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El gerente de Santa Marina, José Luis Sabas, presentó ayer su dimisión por haberse vacunado antes de tiempo. La dirección del hospital, convertido en un ' ... centro covid' durante la pandemia, admite que ha cometido un «error», pero alega que ha actuado con «honestidad» y «profesionalidad» a la hora de suministrar viales a todo el personal, incluida la jefatura administrativa, según ha podido saber este periódico.
Su renuncia salió a la luz a la vez que la destitución de Eduardo Maiz como director de Basurto. En los despachos del hospital de Santa Marina, sin embargo, entienden que no son posibles las comparaciones entre Basurto y su centro sanitario. Por varios motivos. Para empezar, las fuentes consultadas insisten en que la dirección del centro comunicó su estrategia de «vacunación masiva» a sus jefes directos en Osakidetza, entre ellos el director de Atención Sanitaria y el Jefe de Programas de Salud y recibieron el «visto bueno».
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Santa Marina -insisten- es un recurso relativamente pequeño, que además ha sido designado como un 'centro Covid'. Hasta aquí llegan muchos infectados todos los días. Además, también se derivan muchos pacientes de las residencias de personas mayores, ya que son uno de sus centros de referencia. En la actualidad, este hospital es la que más pacientes ingresados por el virus tiene de Euskadi. Unos 120 enfermos, el «doble que en Cruces». Más del doble que cualquier otro centro sanitario, recalcan. También apuntan otro dato diferenciador: desde que se desató la pandemia se han infectado cerca del 40% de los trabajadores, incluida más la mitad de la dirección.
Todo ello -según su relato- les llevó a pensar que lo más acertado era establecer una vacunación general de todos los trabajadores. De hecho, insisten que ya se ha suministrado «la primera dosis a todos los trabajadores que lo han querido». Es decir, a un 80% de la plantilla, compuesta en la actualidad por unos 700 profesionales. Otro dato que -insisten- contrasta con lo que ocurre en el hospital de Basurto, donde «falta mucho personal por inmunizar».
Las fuentes consultadas apuntan otra razón para explicar lo ocurrido en Santa Marina. Según dicen, justo antes de la llegada de las primeras vacunas, preguntaron a Osakidetza qué debían hacer si les sobraban dosis. Según su versión, les dijeron que no devolviesen nada y que tratasen de hacer los pedidos lo más ajustados posible. Entre otras razones, porque existía un problema de conservación de los suministros.
Después de varias pruebas infructuosas, los técnicos empezaron a conseguir sacar seis dosis -con los 0,3 ml que deben inocularse de cada vial- en vez de las cinco previstas originalmente por el fabricante. Además, estos últimos suministros apenas pueden conservarse unas pocas horas. Fueron estas sextas dosis las que se suministraron entre la jefatura del centro.
Cuestionados sobre si tenían conocimiento de los planes de Santa Marina, los portavoces de Osakidetza se limitaron a afirmar que «todas las organizaciones» tenían conocimiento de la «instrucción» sobre vacunación.
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