Desde hace unos meses son varias las sociedades médicas que alertan de un llamativo aumento de cirugías del frenillo lingual en bebés. Buena parte de las cuales, sostienen, son «innecesarias». Esta intervención consiste en cortar la membrana situada en la parte inferior de la lengua. ... Cuando es demasiado larga impide mamar o hablar con soltura. La Asociación Española de Pediatría apunta que un 4,8% de los niños pueden sufrir este problema. Sin embargo, en los últimos años las operaciones para recortarlo se han disparado. Hasta el punto de que prácticamente se han doblado en la última década, según apuntan diferentes expertos.
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Alberto Pérez, vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Pediátrica (Secipe) y jefe de servicio de esta especialidad en el Hospital Universitario de Navarra, indica que en este centro han llegado a tener «días de consulta en los que hasta el 25% de las citas eran para preguntarnos por la cirugía de cortar frenillo». No son los únicos. «Hace un año los compañeros de Maxilofacial nos dijeron que estaban desbordados por este tipo de intervenciones», recuerda. Ahora en el centro se reparten estas intervenciones por criterios de edad. Las de los niños más pequeños recaen sobre los pediatras. Los de más edad sobre los maxilofaciales.
¿A qué se debe este 'boom'? Gran parte de ellas, apunta Pérez, tienen relación con el hecho de que el bebé no realice un buen agarre al pecho para mamar. Pero recuerda que no siempre el que el recién nacido no succione bien se debe a que tenga un frenillo lingual corto. «Ahora hay mucha presión por realizar la lactancia materna, pero en ocasiones no se puede por diferentes motivos y no por eso una es peor madre», explica el especialista.
Esta valoración es compartida por la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial de Cabeza y Cuello (Secomcyc). «Vemos que se está realizando, de forma generalizada, un sobrediagnóstico de la anquiloglosia (nombre técnico de este trastorno) como único factor causante de los problemas de lactancia», indica Elena Gómez García, miembro de la junta directiva de la entidad. La doctora afirma que «se criminaliza al frenillo, cuando, en muchas ocasiones, no existe siquiera la estructura visible que sea responsable de la limitación de la movilidad lingual del recién nacido». Y asegura que en muchas ocasiones este problema «suele mejorar de forma espontánea, simplemente por el crecimiento fisiológico de la lengua».
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A la consulta del equipo que dirige Alberto Pérez en el Hospital Universitario de Navarra llegan «bebés de menos de 15 días a los que sus madres nos piden que les realicemos una frenotomía porque no se han acoplado al mamar y le han salido grietas en los pezones». Antes de efectuar la intervención estos cirujanos realizan una valoración para ver si la lactancia se realiza de forma correcta y un porcentaje de pacientes analizados son rechazados. «Quitar el frenillo no siempre es la solución».
«Hemos visto padres con argumentos peregrinos para que le realicemos una frenotomía a su hijo de dos años como es el hecho de que el niño habla poco. Y otro caso aún más raro de un crío de 11 años que, aunque no tenía problemas de lenguaje, quería poder chupar los helados como lo hacían sus amigos», recuerda aún asombrado.
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Para unificar los criterios clínicos sobre cuándo realizar estas intervenciones la Asociación Española de Pediatría y la de Cirugía Pediátrica constituyeron en junio un grupo de trabajo con el fin de poner coto a esta moda.
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