Aunque no tienen nada que ver los niveles de protección actuales en las residencias de mayores con los de meses atrás, las vías de entrada del virus siguen siendo las mismas: visitas, salidas y trabajadores. Ello han sido los que han causado, de forma involuntaria, ... los últimos focos registrados en geriátricos de Bizkaia. Se han infectado en su tiempo de ocio y han metido el virus en su lugar de trabajo.
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La Diputación de Bizkaia, a través de Sergio Murillo, titular de Acción Social, defiende la labor de prevención realizada estos meses. «Cada centro ha definido su plan de contingencia, se ha provisto de stock de EPI, ha sectorizado las instalaciones según su estructura para reducir al máximo los contactos, revisado o elaborado nuevos protocolos de visitas... Se ha mantenido en junio y julio un estado de alerta sostenida que, en las últimas semanas se ha convertido en alerta creciente, por la evolución de los contagios», explica el diputado. «Hemos vigilado, analizado y realizado PCR. Esto nos ha permitido detectar algunos casos aislados de profesionales, evitando que pudieran trasmitir el virus en el centro».
Pese a todo, el Covid-19 se ha vuelto a colar y desde Zahartzaroa, la asociación vasca de geriatría y gerontología, creen que ha habido lagunas. «Éramos conscientes de que el virus iba a llegar a las residencias y de que iban a aparecer nuevos brotes. Desde que se empezó a abrir la movilidad era cuestión de tiempo que ocurriese, pero nos ha cogido despistados», lamenta Pilar Sorando, presidenta de Zahartzaroa.
La facultativa indica que no es fácil definir las medidas a adoptar. Se vio en las semanas más duras de la pandemia. Cortar las visitas incrementó el deterioro funcional y cognitivo de muchos residentes. Por eso es necesario «buscar un equilibrio». La soledad de una habitación y la lejanía con la familia también causa graves efectos sobre la salud.
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La Diputación decide suspender o restringir las visitas cuando así lo recomienda la situación epidemiológica. En Bilbao y Barakaldo desde hace jornadas solo se permite un visitante por residente. En los centros en los que se investiga un brote se paran.
Zahartzaroa incide en que los trabajadores de estos equipamientos deben ser «especialmente escrupulosos» en el cumplimiento de las medidas de prevención. Deben llevar mascarilla y los equipos de protección adecuados en todo momento. Y a la mínima duda de sufrir el más leve síntoma o haber tenido contacto de riesgo comunicarlo en el centro antes de atender a los ancianos. «Trabajan con personas frágiles, que necesitan que les ayuden a levantarse, a comer. Hay mucho contacto con los residentes y eso favorece los contagios. Por eso deben ser especialmente cuidadosos».
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Para evitar que los empleados puedan generar focos la Diputación «realiza cribados preventivos a los profesionales más críticos por su contacto con los residentes, con especial foco en residencias en zonas donde hay un alto número de positivos. Se han realizado más de 3.000 test PCR preventivos a profesionales en dos meses», explica Murillo.
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