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Un hombre chino de 44 años se convirtió ayer en Filipinas en la primera víctima mortal del nuevo coronavirus fuera de China. Según informaron las autoridades de la excolonia española, se trata de una persona que aterrizó en Manila el día 21 procedente de Wuhan. Viajaba acompañado de una mujer china seis años menor que él que no ha desarrollado la enfermedad pero que continúa bajo observación.
Como consecuencia de este caso, Filipinas decidió sumarse a la docena de países que prohíben la entrada de viajeros procedentes de China, independientemente de su nacionalidad, a los que se unió también ayer Corea del Sur. En Filipinas la única excepción se hará con sus propios ciudadanos residentes en el gigante asiático, que podrán retornar a su país solo si aceptan someterse a una cuarentena de 14 días. «Teniendo en cuenta la información disponible y las recomendaciones de expertos sanitarios, el presidente -Rodrigo Duterte- ha aprobado la toma de esta medida de precaución para proteger a los filipinos», explicó el senador Christopher Go.
Mientras, en China continúa el crecimiento exponencial del número de infecciones y fallecidos. En total, 17.205 personas se habían contagiado hasta esta madrugada, y 361 habían fallecido. Afortunadamente, este domingo la cifra de quienes han superado esta neumonía atípica también aumentó, hasta 475, por encima de quienes han sucumbido a ella. No obstante, el Gobierno reconoció un dato preocupante: el coronavirus también se puede transmitir por vía digestiva, a través de las heces.
La prensa oficial china informó de que los médicos han encontrado ácido nucleico del virus en las deposiciones de los enfermos que solo sufren diarrea como síntoma de la infección. Además, advirtieron de que el frío no lo mata, y pidieron a la población que no salga a jugar con la nieve, como hicieron algunos en Pekín para celebrar la primera nevada del Año de la Rata. «Es el Año Nuevo más triste, porque lo hemos pasado confinados en casa, pero esperamos que todas las precauciones que estamos tomando nos salven a nosotros y al país», comentó este domingo a este diario un hombre apellidado Xu.
Las redes sociales hierven con todo tipo de informaciones. Los internautas compartieron ayer vídeos y fotos no verificadas de mascotas lanzadas al vacío desde rascacielos o enterradas vivas para detener al coronavirus, aunque la Organización Mundial de la Salud ha afirmado que no hay evidencias de que perros y gatos domésticos puedan contagiar a sus dueños. Ante este tipo de supuestas noticias, y otras afirmaciones como que el humo de fuegos artificiales y petardos mata al agente patógeno, la OMS ha puesto en marcha una campaña para combatir lo que denomina «informademia», la sobreabundancia de información, unas veces cierta y otras no.
Un animal sí que preocupa, y mucho, en la provincia de Hunan: el pollo. Allí, las autoridades decretaron la emergencia sanitaria porque el sábado se confirmó un brote de gripe aviar H5N1. El origen parece ser una granja de la ciudad de Shaoyang, en la que se han sacrificado 4.500 pollos. Para evitar riesgos, se matará a las 18.000 aves de corral de la localidad, situada muy cerca de la provincia de Hebei.
Por otro lado está el impacto económico del coronavirus. China, que según EE UU aún no ha respondido a la oferta de ayuda que le han hecho, anunció este domingo una inyección de liquidez a la economía del país cifrada en 175.000 millones de dólares, con la que se espera mantener estable el mercado de cambio y el sistema bancario. Este lunes reabren las bolsas de Shanghái y Shenzhen y podría haber una fuerte bajada en sus parqués.
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