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Un tercio de la población. Uno de cada tres habitantes de Bérgamo se desplazó a Milán a animar al Atalanta. AFP
Atalanta-Valencia: un año de la bomba biológica que expandió el virus por Europa

Atalanta-Valencia: un año de la bomba biológica que expandió el virus por Europa

Bérgamo era el epicentro del Covid y el partido de Champions en Milán fue la ciclogénesis perfecta para expandir el virus por toda Europa

HÉCTOR ESTEBAN

Viernes, 19 de febrero 2021, 09:09

El 19 de febrero de 2020, el coronavirus se movía con sigilo por Milán. Desde Bérgamo -a una distancia de 60 kilómetros- llegaron 40.000 hinchas del Atalanta. Uno de cada tres habitantes de la capital lombarda tenía entrada para la ida de los octavos de final de la Champions. Desde Valencia, 2.500 valencianistas se desplazaron tras el milagro en Amsterdam. Dos aficiones hambrientas de fútbol y ansiosas por festejar. Sin saberlo, sin ser conscientes del riesgo que corrían, eran los protagonistas de la mayor «bomba biológica» de la historia. Así definió aquel partido el alcalde bergamasco, Giorgio Gori, desesperado por un virus sin control que convirtió su región en la morgue de Italia.

«Aquel partido de fútbol fue el detonante de la expansión del virus. Las aglomeraciones, la celebración y los vuelos generaron una cadena epidemiológica singular. Un infectado contagiaba a siete, y esos siete a otros tantos cada uno pero no sabíamos a qué nos enfrentábamos», explica la catedrática en Epidemiología, Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Europea, Patricia Guillem.

La vuelta a los estadios se supedita al plan de vacunación

El Covid-19 era algo tan lejano como la China. Las multinacionales anunciaban su ausencia en el Mobile de Barcelona, pero todo sonaba a exageración. «No teníamos ningún protocolo de actuación. La UEFA no nos había informado de nada ni nos había advertido del posible riesgo. Llegamos al aeropuerto de Milán y nos tomaron la temperatura. ¿Qué pasa aquí?, te preguntas con cierta intranquilidad pero no tenías una percepción especial de riesgo. Todo se precipitó después», explica Álex Navarro, en ese momento responsable de comunicación del Valencia Club de Fútbol. La normalidad presidió la expedición. Los jugadores tranquilos y los empleados, a su cometido. «Estuvimos grabando en el Duomo a los valencianistas», cuenta Navarro.

En Milán también estuvo el periodista Kike Mateu, el primer positivo en la provincia de Valencia e imagen de la pandemia en esa primera ola. «Yo llegué al aeropuerto de Pisa. Escuchabas las noticias y no había más de dos o tres casos en Italia. Normalidad. Eso sí, al llegar a Pisa me acuerdo de una cola kilométrica para pasar un control de temperatura. Ahí pensé, los italianos saben más de lo que dicen. Luego, te enfrascas en el trabajo y relativizas ese primer signo de alarma», relata Mateu.

El sábado 21 de febrero, tuvo el primer síntoma. «Me quedé sin aire narrando el partido Valencia-Real Sociedad», apunta. Al día siguiente, fiebre. «Las noticias de Italia eran de alarma. Pueblos de Lombardía cerrados y los casos se multiplicaron. Mi mujer me dijo: ¿no tendrás coronavirus? Yo le dije que era muy exagerada», recuerda Mateu.

El paciente cero en la provincia de Valencia fue diagnosticado en la madrugada del 27 de febrero. «Me creí que tenía Covid en el momento en el que me lo dijeron», señala. Mateu cree que se pudo contagiar en dos puntos: «O en el metro camino de la plaza del Duomo o al ir a recoger la acreditación. Allí había una montada espectacular. Una fiesta como una verbena de pueblo para los del Atalanta. Puestos de comida, ropa, música... Tuve que atravesar aquel festival, toqué a mucha gente y el que lo tuviera, me contagió», asegura.

Los bergamascos se desplazaron en masa a Milán para celebrar el triunfo de un equipo que estaba poco acostumbrado a llegar tan lejos en la máxima competición europea. Para el Atalanta estar en la élite europea era un premio, pasar de ronda obligaba a pedir días de vacaciones en el trabajo. El resultado de 4-1 a favor de los italianos fue una autopista hacia el drama del Covid. Muchos abrazos eran un boleto de la lotería de la muerte. Un mes después Italia ya sumaba 6.000 muertos y toda Europa miraba a Lombardía.

«Fue una fiesta. Veníamos de eliminar al Ajax en Amsterdam. Un milagro como dijo Rodrigo. Era casi obligado estar en Milán. Fui con tres amigos y la temperatura en el aeropuerto fue casi un trámite. Lo comentamos pero en realidad estábamos más pendientes de hacernos notar en el centro de Milán. La adrenalina te hace relativizarlo todo y en realidad nadie nos dijo que había peligro», señala Jorge Mezquida.

El jarro de agua fría vino a la vuelta. «Empiezas a ver por la tele lo que pasa, la situación de los italianos, en Bérgamo. Y escuchas eso de la bomba biológica. Pasé unos días mal por si lo tenía, por si contagiaba. Uno de mis amigos lo pasó asintomático pero yo no lo he tenido, y si lo pasé no me he enterado», continúa este aficionado del Valencia, justo un año después de su visita a un estadio.

Con el paso del tiempo supimos que todo era mentira

Por Toni Calero

Celtic Park, 'The Paradise', te deja sin palabras. Pulmón escocés para entonar el 'You'll Never Walk Alone' y el fútbol vuelve a cobrar todo el sentido del mundo. Visitar algunos de los estadios más emblemáticos de Europa es uno de los privilegios de este trabajo y en ese grupo, qué duda cabe, San Siro disfruta de un lugar preferencial. El viaje a Milán se programó de forma especial dentro del notable concurso del Valencia en la Champions: por derecho propio se ganó ser primero de grupo y medir sus fuerzas con el Atalanta, a priori el rival más débil de cuantos quedaban.

Con el tiempo supimos que todo, esto también, era mentira. Al Valencia se lo llevó por delante un equipo con la idea fija de derribar al contrario a base de golpes. De Milán regresó la expedición blanquinegra sin opciones de clasificación y eso fue lo de menos. El fútbol había dejado de importar cuando el maldito coronavirus empezó su particular partido. El 18 de febrero de 2020 el SARS-CoV-2 era poco menos que un cuento de cierto predicamento en la zona de Lombardia y un mes después era la auténtica pesadilla del Viejo Continente.

Durante el desplazamiento a Milán el Covid no tuvo cabida, tan sólo un rápido control de temperatura a los 2.500 valencianistas que iban llegando a los distintos aeropuertos para conquistar el Duomo y ver el fútbol. Disparo rápido con el termómetro y adiós. Lo extendido era la broma, la peculiaridad y lo listillos que nos creíamos gobernantes y ciudadanos: aquello era una simple gripe y la mascarilla, un exceso que moriría pronto. De Italia regresó gente contagiada y aún así pasamos los días posteriores discutiendo si el partido de vuelta en Mestalla debía disputarse o no. Con público o sin él. El Valencia suspendió los actos públicos y le llovieron las críticas, así que volver la vista atrás, en este contexto más que en ningún otro, debería servir para revisar la ligereza de nuestros juicios prematuros. Tardamos demasiado en aceptar la verdad y nos sobrepasó la mentira.

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