Mari Ángeles atiende su puesto, en el que las ventas se dispararon el fin de semana. Pankra Nieto

«Aquí también tenemos género, no solo en los supermercados»

El estado de alarma vacía de clientes el Mercado de La Ribera, donde algunos comercios temen estar abocados al cierre

Alba Cárcamo

Bilbao

Martes, 17 de marzo 2020, 14:33

«Aquí también tenemos género, no solo en los supermercados». Es la reivindicación que hacen los comerciantes del bilbaíno Mercado de La Ribera, donde el confinamiento de la población a causa de la rápida propagación del coronavirus está empezando a hacer mella. El bullicio ... habitual ha dejado paso esta semana a una tranquilidad que contrasta con la hiperactividad que se ve en las grandes superficies. No hay dispensadores de gel ni guantes para los clientes; tampoco controlan el aforo porque no hay colas. No hay gente.

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«No estamos teniendo aglomeraciones», confirmaba este martes por la mañana el presidente de la asociación que reúne a la mayoría de los propietarios de los puestos, Asier Beato. La restricción de la movilidad impide llegar a la histórica plaza de la capital vizcaína a los clientes habituales. «A nosotros nos venía gente de Leioa, de Lezama...», detallaban Jesús y Rosi, fruteros, «agobiados» porque en Mercabilbao «compras con presión» –solo disponen de una hora ya que el aforo en el centro de distribución está limitado a un centenar de vehículos– y luego aquí «estamos mirando porque no hay gente». «Acaba de venir una pescatera a comprar, que no ha abierto el puesto, y muchos iremos detrás», auguraban.

En la pescadería Jerusalén, en la misma línea, aseguraban que, «si no tuviéramos que pagar autónomos y el alquiler del puesto al Ayuntamiento, cerrábamos ahora mismo». Se confesaban «asustados» porque «hay gente asintomática, y a lo mejor estamos llevando el virus a casa». En la planta de arriba han empezado a poner marcas en el suelo, frente a los mostradores, para que los clientes mantengan cierta distancia entre ellos. En casi todos los puestos trabajaban con guantes, algo que ha hacían antes de desatarse la crisis sanitaria. Mascarillas, sin embargo, había en pocos. «Son de usar y tirar, y con la humedad los virus se pueden reproducir», advertían en un corrillo

Algunos clientes sí las llevaban puestas, y también se protegían las manos, como Luis Fernando Gallego. «No tengo pánico por mí, pero mi madre está enferma y a mi abuelo, de 84 años, le acaban de operar», justificaba. Él, que se ha convertido en «el encargado de las compras», también tiene que pelear para que su aitite «no salga» de casa. Con el mismo objetivo, que su ama de 87 años no baje a la calle, había llegado desde Gernika Jesús Jaio. «Voy a hacerle una compra de cuatro a cinco días. Pescado, verdura, pollo... En los puestos en los que me ha dicho, y a finales de semana volveré, porque la gente de riesgo no tiene que salir», recordaba.

Fin de semana de «locura»

Aunque no todos los mayores se toman tan en serio las advertencias. «Ves a algunos que vienen a pasear, que no van a comprar nada, y no se dan cuenta de cómo les puede afectar», lamentaban Jesús y Rosi. Precisamente para evitar que las personas de edad avanzada o con factores de riesgo vaya al mercado, la asociación ha puesto desde hoy un servicio de pedidos a domicilio (llamando al 944 072 031 o a través del email mercadolaribera@gmail.com). «Solo pagarán la compra; se la llevamos a casa gratis», indicaba Beato.

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A muchos no les hará falta, porque la semana pasada, especialmente viernes y sábado, fue «una locura», coincidían en varios puestos. «Dupliqué lo que vendo actualmente; la gente compraba más de lo normal», afirmaba Mari Ángeles en su carnicería. Fue un día «terrible», con «más colas que en Navidad». Y es que, detallaban Jesús y Rosi, «algunos clientes hacían cosas raras; tenía dos kilos de limones y una señora me dijo que se los llevaba todos». Para mediodía, de hecho, tuvieron que bajar la persiana al quedarse con las cajas vacías. Hoy producto no falta. «Tenemos de todo», insistían en los puestos. Pero la caída de clientes dificulta dar salida al género. De hecho, la asociación ha pedido al Ayuntamiento, propietario de las instalaciones, que permita cerrar a las tardes, algo que ha aceptado y que hará extensivo a todas las plazas municipales salvo a la de Trauko. «No queremos cargar con más esfuerzo a los comerciantes. Además, no hay afluencia de compradores y, cuanto menos tiempo fuera de casa pasemos todos, mejor».

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