concentrados en la entrada principal no formasen un grupo compacto y se saltasen así el estado de alarma.

Arriba: Compañeras de Encarni en Cruces recuerdan su paso por el hospital. A la derecha: Minuto de silencio en el hospital de Basurto. Abajo: A la entrada del hospital de Urduliz. A la derecha: Mari Cruz González muestra un crespón negro en Galdakao. Jordi alemany / Pankra Nieto / Luis Ángel Gómez / Pedro Urresti

La muerte de Encarni ha sido «un mazazo», pero sus compañeros son conscientes de que no pueden quedarse paralizados. «Hay que seguir con esta pelea», comentaba una de las pocas trabajadoras que ayer accedió a hablar con los periodistas. «El mejor homenaje que se le puede hacer es que la gente se quede en sus casas», decía, casi sin palabras. A pocos metros, la delegada de Prevención y miembro del sindicato UGT, Mari Cruz González, pedía «más medios» y reafirmaba «el compromiso» del colectivo sanitario con la sociedad: «Lo estamos dando todo». González advertía de que hacen falta más equipos de protección, porque «vamos a caer de uno en uno;ya hay medio millar de compañeros afectados y esto, si sigue así, no se puede sostener».

«No me da la vida»

Los aplausos y los crespones negros por Encarni también se escucharon y vieron en Basurto. El centro médico parecía ayer un hospital de campaña. Mascarillas, agobios y algún pañuelo que secaba lágrimas. A las doce, cuando sonaron las campanas, el personal del centro estaba convocado para rendir homenaje a Encarni. «Cada uno que lo haga como pueda», pidieron los sindicatos. La mayoría no pudo abandonar a los pacientes o sus trabajos de limpieza. Frente al pabellón Gurtubay se alinearon, manteniendo la distancia de seguridad, una treintena de sanitarios. Aplaudieron. Se emocionaron. Aplausos con guantes. El recuerdo a Encarni duró unos minutos. Había que volver ya al trabajo, a salvar vidas puestas en peligro por el coronavirus.

Circulaban los taxis y los camiones de reparto por el laberinto de pabellones. Una enfermera recibió la llamada de un familiar. Le pedía mascarillas. Faltan. «Lávate bien las manos», le recomendó. Había tensión en los rostros del personal. Los turnos se hacen duros.

Publicidad

Algunos familiares de enfermos se sumaron al homenaje a Encarni. Aplausos unidos. Eso sí, se separaban unos de otros. La epidemia que hace sólo unos días parecía tan lejana hoy asusta. «Tengo que desinfectarlo todo. Y, supuestamente, nos van a dar unas bolsas especiales», contaba un operario. «También hay que limpiar el contenedor». Hay incertidumbre ante un enemigo al que no ves. «A unos les están dando cursillos de cómo hacer las cosas y a otros, no», lamentaba, mientras seguían almacenando bolsas con material ya usado.

A dos metros, una doctora hablaba con dos alumnas de Medicina. «No me da la vida. Hay que reducir las clases». Lo primero es el combate contra la epidemia. La práctica antes que la teoría. Un aplauso más para Encarni y adentro con la mascarilla puesta. Antes de regresar a los pasillos, una enfermera le dijo a otra: «Tienes caruchi. Estás preocupada, como todos». Un gesto de cariño a distancia, y a seguir en la trinchera.

Publicidad

«Hay mucho miedo», aseguran delegados sindicales sanitarios

En Cruces también se vivieron momentos especialmente emotivos, dado que Encarni había pasado gran parte de su vida profesional en este centro médico. Pasó por las unidades de Oncología y Traumatología. El pasado jueves, una de sus antiguas compañeras la recordaba como una profesional «muy precavida, muy buena colega, como una madre». La misma enfermera, muy afectada, añadía que era «también muy generosa; si le contabas que te gustaba un postre, al día siguiente te lo hacía. Y siempre estaba regalándonos detalles».

A las doce en punto, medio centenar de trabajadores del equipamiento baracaldés se desplegó en la plaza ubicada junto al hospital, manteniendo un metro y medio de separación entre ellos. Los presentes lucieron carteles con crespones negros. En algunas ventanas del centro, el personal también colocó bolsas negras en señal de luto. Los sindicatos ofrecieron su valoración al término del homenaje. Tras la muerte de Encarni, «me ha llegado mucho miedo», dijo la delegada de Prevención y miembro de ELA, Dori Álvarez, que pidió firmeza y medios a Osakidetza, «porque esto es una guerra».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad