Euskadi atrae cada año a medio millar de enfermeras de otras comunidades

Curiosamente, mientras cientos de profesionales de la enfermería llegan cada año a Euskadi, otras muchas se van. El pasado año se dieron de baja para trasladarse a otra provincia 405, según los datos publicados por el Consejo General de Colegios Oficiales de Enfermería de España. El diferencial este pasado año fue positivo, pero eso no quita para que la cifra no sea llamativa.

Una parte de las que vienen a Euskadi vuelve a sus comunidades de origen tras unos años en los que han aprovechado para trabajar mucho y sumar puntos de experiencia. Esta práctica prolongada en Osakidetza les permite acceder a posiciones más altas en las bolsas de empleo de los sistemas públicos de salud de sus respectivas regiones. También les facilita obtener una plaza en una OPE, con la estabilidad que eso supone, que es precisamente de lo que carecen en el Servicio Vasco de Salud estas jóvenes, según coinciden tanto fuentes del Colegio Oficial de Enfermería de Bizkaia como del sindicato SATSE.

El granadino Ignacio Valverde es uno de esos enfermeros que, tras ejercer en Euskadi se ha vuelto a su tierra natal. Especializado en Enfermería Pediátrica, trabajó en Osakidetza entre 2019 y este 2024. Lo hizo en tres organizaciones sanitarias diferentes. La mayor parte del tiempo, en diferentes centros de salud de la red de Atención Primaria, aunque también en unidades hospitalarias de Urgencias de Pediatría y Neonatal. Ahora lo hace en la UCI pediátrica del hospital Virgen de las Nieves de Granada, donde ha obtenido una plaza estatutaria en propiedad. Valverde explica los motivos que le llevaron a él y a otros muchos jóvenes enfermeros a venir al País Vasco para marcharse después.

«Euskadi es una comunidad que atrae por varios motivos. En primer lugar, por la mentalidad abierta de sus gentes. A nivel profesional están muy acostumbrados a trabajar con las personas que venimos de fuera. A esto se suma la amplia oferta de ocio y servicios que tiene Bilbao, su cercanía al mar y la montaña o su localización estratégica. El aeropuerto de Loiu ofrece numerosas conexiones a ciudades europeas y para una persona joven es una oportunidad de viajar de forma cómoda a numerosos destinos», explica Valverde, que fue hasta hace unas semanas representante de la Comisión de Enfermería Pediátrica del Colegio de Enfermería de Bizkaia, entidad con la que sigue manteniendo relación.

Eso en cuanto a los pros. ¿Hay contras? «En Euskadi tienes la seguridad de que vas a trabajar en Osakidetza. Y eso te da estabilidad, porque sabes que vas a tener un sueldo, que es más alto que en otras comunidades, aunque también lo es el coste de la vida. Lo malo es que cambias mucho de lugar de trabajo. Estás de un sitio para otro. Eso hace que la calidad de los contratos no sea buena», indica.

Valverde explica que el perfil mayoritario de las profesionales que llegan a Euskadi es el de «gente joven y sin experiencia que al de unos años se vuelve a su casa». «No es una comunidad en la que las enfermeras de fuera se queden mucho generalmente», señala. En el caso de los llegados de Andalucía, como es su caso, «la media es estar allí entre dos y tres años». Él permaneció cinco. Incluso aprendió euskera. Se sacó el PL2. «La gente que venga de fuera debe saber que si se quiere estabilizar en Osakidetza a largo plazo necesita tener euskera», advierte.

A nivel nacional este movimiento de enfermeras es bastante común. En 2023 fueron 6.646 profesionales de esta categoría sanitaria las que se trasladaron de provincia. Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería (CGE), sostiene que «la razón principal para esta elevada movilidad no es otra que la precariedad laboral que vive el sector y dentro de ella la temporalidad y las malas condiciones». Se refiere a la inestabilidad, el no reconocimiento de la especialidad o de la categoría profesional, el encadenamiento de contratos de semanas o meses o la falta de profesionales en algunos servicios.

Estas circunstancias hacen que haya una alta movilidad y que las profesionales tiendan a elegir aquellas comunidades con salarios más altos. Navarra y Euskadi son las dos autonomías con mayor ratio de estas sanitarias. «No es casualidad que las regiones que más enfermeras tienen sean también la que mejores condiciones ofrecen a sus profesionales. Pero no sólo afecta el salario. La sobrecarga, el estrés de no tener suficiente personal también pasa factura, si ves que no puedes atender a tus pacientes como se merecen, eso también es relevante», sostiene Diego Ayuso, secretario general del CGE.

Volviendo a Euskadi, SATSE sostiene que ese cerca de medio millar de enfermeras que se desplazaron al País Vasco lo hicieron siguiendo un «efecto llamada». «Es verdad que Euskadi está mejor que otras comunidades, sobre todo a nivel salarial, pero cuando conocen el coste de la vida que hay aquí y experimentan las condiciones laborales se acaban marchando», indican desde el sindicato.

Pero no solo a otras comunidades se marchan las enfermeras a trabajar. También lo hacen al extranjero. En 2023 fueron 1.473 las que solicitaron la documentación necesaria para ejercer en otro país. De ellas 64 fueron vascas. Los destinos favoritos: Noruega, Estados Unidos, el Reino Unido e Irlanda.