La esperanza de vida toca techo: vivir más de 100 años será excepcional

La vida de los humanos ha tocado techo. A principios del siglo XX, un hombre podía aspirar a llegar a los 33,8 años de media, y una mujer, algo más, hasta los 35,7. El salto en la esperanza de vida en solo un siglo fue tan vertiginoso que para el año 2000 esas cifras llegaron a duplicarse en el mundo occidental.

Los varones casi tocaron los 76 años de media y las mujeres superaron los 83. Todo un logro. Entusiasmada con lo conseguido, la ciencia abrió el debate del envejecimiento saludable al tiempo que prometía un mundo donde ser centenario sería no la excepción, sino la regla. No todos los científicos, sin embargo, compartían semejante fervor. El tiempo, por lo visto, les está dando la razón.

Un estudio dirigido por la Universidad de Illinois (con expertos también de las universidades de Harvard, UCLA y Hawai) constata que la tasa de crecimiento de la esperanza de vida en años se ha «desacelerado considerablemente» en las tres últimas décadas. Desde 1990, sólo ha crecido en seis años y medio, muy por debajo de las expectativas que se suscitaron. «Los seres humanos», constatan, «se están acercando al límite biológico de la vida».

El jarro de agua fría no es nuevo, ni ha llegado de la noche a la mañana. El profesor Jay Olshansky, experto en salud pública y principal autor del trabajo, tenía razón, cuando en 1990 publicó un artículo en 'Science' en el que sostenía que los seres humanos se estaban acercando al límite de su esperanza de vida, y que los avances más significativos ya se habían logrado.

Olshansky fijó entonces ese límite en 85 años. Aquella teoría está avalada desde esta semana por la ciencia. Ese tiempo, 85 años, es prácticamente lo que se ha alcanzado ya en Euskadi, uno de los territorios más longevos del mundo junto con Japón. Los ciudadanos vascos viven de media 83 años y medio; algo más las mujeres (86,12) y un poco menos (80,72), los hombres.

«La mayoría de las personas que disfrutan de edades más avanzadas está viviendo un tiempo creado por la medicina», afirma el epidemiólogo. A su juicio, es inútil pensar en clave de vivir más años. «Debemos centrar nuestro esfuerzo en desacelerar el envejecimiento y prolongar la expectativa de vida saludable».

El mejor conocimiento de la biología celular y el sistema inmune han permitido avances científicos inimaginables a finales del siglo pasado. Especialmente frente al cáncer y las enfermedades cardiovasculares. La magnitud del logro alcanzado se ha visto contenida, sin embargo, por el estallido de un nuevo y descomunal desafío sanitario, las demencias. «Los avances se producen a una velocidad vertiginosa, mientras las mejoras resultan cada vez más pequeñas», ha valorado el experto en Salud Pública.

¿Qué pasará en el futuro? Los autores del informe consideran que habrá centenarios, que seguirán siendo «casos atípicos». La medicina y la ciencia aportarán muy posiblemente beneficios, pero cada vez serán más limitados. «Estamos ante un techo de cristal, no de ladrillos», valora Olshansky. Hay margen de mejora –detalló– en la reducción de los factores de riesgo, la eliminación de las disparidades sociales y la adopción por parte de las personas de estilos de vida saludables». Otra cosa es que el ritmo de la sociedad actual haga posible el cambio.