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La Navidad brinda el cóctel ideal para la tristeza y la nostalgia. Los problemas de salud mental se multiplican y muchas personas llegan a aborrecerla, están deseando que termine y pase cuanto antes, no por casualidad, sino porque no son unas fiestas como las demás. Son la 'tormenta perfecta' para el conflicto, las emociones a flor de piel y el estallido de la depresión y la ansiedad contenidas durante meses. El desafío, desde el punto de vista emocional, resulta crítico especialmente para los adolescentes y las personas mayores, pero es posible superarlo, según ha explicado en el programa Encuentros con la Salud de EL CORREO la neuropsicóloga de la Universidad de Deusto Natalia Ojeda, presidenta de la Sociedad Internacional de Neuropsicología. El reparto del trabajo extra que surge estos días, aprender a relativizar las discrepancias y dedicar tiempo a uno mismo ayudan a conseguirlo.
Nada en las fiestas de fin de año parece ponérselo fácil a las personas con tendencia a la melancolía y el desconsuelo, que cada vez son más en nuestra sociedad. Seguramente esa es la razón por las que las consultas de psicología y psiquiatría experimentan siempre una mayor demanda de atención clínica durante los meses de noviembre a enero. Las navidades vuelven más vulnerables a las personas con tendencia a la depresión y la tristeza.
Están, además, tan cargadas de compromisos de todo tipo con familia, amigos y compañeros de trabajo que actúan como un potente generador de estrés. La soledad, no sólo física, sino interior -porque uno puede estar rodeado de muchísimas personas, pero sentirse absolutamente solo- resulta también una magnífica aliada para la tristeza y la ansiedad. No es casual que, ante un panorama así, el consumo de tóxicos, alcohol y otras drogas, se dispare en estas fechas. «Hay una coctelera de variables que pueden tener y tienen un impacto negativo en la salud mental de las personas», afirma Natalia Ojeda. Una encuesta realizada en Reino Unido, detalla, reveló que hasta el 84% de las personas entrevistadas considera las navidades un tiempo estresante y otro 80%, cuatro de cada cinco, opina que tiene un impacto negativo en su salud.
¿Qué tienen la Navidad para que ocurra algo así, por qué se da este fenómeno en las fiestas de fin de año y no ocurre tanto con las patronales, el día de la madre o el cumpleaños de uno, que también vienen impuestas por el calendario? Sucede porque en este tiempo confluyen diversos factores que no se dan el resto del año. Conocerlos, ser consciente de que están ahí, es según detalla la neuropsicóloga importante para poder afrontarlos y lograr que no minen nuestro bienestar emocional o que, si lo hacen, los daños sean lo menor posibles.
Las ideas que en torno a las navidades nos hemos ido forjando durante siglos como sociedad y desde que nacemos como individuos hacen que afrontemos este tiempo con un idealismo y unas expectivas muy concretas. El marketing desplegado por la industria y las instituciones, públicas y privadas -«que arranca por cierto en fechas cada vez más tempranas»- hace el resto.
Natalia Ojeda
Presidenta Sociedad Internacional de Neuropsicología
El ambiente navideño envuelve de tal modo a las personas que parece obligarlas a conseguir de la noche a la mañana alcanzar uno de los desafíos más complicados para el ser humano, que es el de ser felices. Todo en todas partes nos recuerda que para bien -no para mal- es Navidad. Las calles iluminadas, los comercios especialmente decorados «para la temporada del año que más venden con diferencia», el arbolito con sus bolas de colores en el trabajo, los adornos de la casa de cada uno...
La realidad, sin embargo, se impone. El día a día en la empresa resulta más frenético que nunca porque antes de fin de año hay que cerrar un montón de balances, conseguir determinado objetivo y dejar hechas las tareas de los días de vacaciones. El bullicio en la calle es muchísimo mayor del habitual entre la gente que tiene que hacer compras, las luces de colores, las fiestas de despedida. Las tareas en casa se amontonan: los hijos están de vacaciones, hay que hacer más recados de lo habitual, preparar muchas comidas especiales en poco tiempo... A la fatiga y sobrecarga mental que genera algo así se suma el estrés económico del aumento de gastos. Los regalos, las comidas.
Tampoco ayuda que vivamos en una sociedad cada vez más individualizada, donde forjar relaciones humanas resulta cada día más complejo; y con un problema de primera magnitud de soledad no buscada que la soledad no buscada, especialmente entre los más jóvenes y las personas mayores. La misma encuesta de Reino Unido señala que un 75% de los encuestados se siente presionado a fingir que disfruta de la Navidad, a mostrarse como si todo fuera perfecto y bonito.
La guinda del pastel de Navidad la pone la familia, entre cuyos miembros siempre hay o puede haber alguna desavenencia o conflictos sin resolver, grandes o pequeños, que el consumo de alcohol ayuda a aflorar. «Todo ese conjunto de factores contribuye a que perdamos el foco en lo que realmente importa, que es vivir la Navidad desde la serenidad, acompañado con las personas que quieres. No es más», resume Natalia Ojeda.
Cuestiones obvias, que con frecuencia, suelen resultar las más difíciles de ver o recordar, ayudan a vivir unas navidades más saludables. «Tenemos que ser agentes activos a la hora de construir el modo en que queremos vivir las navidades», destaca la especialista, miembro de la Real Academia de Medicina del País Vasco, que asesora el programa Encuentros con la Salud. Repartir las tareas extras que surgen en navidades, disfrutar del tiempo compartido por encima de comidas y regalos y dedicar un tiempo al autocuidado ayudan a disfrutar de las fiestas. «La generosidad es importante, con los demás y con uno mismo», afirma la neuropsicóloga. El verdadero espíritu navideño está en la calle y también se contagia.
Téngalo en cuenta
Tome la iniciativa Construya usted mismo la manera en que quiere disfrutar de las navidades y cómo quiere vivirlas. Sienta que toma sus propias decisiones. «Esto es importante para mí y esto voy a cuidar. Si no es una Navidad perfecta no pasa nada»
Lista de prioridades Decida qué es lo que quiere para usted y para los suyos y haga lo posible por ofrecerlo. Elabore una lista de prioridades no materiales. Lo importante no son los regalos ni la mesa, sino las personas que se sientan en ella.
Reparta también el trabajo Que usted reciba en casa no significa que tenga que ponerlo ni prepararlo todo. Cada uno puede traer un plato o si se está en un txoko, repartir el trabajo. Son fiestas para todos.
Cuídese Busque tiempo para el autocuidado. Busque momentos de descanso, silencio, serenidad. Aunque sean breves, pero que sean. Parar del ruido de la navidad para centrarse en lo importante, en usted, le permitirá disfrutar.
Ejercicio en familia Es posible disfrutar de la fiesta sin excesos en la mesa y es muy necesario que no se olvide la práctica de ejercicio. Navidad es tiempo de calidad con la familia. Salir a pasear con ellos después de comer puede ser un planazo
Sea generoso Con usted y con los demás. Si alguien dice algo inadecuado, no se lo tenga en cuenta. Estos días los nervios están a flor de piel. Todos estamos más sensibles. Sea comprensivo con el estado de ánimo de sus familiares y amigos. Los vacíos en Navidad resultan mucho más grandes; quizás quien se sienta junto a usted ha perdido este año a alguien que amaba.
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