El descontrolado aumento de los casos de cáncer de mama entre mujeres jóvenes preocupa a los oncólogos. Los diagnósticos de tumores rebeldes entre las menores de 50 años han crecido un 12% desde el cambio de siglo y, lo que parece peor, ese crecimiento, lejos ... de detenerse, parece imparable. No hay de momento una razón que justifique lo que está ocurriendo. Según reconoce un estudio realizado en la Universidad de Washington, en San Luis, que publica 'JAMA', revista oficial de la Asociación Médica Estadounidense, nadie sabe con certeza qué es lo que está pasando. El fenómeno, además, no es exclusivo de Estados Unidos. El mundo occidental afronta la misma encrucijada.
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El aumento registrado se debe a la aparición, sobre todo, de lo que los especialistas conocen como tumores con receptores de estrógeno positivo, que vienen a ser, en función de la población, entre el 65% y el 80% de los tumores mamarios detectados. Los estrógenos son hormonas femeninas producidas por los ovarios. En este tipo de enfermedad, esos estrógenos contribuyen a favorecer el crecimiento de las células cancerosas.
El informe de JAMA reconoce que, como es sabido, el pronóstico del cáncer parece cada vez mejor, a la luz de las nuevas terapias y el mejor control de la enfermedad. Sin embargo, existen grupos específicos de tumores y de poblaciones que no se están viendo favorecidos por esta tendencia y los cánceres mamarios figuran entre ellos. Las cifras difundidas y el amplísimo grupo de estudio del que se extrajeron explican la enorme preocupación de los especialistas.
El grupo estadounidense analizó datos de más de 217.000 mujeres diagnosticadas con cualquier tipo de cáncer de mama entre los años 2000 y 2019. La incidencia del cáncer de mama en el último año del siglo pasado era aproximadamente de 64 casos por cada 100.000 personas. En 2019 se había llegado a los 74. El acelerado ritmo al que crece la 'epidemia' es también motivo de intranquilidad. Entre los años 2000 y 2015 la tasa de crecimiento de la enfermedad fue aumentando lentamente, alrededor de un 0,24% anual. Pero a partir de esa fecha se pasó, de manera repentina, a un 3,76% anual. Lo esperable -y ya se está viendo- es que el impacto de la pandemia, que este trabajo no lo mide, empeore aún más estas cifras, como ya han constatado estudios tanto internacionales como locales en España.
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«Para la mayoría de las mujeres, las pruebas periódicas de detección del cáncer de mama no comienzan al menos hasta los 40 años» (45 ó 50 en el País Vasco), por lo que las más jóvenes tienden a tener tumores detectados en etapas ya más avanzadas. Así, las posibilidades de tratamiento se reducen», ha advertido el autor principal del trabajo, Adetunji T. Toriola, profesor de cirugía y codirector del programa de Control y Prevención del Cáncer en el Siteman Cancer Center. No se sabe que está sucediendo, pero trabajos de este tipo, según ha valorado el experto, podrían ayudar a identificar a las jóvenes con alto riesgo de desarrollar un tumor mamario de aparición temprana, «si se diseñan intervenciones que así lo permitan».
Algo curioso que preocupa y al mismo tiempo estimula a los científicos es el hecho de que el crecimiento de este tipo de tumores, los que se expanden gracias a los receptores de estrógeno positivos, ha ido acompañado de una menor incidencia de los contrarios, los que tienen receptores de estrógeno negativos. «Si somos capaces de entender por qué se está reduciendo esta tasa, quizás podamos aplicarlo a los esfuerzos por reducir o prevenir otros tipos de cánceres de mama», confía el especialista.
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