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La ventilación siempre ha sido importante en esta pandemia, sobre todo desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconociera que hay evidencias científicas de que el Covid-19 se transmite también por vía aérea. Una de las preocupaciones ha sido reducir la exposición ... a los aerosoles. Los epidemiólogos creen ahora que renovar el aire de los espacios interiores va a ser más determinante si cabe porque la variante Delta es más contagiosa que sus predecesoras. En este contexto, expertos como Rafael Bengoa, exconsejero de Salud del Gobierno vasco, reclaman la instalación de medidores de dióxido de carbono (C02) en lugares públicos como los colegios para minimizar riesgos.
El CO2 mide lo viciado que está el aire contenido en una habitación, un coche o un comercio. Se trata de un gas que se expulsa por la respiración humana. A mayor concentración, más posibilidades de que una persona inhale el aliento que otra ha exhalado. Y esto, lógicamente, deriva en un aumento del riesgo de contagio. Si la ventilación no es la correcta, hay peligro de que se pueda contraer el virus, siempre y cuando se esté compartiendo el espacio con un paciente infectado. Si algo nos ha enseñado el covid es que la distancia de seguridad no es válida cuando hablamos de aerosoles en sitios bajo techo.
¿Cómo es la ventilación de los lugares públicos de Bilbao? ¿Pasan el test? EL CORREO recorre la ciudad con dos medidores de C02 homologados. El procedimiento de toma de muestras es similar a la pauta que, por ejemplo, el Gobierno de Navarra ha impuesto a su hostelería. «Los valores que se pueden obtener se aproximan mucho a la realidad», afirma David Díaz, director de Evosani, firma especializada en la instalación y venta de este tipo de instrumentos.
Los dispositivos están calibrados y usan una tecnología de infrarrojos. Emiten un haz que cuantifica las partículas de CO2 (ppm). A partir de 800 se considera que hay que mejorar la ventilación, ya que entre el 1 y el 2% del aire que entra en tus pulmones ha sido respirado por otra persona. Lo pide la OMS, pero también el Gobierno navarro y la Universidad de Harvard. Incluso especialistas como el catedrático de Químicas José Luis Jiménez (Universidad de Colorado) aconseja no rebasar los 700.
Rafael Bengoa
Experto en salud
Para llevar a cabo los controles, este diario no ha advertido antes de su realización a los diferentes espacios abiertos al público. El primer paso es medir el CO2 en la calle, ya que si hay contaminación en la ciudad, los resultados pueden ser engañosos. Las mediciones se realizaron el jueves y arrojan que el dióxido de carbono ambiental ronda los 400 ppm (un valor normal, incluso bueno para una gran urbe).
El recorrido arranca en el edificio San Agustín, en el servicio de atención ciudadana del Ayuntamiento de Bilbao. Dentro del inmueble, entramos a un espacio de unos 150 metros cuadrados. Hay 14 personas. Se requiere cita previa. Dejamos los medidores en el mostrador y nos alejamos. «Es importante mantener algo de distancia para no alterar el resultado», dice Díaz. Ambos aparatos arrojan un resultado inferior a 500 ppm. Muy bien.
Montamos en la Línea 28 de Bilbobus para acercarnos al hospital de Basurto. La unidad, en la que viajan 12 personas, lleva las cinco ventanillas abiertas y el aire acondicionado a tope. Hace fresco. 494 ppm. Buena calidad. En el centro médico visitamos la sala de espera de Urgencias. La puerta está abierta de par en par. Hay bastante gente en un espacio no muy grande. 520 ppm. Calidad media, pero bastante aceptable.
El primer insuficiente llega en un bar situado en el mismo distrito de Basurto. Establecimiento sin ventilación mecánica y sin ventanas. La puerta es su único contacto con el exterior. Dentro apenas hay un par de clientes y el camarero. Aun así, el medidor empieza a pitar al pasar de 1.000 ppm. Llega a marcar 1.035. Mala calidad del aire. La operación se repite en otros tres bares a lo largo del día, que sí aprueban el control con valores de entre 487 y 725 ppm.
David Díaz
Instalador de medidores de CO2
El suspenso más llamativo será el del metro. Realizamos hasta 5 viajes en diferentes recorridos y trenes. Sólo en uno de ellos las partículas se mantienen por debajo de la recomendada barrera de las 800 ppm. En el resto, los valores rondan los 900-950. En un momento dado, entre Moyua y Abando, con la unidad bastante llena y una sensación de calor, los dos medidores escalan hasta rozar los 1.100 ppm. Fuera, en los andenes, el nivel de CO2 se aproxima a 550. El suburbano asegura que la «renovación total» del aire en sus coches se produce cada 4 minutos. Que no hay riesgo y que la mascarilla es obligatoria, una norma que «se cumple al 100%». También hay que recordar que el tiempo medio de viaje es corto (6 minutos).
Trasladamos las mediciones al comercio. Desfilamos por los pasillos de Zubiarte (413), El Corte Inglés (menos de 500), Primark (entre 520 y 680), una tienda de chuches (612), una librería (672), un pequeño comercio de ropa (455) y una oficina (507). La alarma salta en un local grande, sin ventanas y donde su encargado asegura que olvidó conectar el aire (1.155 ppm). El valor bajará en una segunda visita a los 815. En general, los espacios de acceso de público que visitó este diario gozan de una buena ventilación y superaron el test.
La calidad del aire en los veladores es óptima, incluso en algunos que tienen laterales cerrados
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