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La pandemia ha provocado un shock económico global sin precedentes, más similar a una guerra que a otras crisis anteriores. El confinamiento inicial y las restricciones a la actividad que se han tenido que imponer con las sucesivas oleadas han causado un daño inmenso en ... el tejido empresarial y acelerado de forma vertiginosa la digitalización y la transición energética con consecuencias aún por definir.
Al hacer balance de este primer año desde el estado de alarma se puede concluir que la peor parte se la han llevado la hostelería y las actividades relacionadas con el turismo y el ocio. Pero dentro de la industria también hay ramas muy afectadas como la aeronáutica o el refino.
Los trabajadores de estas actividades han sufrido el mayor castigo, aunque los ERTE han servido para amortiguar el golpe en el empleo. Esas ayudas son solo una parte de todas las que se han habilitado y que han disparado la deuda pública, una factura que habrá que afrontar. Pero Europa, que ha respondido de forma muy diferente en esta crisis, ha aparcado la austeridad por ahora y puesto sobre la mesa fondos millonarios para la recuperación.
El aprovechamiento de estos recursos para adaptar el tejido productivo a los cambios tecnológicos y en materia de sostenibilidad condicionarán el futuro de Euskadi.
Con la perspectiva que da un año de crisis por el Covid, cuesta creer lo inconscientes que vivíamos en enero y febrero del año pasado, a pesar de la información que llegaba de China. Pero a mediados de marzo, cuando se decretó el estado de alarma y gran parte de la actividad se paró con el confinamiento, ya no había ninguna duda de que nos enfrentábamos a un shock sin precedentes. Los datos de la economía vasca así lo reflejan. El Producto Interior Bruto (PIB) vasco se desplomó un 9,5% el año pasado, lo que supone una pérdida de 6.650 millones de euros. Desde la Guerra Civil no se había producido una caída semejante, ni en el peor año de la crisis financiera, cuando el retroceso fue del 4,1%.
En el conjunto de España fue todavía peor, con un agujero del 11% debido a su fuerte dependencia del turismo y el ocio. De hecho, fue la economía desarrollada que se llevó el mayor golpe, según los datos de la OCDE. En Euskadi estas actividades tan castigadas no tienen tanto peso, pero su economía se ve siempre muy afectada por lo que pase en el resto de comunidades, aparte de que también ha visto desplomarse las exportaciones y acusado un fuerte batacazo en sectores como el aeronáutico, el refino de petróleo, los tubos y los bienes de equipo.
Con todo, señala Joseba Madariaga, director del departamento de estudios de Laboral Kutxa, «la industria es la que mejor se está recuperando en Euskadi y en el resto del mundo, mientras que los servicios siguen lastrados por las restricciones». Destaca, asimismo las divergencias por zonas, con China ya totalmente recuperada y reforzando su posición a nivel global; EE UU mejorando; y la zona euro algo rezagada.
El futuro para la economía vasca -explica- depende del ritmo de vacunación y del aprovechamiento que se haga de los fondos europeos para impulsar nuevos proyectos. No se espera que recupere el nivel previo a la pandemia antes de 2022.
Una de las peculiaridades de esta crisis es que la mayor caída del PIB de la historia no se ha traducido en una destrucción de empleo proporcional. La causa está en los ERTE, que han servicio de paraguas para que las empresas puedan mantener el empleo a la espera de que la pandemia escampe. Se trata de una figura que ya existía, pero que nunca se había aplicado de forma tan masiva, con exoneraciones en las cuotas a la Seguridad Social y la ventaja de que los trabajadores no consuman su paro.
En Euskadi han pasado por un ERTE 203.500 trabajadores, lo que supone más del 20% de los cotizantes. El pico se produjo con el confinamiento y después, con la reactivación, la cifra ha ido bajando, si bien ha habido repuntes con las restricciones que se implantaban con las nuevas oleadas. Al cierre de febrero de contabilizan 38.392 personas en expedientes temporales.
Los ERTE, prorrogados hasta el 31 de mayo, han amortiguado el impacto pero no han impedido que haya destrucción de empleo, especialmente entre los trabajadores temporales. En concreto, se han perdido en un año 21.380 cotizantes y los parados se han incrementado en 11.789 hasta sumar 129.028.
Como era de esperar, la hostelería resultó el sector más castigado, con un descenso de casi 7.500 afiliados, un 11%. También la industria se ha llevado un buen golpe, con una pérdida de 6.500 puestos de trabajo, un 3,8%. En el otro extremo, se ha incrementado el empleo en las actividades sanitarias y sociales por la necesidad de refuerzos ante el Covid.
La incógnita ahora es el número de trabajadores aún en ERTE que terminarán en un ERE. De hecho, ya está habiendo ajustes en empresas muy afectadas como las de aeronáutica o los fabricantes de tubos. «Las nuevas oleadas han alargado la crisis y muchas empresas han consumido su colchón. Me temo que habrá cierres y pérdida de empleo», apunta la catedrática Sara de la Rica, directora de la Fundación Iseak.
El Covid ha supuesto un duro zarpazo para el tejido empresarial vasco, con el cierre de 1.469 empresas en un año en Euskadi, un 2,5% del total. Para entender lo que esto supone hay que tener en cuenta que en los seis años de recuperación iniciada en 2014 se crearon 1.929 negocios, casi los se han desmantelado en este último ejercicio. La inmensa mayoría pertenecen al sector servicios, «actividades como la hostelería, turismo, comercio, eventos culturales y el ocio», explica Pablo Martín, responsable del departamento económico de Confebask.
Y no descarta que haya nuevas oleadas de quiebras ante la prolongación de las restricciones y el retraso en la vacunación. «Las medidas de liquidez tomadas nos han permitido ganar tiempo, pero aflorarán insolvencias», dice.
La crisis también ha golpeado con dureza a la industria, un sector clave en el tejido económico de Álava -representa un tercio de su PIB-, y las empresas aeronáuticas y de tubos están siendo las más castigadas por las caídas de producción. Tubacex está a punto de concretar 136 despidos en sus plantas de Llodio y Amurrio, un mazazo para el Valle de Ayala que también ha asistido al cierre de Valvospain -79 trabajadores a la calle- y ve cómo la otra gran compañía siderúrgica, Tubos Reunidos, perdió 100 millones el último año y está pendiente del rescate del Estado.
Con el turismo parado, los aviones no despegan y la industria aeronáutica acusa la falta de pedidos en una crisis que ya considera «estructural». Aernnova despidió en febrero a 55 operarios y Alestis a otros 56 en diciembre, al margen de las prejubilaciones y las bajas pactadas voluntarias incluidas en sendos EREs.
Al menos desde el sector de la automoción llegan noticias más positivas, pese a la incertidumbre en los mercados. Mercedes ha revisado alza la producción de furgonetas y volverá a contratar eventuales mientras que Michelin está a más de un 70% de carga de trabajo, un nivel de fabricación «más que aceptable».
Euskadi y el conjunto de España tenían una muy baja implantación del teletrabajo antes de la pandemia. Solo algunas multinacionales ofrecían esta posibilidad. Y de golpe y porrazo todo aquel que podía funcionar en remoto tuvo que instalar una oficina en casa. Se alcanzó así, de forma improvisada, el potencial máximo de esta modalidad, con 113.100 personas teletrabajando en Euskadi en el segundo trimestre y tres millones en toda en España, según Randstad con datos del INE.
Esta estadística solo considera como teletrabajo aquel que abarca más de la mitad del tiempo laboral. De acuerdo con esta fuente, desde ese pico del confinamiento el trabajo desde casa ha bajado un 55% en Euskadi hasta las 50.100 personas en el cuarto trimestre. «Esta cifra supone un aumento de 10.000 respecto al nivel prepandemia, con lo que no ha habido una gran consolidación. No obstante, ha servido de aprendizaje», señala Valentín Bote, director de Randstad Research.
De hecho, muchas empresas están valorando ahora cómo implantar el teletrabajo según la nueva regulación que aprobó el Gobierno central y que considera como tal aquel que supone más del 30% del tiempo. «A veces se plantea porque a la empresa le interesa y en otras ocasiones por demanda de la parte social», explica Javier Hervás, socio responsable en el Área Laboral de KPMG Abogados. El alcance de su desarrollo condicionará el mercado de las oficinas.
El teletrabajo ha venido acompañado de un boom en la utilización de las videoconferencias, que va a traer cambios de calado porque muchos viajes de negocios se van a sustituir a partir de ahora por reuniones virtuales a través de 'Teams' o 'Zoom'. «Gran parte de esos trayectos Bilbao-Madrid para unas horas de encuentro se van a terminar. No así los viajes técnicos y comerciales que tan necesarios son para la industria vasca», explica la responsable comercial en Euskadi de una aerolínea.
Europa aprendió la lección en la crisis financiera y esta vez ha reaccionado de forma muy diferente, aparcando la austeridad, permitiendo que se dispare el gasto público y poniendo sobre la mesa miles de millones para la recuperación con los fondos Next Generation. Estos recursos están destinados a impulsar la digitalización y la transición energética y Euskadi quiere aprovechar esta oportunidad única. Para ello el Gobierno vasco ha elaborado un documento con 188 proyectos de inversión público-privados y solicitado al Ejecutivo de Sánchez 5.702 millones de euros. Se trata del 10% de los casi 60.000 millones de euros contemplados en el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) para toda España.
El 63% de estas iniciativas presentadas por Euskadi están vinculadas a la transición energética, con un papel protagonista del hidrógeno, que ha irrumpido en esta crisis como la gran apuesta de futuro hacia la sostenibilidad. Esta fuente de energía puede ser una respuesta limpia -utiliza renovables en la obtención del hidrógeno del agua- para el transporte de larga distancia o los procesos industriales, pero necesita mucha inversión para su lanzamiento. De ahí que los fondos europeos jueguen un papel muy importante.
El País Vasco quiere desarrollar toda la cadena de suministro del hidrógeno y para ello está aglutinando a sus grandes empresas tractoras en torno a este objetivo. Así, ya se ha presentado el Corredor Vasco del Hidrógeno, capitaneado por Petronor, que prevé una inversión de 1.300 millones de euros con proyectos como una planta de electrolizadores junto a Sener. Iberdrola también impulsa otra de la mano de Ingeteam y su deseo es que se establezca en Euskadi.
Los fondos europeos se quieren utilizar también para la digitalización de empresas y, en especial, de las administraciones. La crisis del Covid ha puesto en evidencia graves deficiencias en la esfera pública.
El confinamiento ha disparado el comercio electrónico e impulsado hasta cifras récord a gigantes como Amazon y el sector de la paquetería. En los meses de encierro no había otro remedio que recurrir a esta vía salvo para las compras de alimentación o farmacia, e incluso en esos artículos se optó por el canal online ante el temor al contagio. Según lo datos del segundo trimestre de la CNMC, las prendas de vestir lideraron la facturación, seguidas de las plataformas de televisión y los supermercados. Pero esa tendencia se ha mantenido tras la desescalada. El estudio que hace BBVA Research con las tarjetas bancarias casi en tiempo real muestra que, en febrero, el gasto no presencial aumentó un 37% mientras que el presencial cedió un 5%.
El boom de las ventas online ha obligado a las grandes cadenas de distribución a revisar su estrategia y acelerar el cierre de tiendas. En los últimos tiempos ha habido varios ejemplos aunque el de Inditex es el más simbólico. Esta semana anunció que su facturación online se disparó un 77% en un año en el que las ventas cayeron un 28%. Tiene previsto cerrar entre 250 y 300 tiendas en España, de ellas 18 en Euskadi. La cadena de perfumería Douglas está en un proceso similar y El Corte Ingles ha planteado un ajuste histórico.
A la vez que crece el comercio eletrónico, se ha desplegado una intensa campaña para apoyar las pequeñas tiendas de barrio, que cuajado en la sociedad. Aún así, muchos pequeños comercios van a tener que desarrollar su apuesta online si no quieren quedarse atrás. «La relación con el consumidor va a ser cada vez más digital. No vale quejarse de Amazon, cada uno debe poner de su parte», dice Laureano Turienzo, profesor del ESIC y miembro de la Escuela Vasca de Retail.
El boom del comercio online ha ido acompañado de un mayor uso del pago con el móvil. Bizum suma ya 14 millones de usuarios mientras la extracción en cajeros se desploma un 18%.
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