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pello zupiria
Martes, 17 de marzo 2020, 01:54
Las imágenes que se produjeron la semana pasada en los supermercados de Bizkaia difícilmente se borrarán de las mentes de los ciudadanos, pero sobre todo de los trabajadores de dichos establecimientos. El miedo a un posible desabastecimiento de productos hizo que miles de personas acudieran ... a las tiendas para asegurarse de que no se quedaban sin los bienes básicos. La consecuencia: largas colas de clientes con carritos a la espera de que los negocios abriesen sus puertas y baldas de alimentos como leche, huevos, producto fresco y carne vacíos. Los empleados han vivido días frenéticos, y en ocasiones, sin las medidas de prevención sanitaria. Hasta ayer.
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En el Eroski de las galerías Urquijo, una nota informativa avisaba a los clientes de que el aforo máximo se establecía en cien personas. Nada más cruzar la puerta una empleada enumeraba en una lista las personas que salían al tiempo que proporcionaba jabón a los que entraban. «Buenos días. Disculpa, hay que desinfectar las manos», era la orden. Las labores de limpieza de han incrementado de forma exponencial. «Ahora se hace mucho más, y todo el rato llevamos guantes. Si antes las baldas se limpiaban una vez a la semana, más o menos, ahora todos los días. Hay currelo para exportar», explicaba otra empleada, que admitía estar preocupada por haber estado en contacto directo con los clientes durante cuatro días. «En mi casa tengo población de riesgo, ese es el tema».
A pesar de que el tránsito a las once de la mañana no tenía nada que ver con las registradas desde el pasado lunes por la tarde hasta el fin de semana, la falta de algunos productos era más que evidente. En la sección de frescos, las baldas de naranjas, mandarinas, patatas, kiwis y cebollas estaban prácticamente vacías. En los refrigeradores de carne, el personal colocó carteles informativos que llamaban a la tranquilidad ciudadana entre las bandejas de pollo, cerdo y ternera: «Reponemos cada día. Hemos reforzado el aprovisionamiento de productos básicos». Luis, trabajador y socio de Eroski, admitía que «el movimiento es el de un lunes normal». Aún así, no quedaba ninguna bandeja de lomo. «Estamos recuperando el género poco a poco. Seguramente hasta que dentro de unos días vuelva a reinar la locura», relataba. Productos básicos como la leche también escaseaban.
Virginia, Empleada de Super BM
Amaia,Empleada de Carrefour
Mención aparte se merece el desabastecimiento del papel higiénico en casi todas las cadenas de supermercados. El Super BM de María Díaz de Haro, que también ha limitado el aforo y provee guantes de plástico en la entrada para los clientes, aparentaba una cierta normalidad en cuanto a la cantidad de productos, pero la zona del papel higiénico estaba desierta. «Es demencial que la gente se lleve todos los paquetes, a mi cuando me lo contaron no me lo quería ni creer», manifestaba Dani, un cliente no daba crédito a «la barbaridad que ha ocurrido estos días».
Virginia se movía por el pasillo del 'súper' tirando de un montacargas manual con un palé de cartones de leche, otro de los alimentos que más se han agotado. «Llevo trabajando en esto cuarenta años y en vida he visto algo así. Ni siquiera cuando hubo una huelga de camioneros y no llegaban los productos. Eso no fue ni la cuarta parte de esto», relataba. La compañía en la que trabaja también ha tomado medidas preventivas pero, en su opinión, de nada sirve todo eso «si la gente no cumple con lo suyo». «Nosotras al final somos carne de cañón. Y hay mucha gente que no está concienciada», zanja.
En el Carrefour de la misma acera, con mucha menos afluencia de gente, se nota la ausencia de leche, papel, carne, fruta u verdura. Para la encargada Amaia, «ya pueden venir todos los camiones del mundo a reponer, que si la gente se lleva 20 kilos de algo que suele llevarse uno, nos quedaremos sin nada igualmente». Después de vivir momentos «surrealistas» la semana pasada, el Mercadona de la calle Urquijo respiraba algo más de tranquilidad. «Hoy está siendo normal, desde el sábado a la tarde ha bajado, aunque los paranoicos sigan llenando los carritos», comentaban las trabajadoras Olga y Nieves.
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