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La Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo Mundial y ONUSIDA se han propuesto acabar con la pandemia provocada por el virus del sida ( ... VIH) para el año 2030 y ese objetivo está desde hoy mucho más cerca. Un equipo internacional de investigadores codirigido por el reconocido científico Jamie Mann, de la Universidad de Bristol, ha anunciado haber desarrollado una solución «eficaz y asequible» para la cura de la infección. El grupo, en el que participan científicos británicos, estadounidenses, canadienses y de Uganda, asegura haber diseñado y patentado un tratamiento «cien veces más potente» que la actual terapia antirretroviral y -lo que sin duda es mejor- con capacidad de «impactar y matar de manera eficaz» el microbio, «incluso en los reservorios del cuerpo humano donde permanece latente». Los investigadores sostienen que su fórmula, probada con éxito en laboratorio, está llamada a librar de la infección a los pacientes que viven con VIH crónico.
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La cura del sida, ansiada desde el estallido de la epidemia mundial en los años ochenta del siglo pasado, viene planteándose como una posibilidad factible especialmente en la última década. El conocimiento adquirido al haberse logrado eliminar el virus de la sangre de cuatro pacientes con distintos procedimientos y los avances en terapia que, gracias a ellos, se abrieron con posterioridad han permitido albergar esperanzas fundadas en la superación de la infección. El trabajo de este grupo internacional, publicado en la revista especializada 'Emerging Microbes and Infections' da aún más alas a esta posibilidad, cada vez más real.
La principal dificultad con que se han topado todos y cada uno de los ensayos con vacunas y terapias antisida probados hasta la fecha ha sido la endiablada capacidad del virus para esconderse en lo que los expertos llaman reservorios humanos. Los científicos se refieren con ese nombre a las células donde el virus es capaz de permanecer durmiente, ajeno por completo al combate permanente de la medicación antirretroviral. Por eso, mientras se toma el tratamiento, el virus no avanza y el cuerpo poco a poco se recupera de parte del daño causado por su presencia, pero cuando se deja de hacerlo, la infección se reactiva. La gran novedad del preparado anunciado hoy es, precisamente, su potencial para combatir el virus en sus escondites tradicionales.
La enorme esperanza que se anuncia se fundamenta en los resultados obtenidos por el grupo internacional utilizando muestras de sangre de personas que viven con VIH crónico. El preparado utilizado en sus investigaciones se ha bautizado con el nombre de HLP. Según cuentan, este HLP está compuesto de partículas muertas de VIH que albergan un conjunto completo de proteínas del virus. Ese 'arsenal proteíco' es el que permite aumentar de manera mucho más consistente la respuesta inmunitaria sin, lógicamente, infectar a una persona.
En realidad, según cuentan, la medicación funciona de una manera «similar a la vacuna de la gripe estacional». Pero comparado con otros posibles enfoques de la cura desarrollados hasta la fecha, la HLP tiene la ventaja, más allá de su enorme potencial, de ser un bioterapéutico asequible y que puede administrarse mediante una inyección intramuscular.
La forma en que los investigadores se refieren a su proyecto también llama la atención. «El desarrollo de esta cura para el VIH -afirman- ha requerido diez años de investigación, pero el fuerte apoyo de nuestros socios de Estados Unidos, Canadá y Uganda nos ha permitido observar una sorprendente capacidad del HLP para expulsar los últimos restos de VIH. Confiamos en que vamos a proporcionar una cura asequible para todos», ha dicho el científico canadiense Eric Arts, codirector del proyecto junto a Mann. «Vivir sin VIH es un objetivo para los 39 millones de infectados que existen en el mundo; y también es una prioridad de la ONU y la OMS poner fin a la pandemia para 2030», han insistido.
El VIH es en realidad un retrovirus, es decir, un virus cuyo genoma está compuesto de ARN. Por un proceso denominado transcripción inversa, este tipo de microbios son capaces de convertir ese ARN en ADN que se incorpora a la célula infectada. Es un mecanismo perverso, que también tienen otros virus, como el de la leucemia y el sarcoma. Si no se trata, la infección por VIH se convierte en sida, nombre con que se denomina a la fase en que las defensas del cuerpo humano caen de tal modo que lo que era un contagio pasa a ser ya una enfermedad. El 95% de los pacientes del mundo viven con una infección crónica.
El consorcio internacional utilizó muestras de sangre de 32 personas que vivían con VIH crónico y que habían sido tratados con terapia antirretroviral durante una media de trece años. Encontraron que su formulación (HLP) era capaz de «atacar específicamente sólo las células inmunes que contenían reservorios latentes de VIH y purgarlas», lo que abre las puertas a la cura de la enfermedad, entendida como «un enfoque que elimine toda presencia del virus sin la necesidad de una terapia antirretroviral continua».
¿Por qué hablan los investigadores en unos términos tan alambicados? En primer lugar, porque a la terapia le falta aún ser probada en personas; y por otro porque, por consenso científico internacional, han de transcurrir varios años libre de VIH, sin rastros de virus en la sangre, para dar por curado a un infectado. El del sida ha demostrado ser un 'bicho' lo suficientemente rebelde como para desconfiar o, al menos, ser muy precavido con él.
La comunidad científica y los pacientes del mundo entero han mostrado tradicionalmente su preocupación por el riesgo de que la demora en hallar una cura convirtiera ese objetivo en inalcanzable. ¿Por qué? Porque los virus, por mera supervivencia, mutan y cuanto más mutan más complicado resulta derrotarlos. Éste, curiosamente, tampoco parece ser un problema para los autores de la investigación, que están convencidos de la utilidad de su preparado frente a las diferentes cepas virales del planeta. «Estamos entusiasmados de ver evidencia preliminar de que nuestra terapia de curación revierte la latencia, independientemente del subtipo de infección del individuo. Si bien esto debe explorarse más a fondo-matizó el microbiólogo Minh Ha Ngo, autor también del estudio- nuestro enfoque apunta a la aplicabilidad global. Esta vez, por lo visto, la esperanza es enorme. Faltan los ensayos con humanos, es decir que se convierta en realidad.
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