La pandemia vuelve a golpear a las residencias de mayores de Bizkaia, pero de una manera diferente que en acometidas anteriores. Aunque los contagios se han disparado tras las navidades y el estado de salud de los usuarios centra todas las atenciones, el efecto más ... dañino de la sexta ola no es el de las vidas que arrebata el virus, fundamentalmente porque la vacunación ha marcado un antes y un después en la lucha contra la covid. Y más aún en el colectivo más frágil ante su ataque, personas de avanzada edad y con patologías previas. Ahora, la principal preocupación es el impacto asistencial. Las bajas de profesionales en la red de geriátricos del territorio se han multiplicado por cinco desde el inicio de las fiestas y están suponiendo un reto organizativo de primer orden.
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Según datos confirmados por el departamento de Acción Social de la Diputación de Bizkaia, un total de 290 trabajadores sociosanitarios se encontraban hasta el jueves fuera de combate por haber contraído la infección y otros 70 guardaban cuarentena preventiva por ser contactos estrechos. En la semana previa a la Nochebuena, se contabilizaban medio centenar de ausencias por positivo en coronavirus. «Ésta está siendo la ola del personal. Por suerte, las personas que viven en residencias son las más blindadas ante el virus por la tercera dosis y por la vacuna de la gripe y se nota. La repercusión más grave para nosotros es la gente a la que tenemos que sustituir», afirmó ayer Aitor Pérez Artetxe, portavoz de Gesca, la principal patronal del sector.
El aumento de bajas laborales ha sido exponencial en apenas tres semanas. Era previsible. Viendo la explosividad de la cepa ómicron, empresas y centros temían el impacto asistencial que iba a provocar la cascada de contagios entre los gerocultores y otros empleados de las residencias. «Somos un reflejo de lo que pasa en la sociedad. Aunque la inmensa mayoría se encuentra vacunado, al igual que ocurre en todas las empresas, en las residencias también está habiendo más tensiones y problemas en esta ola», reconoce Artetxe.
Desde antes de Navidad, Gesca ha tenido que recurrir a la bolsa de trabajo de gerocultores que abrió en diciembre por temor a quedarse sin manos para atender a los dependientes por la actual coyuntura sanitaria. Con el centenar de inscritos para cubrir vacantes y con las bolsas de personal de los propios centros van «capeando el temporal, aunque con dificultad». «A veces hay que buscar soluciones rápidas y no se encuentran. De repente, una mañana te faltan tres trabajadores en un centro y la capacidad de reacción es limitada», asegura.
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El volumen de bajas supera ya al de cualquier otra ola, salvo a la primera. En abril de 2020 se llegaron a contabilizar más de medio millar. Según los balances forales, se registraron 356 trabajadores contagiados y 230 aislados por caso sospechoso. Ahora, sin embargo, el escenario es otro. Las ausencias son más cortas por el acortamiento de las cuarentenas a 7 días, lo que facilita que haya más rotación. «Por poner un ejemplo, en 20 días ha habido más personas distintas de baja que las que hubo en 20 días hace dos años. En el peor de los casos, los procesos se alargan una semana», explica el representante de Gesca.
Las patronales esperaban un severo azote del virus por la magnitud que ha tomado la ola ómicron y porque los trabajadores no son infranqueables ante la enfermedad. Y también porque las residencias mantienen abiertas las visitas. Los gestores no se plantean ninguna medida porque el contacto con los familiares se considera vital y porque la situación es diferente. De hecho, se muestran más tranquilos por la mayoría de infecciones leves o, incluso, asintomáticas, que está provocando esta variante.
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Según el último parte foral, hasta el pasado lunes, un total de 438 usuarios se habían infectado. Sin embargo, la cifra de hospitalizaciones es mucho más baja que en anteriores embestidas. En abril de 2020, el momento más convulso de esta crisis en los geriátricos vizcaínos, se llegaron a computar 1.075 positivos, 154 de los cuales precisaron ingreso. Es decir, el 14%. En la última semana, 28 usuarios se encontraban internados, el 6% de los contagiados. Y, por fortuna, ninguno en UCI. Eso sí, el número de centros con casos de covid ha sido el mayor hasta la fecha, ya que se habían detectado positivos en un total de 60 residencias de la provincia, el 38,9% del total. Unas cifras que se achacan desde la principal patronal del sector a la mayor dimensión de esta oleada frente a otras fases de la pandemia.
360 El total de trabajadores de baja: 290 por ser positivo y otros 70 por contactos.
438 El volumen de contagiados se ha disparado tras las fiestas navideñas.
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