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Sillas y mesas apiladas, pasillos precintados e inyecciones a cuentagotas. Se trata de la desangelada imagen que dibujó ayer la última jornada de citación masiva en La Casilla. Los 'vacunódromos' vivieron sus últimas horas como los grandes motores de la mayor campaña de inmunización en ... Euskadi. Símbolos en la lucha contra el virus, después de seis meses de intensa actividad, más de 2 millones de dosis administradas y con un despliegue organizativo y logístico sin precedentes, estos grandes espacios echaron el candado con el deber cumplido.
A las 21.20 horas, el personal de Osakidetza inyectó el último vial en el pabellón bilbaíno. La jornada comenzó sin citaciones, pues las últimas 500 se concentraron por la tarde. Lo mismo ocurrió en el BEC, el 'vacunódromo' vasco con más inoculaciones. Ya en las últimas semanas carburaban a medio gas por la reducción de la población diana. Muy lejos de las largas colas y aquel aluvión de ciudadanos ansiosos de protegerse que llevó a que estos espacios registraran asistencias superiores a las 6.000 personas diarias. «Ahora hemos estado, incluso, deseando que entre gente», señaló ayer Matxalen Barcenilla, supervisora en La Casilla.
Por la mañana, operarios y profesionales sanitarios aprovecharon la ausencia de público para retirar asientos, pivotes, cajas y carros de basura y trasladarlos al fondo del recinto. En la última semana solo se han habilitado 5 de los 16 boxes existentes y en los puestos de administración la mitad de los ordenadores han estado apagados. De hecho, han trabajado una treintena de efectivos frente a los más de 100 que han llegado a ser necesarios en los días de mayor trajín. Ayer, el 'vacunódromo' bilbaíno no se quedó todavía vacío. Volverá a recuperar su cancha hoy una vez que se desmantelen las cabinas y se recoja todo el material.
«Como hoy (por ayer) había citas, se pensó que era mejor no retirar nada todavía para no molestar demasiado a quienes viniesen a vacunarse», explicó la enfermera vizcaína. Entre los profesionales, los sentimientos eran «agridulces». Una mezcla de orgullo por los deberes bien hechos en un momento clave en la lucha contra el virus y de nostalgia por finalizar una etapa laboral que ha sido reconfortante.
«Hemos llegado a altas tasas de vacunación y la conexión entre todos ha sido increíble. Nunca habíamos vivido algo así. Nos va a marcar para siempre», aseguró esta profesional. Los últimos vacunados en La Casilla fueron en su mayoría menores de 40 años sin completar la pauta por dos motivos: por haberse contagiado en la quinta ola o por haber retrasado la cita por las vacaciones. «Intenté que me vacunaran en Galicia en agosto, pero me dijeron que no se podía», se justificaba Ander Fernández, de 20 años.
Otros, en cambio, tenían reticencias por su desconfianza hacia los sueros comercializados. Fue el caso de Carlos Rojas, de 32 años, que «no quería ser el único sin vacunar en el trabajo. Me convenció mi familia», explicó sin tapujos.
El adiós a los 'vacunódromos' se produce, además, con la llegada inminente de la normalidad. El retroceso de la pandemia continúa por la buena senda en Euskadi. Ayer, se notificaron 95 casos. Ya son cuatro jornadas sin rebasar la barrera del centenar y el nivel de transmisión es el más bajo desde el verano de 2020. Además, se prevé que la comunidad pueda situarse en los 60 casos de incidencia a finales de esta semana.
La campaña de inmunización en Euskadi encara su recta final. Los puntos de vacunación, en ambulatorios y hospitales, continuarán disponibles para las personas que todavía no han recibido la primera dosis. A tenor del último boletín, cerca de 144.000 vascos. Se trata de unas 56.000 personas menos que hace un mes.
Los llamamientos para animar a quienes dudan no cesan. Sobre todo, al colectivo de entre 20 y 35 años, el más remolón. Del total de ciudadanos sin haber iniciado la pauta, el 62% forma parte de estas generaciones. En el grupo de quienes no se han sumado a la campaña se encuentran personas que han tomado la decisión de no vacunarse, otros que no han acudido todavía porque han pasado la enfermedad en la quinta ola y deben esperar dos meses, y otros que, por diversos motivos como viajes o vacaciones, han retrasado la petición de la cita.
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