![¿Por qué dejó su cargo Ignacio Garitano?](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202012/23/media/cortadas/igaritano23-k1OG-U13027393322maE-1248x770@El%20Correo.jpg)
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La marcha de Ignacio Garitano pone de manifiesto una vez más que, en esta crisis, a la hora de tomar decisiones sobre cómo hacer frente al coronavirus, en el Gobierno vasco pesa mucho la política. En ocasiones, incluso más que las cuestiones sanitarias. Con su ... dimisión, el Departamento de Salud no solo pierde al que ha sido su portavoz en la lucha contra la pandemia desde mediados de septiembre -tras el fin de mandato de la consejera Murga-. Con él se va también el impulsor de la red de rastreo de casos, un epidemiólogo curtido en África y formado en la especialidad en el Centro Europeo de Enfermedades de Bruselas y una voz autorizada.
Pese a su conocimiento en la materia y ser la cara del Departamento en los últimos meses, Garitano no formaba parte del comité técnico del LABI, integrado por trece personas de las cuáles siete tienen titulación médica y solo tres una trayectoria profesional y conocimientos relacionados con la Salud Pública y la Epidemiología. Este grupo de 'sabios', coordinado por Jonan Fernández, tiene como función evaluar la situación del virus en Euskadi y proponer acciones para estabilizar su situación. Las decisiones finales se toman en el comité asesor del LABI, un órgano eminentemente político presidido por Urkullu. Su composición es reveladora. A esta mesa se sientan 16 personas y sólo tres cuentan con formación sanitaria: la consejera Gotzone Sagardui, el viceconsejero Iñaki Berraondo y la directora de Osakidetza, Rosa Pérez. Los demás puestos los ocupan consejeros, el delegado del Gobierno central, los diputados generales y los alcaldes de las tres capitales vascas.
En esta balanza tan desequilibrada entre salud y política en la gestión de la pandemia, Garitano ponía voz al Departamento de Salud semana tras semana, pero no tenía voto en una materia que domina. Es algo que se percibía en las periódicas ruedas de prensa que ofrecía -en ocasiones varias a la semana-, con el importante desgaste público que eso acarrea. En las primeras comparecencias se veía a un Garitano más suelto. En las últimas se le notaba cansado. La imagen que trasladaba era la de una persona muy contenida, medía mucho sus palabras para evitar meterse en 'charcos' y sufrir posteriores roces con los responsables políticos de la consejería.
Para muchas de las preguntas que se le planteaban ni siquiera tenía respuesta porque, como reconocía al contestar, abordaban cuestiones que se trataban en otros órganos en los que él no estaba presente. Sí podría haberlas resuelto la consejera, pero la exposición pública de Sagardui para aclarar las dudas sobre la evolución de la pandemia es mucho menor que la que tenía Garitano o la de su predecesora Murga. El Gobierno vasco ha priorizado que la consejera ofrezca esta actualización en la comisión de Salud del Parlamento.
El pasado lunes, Garitano aseguró que oficialmente su marcha se debe a «motivos personales y profesionales». La decisión de apartarse y volver a desempeñar la actividad clínica en su puesto en el Hospital Universitario Araba de Vitoria como especialista en ginecología estaba meditada y no ha sido fruto de un 'calentón'. En el Departamento de Salud conocían esta decisión desde hace varias jornadas, según ha podido saber este diario.
Fue la exconsejera Murga la que se fijó en el facultativo vitoriano en pleno confinamiento para incorporarlo a su equipo. Con muy pocos medios y la ayuda de varios conocidos, el doctor montó una aplicación al inicio del confinamiento para arrojar luz sobre la expansión del virus en Álava, en una época en la que se hacían muy pocas PCR. Garitano aceptó el reto y suya es buena parte de la responsabilidad en la puesta en marcha de la red de rastreo y de los primeros cribados masivos que se pusieron en marcha en Ermua y varias localidades de Gipuzkoa. Aquellos 'screenings', junto con la mascarilla y las medidas dirigidas al ocio nocturno, lograron contener el primer golpe de la segunda ola registrado en pleno verano -mucho antes de lo previsto- sin necesidad de aplicar restricciones más severas.
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