A cinco líderes mundiales de la endocrinología premia este 2024 el Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Se trata de Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov. Son los padres y madres que han revolucionado el tratamiento de la diabetes y la obesidad con investigaciones que han culminado en fárcamos superventas, como Ozempic.
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¿Qué es Ozempic? Imita la actividad de GLP-1, mejora los niveles de azúcar en la sangre en personas con diabetes tipo 1 y reduce el riesgo de infarto e ictus. Para poder adquirirlo en una farmacia es preciso contar con receta médica. Sin embargo, se ha hecho popular, no por sus efectos terapéuticos, sino por sus propiedades para perder peso. La culpa la tienen varias celebridades norteamericanas que han difundido cómo este fármaco inyectable -una vez a la semana- les ha hecho adelgazar. Lo han empleado las Kardashian, Elon Musk, Oprah Winfrey, Lady Gaga… El resultado ha sido una explosión de la demanda que provoca el desabastecimiento a nivel internacional.
¿Es admisible que un fármaco para diabéticos se agote por la demanda de los que buscan perder unos kilos? ¿Cuáles deberían ser los criterios para recetarlo? El pasado mes de febrero, las farmacias de Bizkaia colgaron el cartel de 'agotado' e incluso algunas tenían lista de espera para hacerse con una caja. «Llega poco», avisaban.
La Agencia Española del Medicamento movió ficha para que tengan prioridad los diabéticos. Sin embargo, existe un dilema. Y es que la obesidad también se considera una enfermedad. Eso sí, no es lo mismo tener problemas de sobrepeso que querer bajar unos kilitos por la operación bikini.
¿Cómo actúa Ozempic? Imita a las hormonas saciantes que el cuerpo produce de forma natural tras una comida, como el glucagón, que eleva el nivel de azúcar en sangre, lo que estimula la producción de insulina para quemarla. De este modo, engañan al cerebro para hacerle creer que estás lleno. Logran atravesar la barrera hematoencefálica -una red que impide la llegada al encéfalo de muchas sustancias, incluidos medicamentos- y actúa en las redes nerviosas centrales que regulan la ingesta de alimentos. Así consigue disminuir el apetito y ralentizar el vaciado gástrico, lo que prolonga la sensación de saciedad y reduce las ganas de comer. Si metes menos comida al cuerpo, lo más lógico (aunque no siempre) es que adelgaces. Y claro, cuando se vio que uno de los efectos de Ozempic era la pérdida de peso, se desató la locura.
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En Estados Unidos, el tratamiento no está financiado por las compañías de seguros si no eres diabético y ronda los 1200 dólares, diez veces más que en Europa. En la Seguridad Social española se financia para la diabetes de tipo II, cada vez más extendida, una enfermedad en la que el cuerpo no puede fabricar la cantidad de insulina necesaria para controlar el nivel de glucosa en sangre o bien el cuerpo es incapaz de utilizar la insulina de forma eficaz. Si no eres diabético, puedes recurrir a una consulta privada para que te lo prescriban. Su precio son 128 euros. Si la receta es para la diabetes, baja a 4 euros.
Cabe señalar que Ozempic tiene contraindicaciones graves. Por ejemplo, no lo pueden tomar personas con enfermedades cardiovasculares graves. ¿Y los efectos secundarios? Fundamentalmente náuseas, vómitos, diarrea y dolores de estómago. También pueden tener un efecto rebote. Al dejar el tratamiento -es puntual- se puede aumentar de peso si no se ha acompañado de un cambio de hábitos.
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