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Jerónimo era un policía peculiar en aquella época. Acudía a un club de ajedrez en Rekalde y se apuntó a una euskaltegi en Santurtzi. «Mi obligación como ser humano era no esconderme. Nunca lo oculté y eso jodía más», proclama. «Aprendí euskera hasta ... que me echaron por ser policía. Para ellos era un infiltrado. Un concejal de Herri Batasuna de entonces me dijo que era un mal ejemplo porque tenían la imagen de la Policía represiva y yo me llevaba bien con todos. Era kafkiano».
Los últimos fichajes de ETA «eran muy torpes, de echarse a llorar». Jerónimo recuerda el caso de un etarra de Santurtzi cuyo mayor mérito era «ser fotógrafo». En el año 2000, un mando decidió «de golpe» que los Tedax debían especializarse también en Defensa Nuclear, Radiológica, Biológica y Química (NRBQ). Jerónimo creía un «error» diversificar el trabajo. «No pensaban en seguir formándote por si volvía a pasar». «Vi claro que sobraba y me fui».
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