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María José García Etxaniz, presidenta del Colegio de Enfermería de Bizkaia, en el hospital de San Eloy donde trabaja. maika salguero
«El esfuerzo físico y psíquico de las enfermeras en esta epidemia ha sido altísimo»
Mª José García Etxaniz | Presidenta del Colegio de Enfermería de Bizkaia

«El esfuerzo físico y psíquico de las enfermeras en esta epidemia ha sido altísimo»

«Hemos velado por la salud de los pacientes de coronavirus y ayudado a llenar el vacío de su soledad durante su ingreso en los hospitales»

Domingo, 10 de mayo 2020, 00:54

María José García Etxaniz es presidenta del Colegio de Enfermería de Bizkaia. Representa a 8.500 compañeras que se han enfrentado en primera línea a la mayor crisis sanitaria del último siglo. La lucha contra el coronavirus les ha costado sudor, salud y lágrimas. A la pérdida de una compañera infectada en el hospital de Galdakao hay que sumar cientos de contagios entre estas profesionales y la presión psicológica que ha supuesto trabajar cada día en unas condiciones de enorme estrés.

-El coronavirus está suponiendo el mayor reto sanitario en el último siglo. ¿Hasta qué punto ha llevado al límite al personal de enfermería?

-Hemos estado más unidos que nunca, actuando como un verdadero equipo solidario, cohesionado, cambiando turnos, no poniendo vetos a nada y llegando hasta donde era necesario siempre con cariño para esos pacientes. Eso ha tenido un precio, el de nuestra propia salud y el de la vida de Encarni, la compañera que se infectó trabajando en Galdakao. Otras muchas enfermeras se han contagiado. Psicológicamente también ha sido duro. Al principio había un desconcierto total. Estábamos muy angustiadas y no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Nos daban informaciones un día y al siguiente ya eran distintas, los protocolos cambiaban continuamente... Eso generó mucho estrés.

-La escasez de material de protección no ayudó. ¿Cómo lo vivieron en la primera línea?

-Digamos que fueron momentos no muy buenos. Además de enfrentarnos a un virus desconocido, nos encontramos con que no contábamos con las protecciones adecuadas, especialmente en los primeros momentos. Luego vinieron los fallos en la calidad del material. A nivel nacional, un 20% de todos los contagiados somos personal sanitario y eso no es de recibo. Somos el país del mundo con mayor número de profesionales infectados, algo más de 44.000 sanitarios, según los datos oficiales. Aunque el Consejo General de Enfermería hizo un estudio y una encuesta a los enfermeros y apunta a 70.000 compañeras que han tenido síntomas compatibles con la Covid. Pero no se puede certificar porque no se les ha hecho el test.

-¿Se puede achacar ese alto número de contagios solo a la falta de EPIs?

-A la ausencia de material y también de test se unió el retraso en la toma de decisiones, las informaciones incorrectas, voces autorizadas que minimizaban la gravedad de la infección y la falta de preparación del Sistema Nacional de Salud en su conjunto para hacer frente a este reto sanitario. Y el resultado de todo esto es el que hemos tenido.

-El virus se ha cebado con las enfermeras. ¿Cómo recuerda el fallecimiento de Encarni?

-Fue una bofetada tremenda. Sabíamos que el coronavirus era especialmente dramático para las personas mayores y los grupos de riesgo, pero que muriese una compañera... Al igual que ocurre con un familiar, te toca en tu fuero más íntimo. La muerte de Encarni fue terrible para todos pero sirvió para redoblar las precauciones, procurar ser estrictos en el cumplimiento de esos protocolos y exigir el material necesario para protegernos. Nos sirvió para tomar conciencia de que nos enfrentábamos a algo muy serio.

-¿Sintieron temor en algún momento?

-Hemos tenido miedo al llegar a casa y pensar que puedes contagiar a tus seres queridos. Muchos compañeros se han ido de sus hogares o han sido sus familias las que se han marchado. Es duro y, pese todos los inconvenientes, el personal de enfermería ha seguido ahí y no ha claudicado.

-¿Qué coste psicológico está teniendo para las enfermeras esta batalla?

-El esfuerzo que se ha realizado a nivel físico y psíquico ha sido importantísimo y eso a la larga te pasa una factura. Cuidar a una persona durante semanas y ver cómo la infección es más fuerte y acaba con su vida es duro. Y por desgracia, esto es algo que ha ocurrido en demasiadas ocasiones con esta pandemia y sigue sucediendo. Como profesional, vivir esta situación es difícil, pero debemos aprender a reponernos. En las residencias tenemos compañeros que han cuidado durante años a algunos mayores y el coronavirus se los ha llevado de forma súbita... La sensación que te dejan esas situaciones es de desamparo. Hemos puesto en marcha un servicio de apoyo psicológico para ayudar a todos los colegiados que lo necesiten el tiempo que haga falta. Nos temenos que en cuanto pase la crisis va a recibir muchas peticiones.

-Han logrado salvar muchas más vidas de las que se han perdido.

-Durante esta enfermedad hemos aprendido otra cosa. Podemos contar con la comprensión y el calor de los familiares de todos esos pacientes. La sociedad nos llena de energía con esos aplausos cada tarde. Ellos son nuestra razón de ser. Cuando sale una persona de la UCI a la que llevabas 20 o 30 días cuidando lo sentimos como un triunfo, un reconocimiento a ese esfuerzo, a esas horas con los EPIs, a esos cambios de turno, a esas largas jornadas... Nos reconforta.

-Además de en el cuidado, su papel ha sido clave para humanizar la atención en una enfermedad especialmente cruel.

-Si algo caracteriza a este virus es la soledad. Debido al aislamiento al que debe someterse a los hospitalizados, nosotras hemos tenido que ser, en muchos casos, lo más parecido a un familia en residencias y hospitales... Hemos estado con estos enfermos de manera constante, velando por su salud y atendiendo las necesidades afectivas que en ese momento necesitaban. Hemos ayudado a llenar el vacío causado por la soledad en la que se encontraban.

«La muerte de Encarni fue terrible, sirvió para saber qué teníamos enfrente»

El peor momento de la crisis

Aprendizaje

-¿Temen que lo vivido se pueda repetir con un rebrote del virus?

-La epidemia está mejor y más controlada y ojalá no haya un rebrote, pero lamentablemente esto no ha acabado. La gente no debe ser optimista. Estamos solo en la fase 0 y ya parece que se ha terminado la pandemia. Las personas deben ser consecuentes y responsables. Los profesionales lo hemos vivido en primera línea y nos enfadamos bastante cuando vemos cosas desagradables en las calles y llamamos la atención, aunque nos cuesten reprimendas por parte de esas personas. La ciudadanía debe ser consciente de que todos estas semanas de confinamiento nos deben servir para aprender y no para caer en un retroceso. Es responsabilidad de todos.

-¿Qué podemos aprender de esta epidemia?

-Estamos aprendiendo mucho, pero el que ese conocimiento se traduzca en cambios reales del sistema va a depender de la clase política. De lo contrario, no vale absolutamente para nada. Tenemos la obligación de denunciar y exigir a los políticos las reformas que creemos necesarias en el sistema sanitario y sociosanitario. Si después de todo lo que hemos pasado no hay cambios deberá ser la sociedad la que tendrá que replantearse algunas cosas.

-¿Qué cambios deberían introducir los dirigentes políticos?

-Es fundamental que en los próximos meses los distintos estados hagan un repaso honesto de la gestión del coronavirus, lo comparen con otros países y adopten las acciones que se han mostrado como las mejores prácticas. Si no se hace eso, mal vamos a andar en el futuro. De este proceso debemos preguntarnos si no tendremos que contar con una industria local capaz de abastecernos de material en caso de una nueva pandemia o disponer de compañías biotecnológicas capaces de fabricar los test necesarios. Los sanitarios hemos estado sin armas ante esta infección. Otra conclusión evidente es que en caso de una enfermedad altamente infecciosa por vía aérea como es esta, el cierre de las fronteras exteriores al tráfico de personas se debería adoptar desde el principio.

-¿Debe contar Euskadi con empresas de materiales sanitarios aunque no sean rentables y haya que subvencionarlas?

-Es algo que nos parece fundamental. Hemos visto lo que ha pasado durante esta epidemia con China. Todo había que ir a comprarlo allí y se ha pagado por el material mucho más de lo que vale en realidad y con calidades que estaban sin testar, porque adolecíamos de esos equipos y había que solucionar esa carencia cuanto antes. Hemos visto que quien ha tenido más dinero ha conseguido el material antes.

-¿Les han hecho alguna consulta en el Departamento de Salud para pedir su opinión como colegio durante toda esta crisis?

-El lunes vamos a tener una reunión con la consejería. Hasta ahora no ha habido tampoco tiempo, salvo para reunirse con aquellos profesionales que son considerado expertos. No sabíamos lo que era esto y hemos ido trabajando según necesidades. Es la percepción que tengo. La enfermera comunitaria en la desescalada va a jugar un papel importante y entiendo que la reunión puede ir por ahí y que nos van a dar voto. Es necesario dotar a esos centros de más personal para que las compañeras puedan asumir la labor que les van a encomendar.

La mascarilla es ahora más que nunca esencial en un hospital. m. salguero

«La enfermería es lo mejor valorado por los pacientes»

-Este martes se celebra el Día Internacional de la Enfermería. ¿Tiene un reconocimiento menor su labor a la que realizan otras profesiones sanitarias?

-Indudablemente. La enfermería tiene más reconocimiento por parte de los pacientes y sus familiares que por los poderes públicos. En la valoración que hacen los usuarios del servicio de salud el enfermero es el profesional sanitario mejor considerado. Pero el cuidador tiende a ser infravalorado socialmente en comparación con el que cura. Solo nos damos cuenta cuando somos pacientes y comprendemos la relevancia de esos cuidados, que son de calidad, están basados en conocimientos científicos y son cercanos. Es en esos momentos cuando nos lo reconocen.

«El confinamiento nos debe servir para aprender y no caer en retrocesos»

«Esto no ha acabado»

-¿Hacen falta más enfermeras?

-Si nos remitimos a los números con los datos de 2019, solo Navarra tiene un ratio superior de enfermeras por cada 100.000 habitantes. 862. Supera ligeramente la media europea que está fijada en 852. En el País Vasco estamos bastante avanzados respecto a otras comunidades con 754. El resto están por debajo.

-¿Qué debe defender la sociedad?

-Una sanidad pública, eficaz, sostenible y eficiente en proceso de constante mejora y adaptación. También hemos visto que la sanidad privada tiene su espacio y ha contribuido desde el principio para hacer frente con sus recursos humanos, tecnológicos y materiales a la pandemia. El sistema sanitario debe estar en constante evolución, porque la demanda sanitaria está cambiando. Hoy es la Covid-19. Mañana no lo sabemos.

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