Cómo celebrar la Navidad en casa de forma segura

El riesgo de contagio en caso de que un comensal de la cena de Navidad esté infectado depende de factores muy diversos

isabel toledo | fermín apezteguIa | gonzalo de las heras

Domingo, 19 de diciembre 2021, 00:43

El riesgo comienza en trece minutos. Ese es el tiempo máximo que tardaría en contaminarse el salón en el que seis personas celebran la cena ... de Navidad sin haber adoptado ni una sola medida de prevención. La amenaza de unas fiestas salpicadas de virus ómicron, quizás menos virulento pero sin duda mucho más contagioso, convierte a las próximas en unas celebraciones de alto riesgo.

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La posibilidad de contraer la infección en caso de que uno de los invitados llegue contaminado dependerá, sin embargo, del tipo de estancia en que tenga lugar la celebración y de las medidas de seguridad que se adopten. No se agobie. Pero piense que, como mucho, según un trabajo del Instituto de Tecnología de Masachusets, dispondrá de dos horas si todos los comensales utilizan mascarilla y se cumplen las preceptivas normas de seguridad. «Lo prudente es evitar grandes reuniones, pero ¿hasta cuándo podemos aguantar algo así?», se pregunta cabal el médico preventivista Juan Antonio Sanz Salanova, especialista del hospital de Laredo y miembro de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH). Los que siguen son sus consejos de experto para una fiesta libre de microbios.

1. Organice la comida con tiempo

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2. En la mesa

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3. Sin platos al centro

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¿Cómo se contagia?

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Las mascarillas evitan que las gotículas que proyectamos al hablar, respirar o cantar viajen por el aire y se posen en las mucosas de otra persona. Los virus que viajan en estas pequeñas gotas (de más de 10 micras) serían otra de las vías de contacto. Pero, por lo que se ha ido conociendo en este último año, no explican la mayoría de contagios, que se deberían a la concentración de aerosoles, que son las partículas de vapor de agua más pequeñas que también expulsamos al respirar.

Los aerosoles -las partículas más pequeñas que exhalamos- que flotan en el ambiente son la principal vía de contagio en la actualidad. Las minúsculas gotas de agua se evaporan, pero los conjuntos de virus quedan flotando en el ambiente. Son tan ligeros que su desplazamiento es muy difícil de predecir porque depende de corrientes y dinámicas de fluidos casi imposibles de calcular. Mientras están en el aire, los virus tienen capacidad de infectar durante algunas horas, pero se desconoce durante cuántas. Se sabe, en cambio, que sí depende de la luz y de la humedad del ambiente.

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Durante los primeros meses se sospechaba que la vía más importante de transmisión eran las gotículas, que se combaten manteniendo la distancia social, además de con las mascarillas. Ahora se sabe que la exposición prolongada a los aerosoles que se concentran en lugares cerrados causa más infeccciones y tiene, además, la capacidad de provocar brotes en los que un solo enfermo contagie a bastantes personas.

La concentración de aerosoles en lugares sin ventilación es la principal causa de contagio. El enfermo, que habitualmente no sabe que lo es porque aún no tiene síntomas o no los va a desarrollar, expulsa con la respiración aerosoles en los que viaja el virus que se acumulan en el ambiente si el aire no se renueva. La mascarilla disminuye el riesgo de contagio, pero no es capaz de contenerlo si uno pasa mucho tiempo compartiendo espacio cerrado con un enfermo.

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Por eso, una de las maneras más eficaces de evitar la expansión del virus es ventilar los espacios para que los aerosoles se dispersen en el ambiente hasta alcanzar una concentración inocua. En cualquier caso, como no se sabe la «carga infectante» necesaria, no se puede concretar cuánta ventilación es necesaria exactamente. Por eso se aplican los cálculos necesarios para renovar el aire de una sala.

Para renovar el aire de un aula de un instituto, por ejemplo, sería mucho más efectivo dejar continuamente abiertas las ventanas, aunque no se desplieguen completamente, que abrirlas de par en par entre clase y clase.

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Eso explica que sea mucho más difícil contagiarse al aire libre, al menos por medio de los aerosoles. Las mascarillas, además, evitan la proyección de gotículas.

Pero hay espacios que son más peligrosos de lo que aparentan, como las terrazas muy cerradas, en las que los clientes permanecen durante tiempos que pueden ser largos realizando actividades sin mascarilla, como comer, beber o, sobre todo, fumar.

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