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itsaso álvarez y judith romero
Domingo, 20 de junio 2021, 00:50
El tiempo entre dosis de AstraZeneca (doce semanas, 84 días) está propiciando que ya haya más vascos de 50 a 59 años con la pauta completa que en la franja de los inmediatamente mayores. Y salvo que el ritmo de vacunación se acelere entre los ... sexagenarios, va a suceder igual con los que tienen una edad comprendida entre 40 y 49 años, cuya inmunización está en marcha. Al ser inoculados con el suero de las farmacéuticas Pfizer y Moderna, que requieren menos tiempo entre dosis -entre 21 y 28 días-, van a estar protegidos al cien por cien antes que muchos de los 176.000 vascos de 60 a 69 que recibieron el pinchazo inicial de AstraZeneca en abril y mayo. Una paradoja.
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El Departamento de Salud del Gobierno vasco no ve motivos para alterar el calendario con el preparado de AstraZeneca. Considera que la protección frente a los casos más graves sigue siendo muy alta con una sola dosis. Además, se ha demostrado que la respuesta inmunitaria con este medicamento es mayor si se espacian más las dos inoculaciones. Son los pros, porque también hay contras. «Lo más importante es proteger a los más vulnerables y estos son ahora los mayores de 60 más que los de 40», en opinión de Federico Martinón, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago, y asesor en vacunas de la Organización Mundial de la Salud. Entre muchos sexagenarios hay desconcierto. Se sienten rezagados. «Me resulta raro que mi hijo de 45 años esté vacunado el 6 de julio y yo no tenga cita hasta el día 26», señala Ángel Gutiérrez, que recibió la primera dosis en mayo.
José Luis Carrascal | 61 años
El 22 de abril José Luis Carrascal, bilbaíno de 61 años, recibió el primer pinchazo de AstraZeneca. Hasta el 15 de julio no tiene cita para el segundo y último. «Yo me he vacunado el viernes pasado y tengo la segunda el día 2», comenta a su lado, un compañero. «Pero tú tienes Pfizer», le dice con resignación Carrascal. «Mi mujer, que tiene 59 años, también está vacunada desde hace dos semanas, con Pzifer. Obtuvo la primera dosis tres semanas después que yo, es llamativo. Lo hemos comentado entre nosotros muchas veces, pero como no puedes hacer nada, lo asumes. Estoy a la espera. Sin ansiedad, pero con ganas».
En casa de José Luis son cuatro. Una de ellos, sanitaria, también vacunada, «ella pasó el coronavirus». «Casi todos mis amigos están como yo. Sus mujeres tienen una diferencia de uno o dos años, al igual que yo. Justo cogió en el cambio de década. Las mujeres están todas vacunadas y a todos los maridos les falta una dosis. Todos se vacunan además al mismo tiempo que yo, el 15, el 16, el 12...». Carrascal había subido al Arnotegi en la mañana en la que lo encontramos comiendo un pintxo en una cafetería cercana al centro de vacunación de La Casilla, en la capital vizcaína. «Cuando me llamaron para vacunarme no fue una fiesta, pero casi. La pena que ahora voy a ser el último», concluye.
Aquilino Sanz | 69 años
A Aquilino Sanz no le inyectarán la segunda dosis de la vacuna hasta el 26 de julio. «Ya que me pusieron AstraZeneca espero que esta vez repitan con la misma», deseaba este jubilado de 69 años en la vitoriana plaza de la Virgen Blanca. Tras doce semanas de espera no recuerda cuándo recibió el primer pinchazo. Pese al debate parlamentario, no tiene una opinión clara sobre si conviene dejar ocho semanas, once, o tres meses de margen. «No somos científicos y no sabemos qué es lo mejor, pero estamos deseando recibir la pauta completa», resume.
Sanz será una de esas personas obligadas a interrumpir sus vacaciones para no perder su cita de vacunación. «De momento vamos a 200 km, a Burgos, y no más lejos, pero volveremos para que puedan vacunarme», se resigna convencido de que, al menos, esos 400 km adicionales valdrán la pena. Su hermana recibió la vacuna de Pfizer y le sentó algo mal, así que espera que su segunda cita con AstraZeneca en el vacunódromo de Lakua sea más llevadera. «Tenemos que conformarnos y venir cuando nos llamen», anima encantado con la perspectiva de que las mascarillas desaparezcan dentro de poco de las calles aunque haya personas más jóvenes vacunadas por completo antes que él. «Si por la calle no hay mucha gente, no veo por qué no puede uno quitársela», plantea.
Yolanda Jaspe | 49 años
«Me dieron la primera el 26 de marzo. Yo estaba trabajando como personal de refuerzo en una ikastola y nos vacunaron a todos», arranca Yolanda Jaspe. La segunda dosis de AstraZeneca la ha recibido esta semana, el martes 15.
«Tengo un chat con mis antiguas compañeras de clase y lo hemos comentado. Ellas, que son de mi quinta, están vacunadas hace tiempo, pero como a mí me incluyeron en este grupo, he acabado bastante más tarde. Es curioso, cosas que pasan, supongo. Yo pensé que me iba a vacunar antes y al final ha resultado así», subraya esta mujer de 49 años. Yolanda prefiere ver el vaso medio lleno: «También es verdad que durante mucho tiempo yo he tenido cierta inmunidad gracias a la primera dosis, entonces... No he tenido miedo, y eso que trabajaba en una ikastola. Y ahora no me he puesto la de AstraZeneca, me han dado la Pfizer. Si han dicho que es segura, confío en que sea así. Mi marido, que trabaja en el transporte público, como trabajador esencial está en una situación parecida a la mía».
Yolanda Jaspe es la más pequeña de sus hermanos. «Los demás están medio vacunados», comenta. «Mi hermano que tiene 65 acaba la semana que viene, tarde también para su edad. Lo sorprendente es que hay quien en un mes está vacunado», reflexiona.
Kontxi Aizarna | 62 años
Llevaba un año y medio sin salir fuera a comer, pero Kontxi Aizarna por fin se animó a quedar con un amigo en una terraza de Vitoria. Está a punto de ser inmunizada tras esperar desde el 3 de abril hasta el 27 de junio, lo que le dará un plus de confianza para volver a sus rutinas. «Me parece que, si está establecido así, esperar doce semanas es lo correcto. Lo que no me apetece ni creo que tenga sentido es mezclar vacunas», explica.
El primer contacto con el suero de AstraZeneca la dejó con escalofríos durante 24 horas. «Pese a todo, merece la pena con tal de no acabar en el hospital. Llevo mucho tiempo medio autoconfinada, con el miedo en el cuerpo», reconoce. Considera que los constantes cambios de instrucciones y anuncios por parte de las instituciones no han ayudado a crear un clima de confianza. «Oímos que el LABI se reúne un día o el otro, pero no tenemos claros los criterios», señala. Espera marcharse de vacaciones en agosto -«sin la pauta completa no me planteo ir al extranjero»-, pero, aunque numerosos vascos de 40 y 50 años ya están inmunizados y ella pronto lo estará, cree que es demasiado pronto para decir adiós a los cubrebocas. «Los jóvenes están todavía sin vacunar y la incidencia debería bajar más. Otros países tienen las tasas más bajas y todavía no las han eliminado», apunta.
Álvaro Aguirre |59 años
21 abril-21 de junio. Son las fechas otorgadas a Álvaro Aguirre, que trabajó como psicólogo, para inmunizarse. «Aquel día de hace dos meses, en el centro de vacunación, me llamó mucho la atención que a nadie nos pidieran el carnet de identidad a la entrada. Sólo decían, 'aquí los médicos', 'aquí los psicólogos'... E íbamos pasando. Es un protocolo mal hecho, hay que ser más exhaustivo. Nos están diciendo que somos rebaño y es verdad, no preguntamos, aceptamos lo que llega. Mi padre tiene 95 años y dice que hasta en la Guerra Civil los camiones que traían el pan a Albia mostraban más rigor».
Aguirre es muy crítico. «Primero nos vacunan de AstraZeneca y resulta que nos tienen en una incertidumbre porque no sabemos si es buena. Segundo, pretenden que la edad sepa que la dosis de un fármaco te va a hacer bien o mal. Y tercero, estamos aquí sin haber acabado de vacunarnos mientras contemplamos que otros más jóvenes ya lo tienen todo. Los diagramas que han elaborado están totalmente equivocados, la planificación, bajo mi punto de vista, no tiene ni pies ni cabeza», considera.
«Otro despropósito es que a una cajera de supermercado que está expuesta a clientes, compañeras y proveedores, que tiene más riesgo de contagio que un futbolista de la Selección, no le hayan vacunado», continúa.
Toribio Pérez | 66 años
Toribio Pérez preferiría que se acortaran los plazos para recibir la segunda dosis de AstraZeneca. No tanto por el temor a la aparición de nuevas variantes o porque personas más jóvenes que él ya tengan la pauta completa, sino porque esperar a la segunda dosis ha convertido su verano en un desaguisado. «Tengo la segunda cita el 25 de julio. No me atrevo a salir de Vitoria antes por si me la adelantan, pero irse de vacaciones en agosto es más caro. A ver si puedo hacer algo aunque sea del día 26 al 4», se plantea.
La primera dosis, hace algunas semanas, fue como la seda, pero Pérez se declara aburrido de esperar la segunda. «A estas alturas ya me da igual si quieren inyectarme Pfizer o AstraZeneca. Sólo quiero terminar con esto pronto», explica imaginándose ya en el Hospital de Txagorritxu, donde le han citado en las dos ocasiones.
Admite que le da un poco de envidia que las personas de 50 años hayan recibido Pfizer o Janssen y visto muy reducido su periodo de espera. «Tenían que habérnosla puesto a nosotros también, tenemos más riesgo de infección», apunta. Pérez tampoco cree que estemos preparados para volver a vernos las caras sin protección. «Me cuesta imaginarlo en los interiores, aunque a lo mejor en la calle la experiencia resultaría bien. Vacunados estaríamos mejor», anima.
Mari Luz Otxoa | 63 años
«Mi hermana me ha dicho que, para la segunda dosis, es mejor que me pongan la misma, AstraZeneca, y voy a hacerle caso», avanza Mari Luz Otxoa, nacida en Barakaldo hace 63 años. «Yo no soy de vacunarme ni para la gripe ni de tomar nada si no es imprescindible, pero si quiero ir con mi madre, que tiene 89 años, a Alicante, no me queda otra», argumenta.
Otxoa opina que «los de 55 años tienen suerte de estar ya vacunados. Como mi hermana, con la que me llevo ocho años. A mi cuñado, que tiene 59, también le han dado las dos dosis pronto. Es el de la cuchara». Mari Luz Otxoa enseña un vídeo donde se le ve a su cuñado colocando una cucharilla en el punto del brazo donde ha recibido los pinchazos y se ve cómo se queda pegada y no se cae.
«Yo tuve un problema. A mi madre le llamaron por teléfono para darle cita y yo esperaba que conmigo hicieran lo mismo. Pero no. No vi el mensaje en el móvil y me avisaron las vecinas, 'a nosotras nos ha llegado'. Miré y sí. Entonces, yo me vacuné más tarde de lo que me hubiera correspondido». Así y todo, fue el 9 de abril. La segunda dosis la tiene prevista para primeros de julio.
Otxoa estuvo confinada en Navidad, la consideraron contacto estrecho de una amiga suya que estaba contagiada. «Mi madre en una punta de la casa y yo en la otra», explica.
María Luz Vara | 66 años
«Me alegro por las personas de 40 o 50 años que ya tienen la pauta completa, pero para nosotros es una faena», resume Mari Luz Vara mientras toma algo en la terraza de la plaza de abastos de Vitoria. Se declara «cabreada» por tener que esperar tres meses, hasta el 27 de julio, para disfrutar de un verano que «ya se habrá pasado». «¡Y eso si no te atrasan la cita!», suspira. La primera dosis la recibió el 4 de mayo, «en el cumpleaños de mi madre».
Vara trabajó como auxiliar y en limpieza en la Sanidad durante 48 años, pero nunca ha sido muy aficionada a recibir vacunas (no se pone la de la gripe). Sin embargo, con la del Covid-19 hizo una excepción. «Me he vacunado para poder viajar», confiesa.
Por el momento se resigna a desconectar en la ciudad, pero no olvida el viaje a Lanzarote que le habría gustado hacer durante el mes de julio. «Quiero esperar un par de semanas para que se desarrolle la inmunidad», apunta. «Si es efectivo», se declara partidaria de adelantar la segunda pauta y aplicarla en la octava semana, como ya se hace en Bélgica. Sus amigas bromean y se refieren a la vacuna de AstraZeneca como la 'asquerosa'. «Pese a todo, no pienso darme la segunda dosis si no me ofrecen la misma vacuna. No me parece apropiado mezclar distintos fármacos», plantea.
Ángel Gutiérrez | 68 años
Ángel Gutiérrez, natural de Barakaldo, cumplirá 69 años en agosto. Poco antes, a finales de julio, ha sido citado para completar su protección frente al Covid-19. «A mis hijos que tienen 42 y 45 años les han llamado para vacunarse ahora. Les han mandado un SMS para que se apunten, pero parece que está saturado. De todas maneras, van a acabar antes que yo. Mi mujer se vacunó un mes antes que yo, en abril, y volverá a hacerlo ahora. Ella tiene 65. Se supone que somos vulnerables. Claro que tenemos más riesgo, pero no les importa. Total, uno más... A mi nuera, con problemas de bronquios, aún no le han vacunado entera; y a mi hijo, que le falta un riñón, le llaman ahora. Los médicos no tienen la culpa de lo que haga la Seguridad Social, pero es increíble. Yo he luchado mucho por la democracia y siento que no ha valido para nada. Ya paso de todo, porque la gente no protesta nada», dice.
«A mí me han hecho un análisis genético porque en mi familia hay historial de trombosis. Me puse en contacto con mi neuróloga y con mi médica de cabecera, pero me dijeron que AstraZeneca no tenía por qué afectarme para mal. Vale. Pero aquí estoy, con 68 años, esperando a terminar. ¿Que me tenían que haber dado antes toda la pauta? Pues sí. Pero hay muchos como yo. A ver si le vacunan a mi hijo ya, es lo único en lo que pienso ahora».
Maite San José | 62 años
Vacunada el 18 de abril, volverá a pasar por el centro de vacunación el 11 de julio. «En mi opinión, la Janssen, vacuna que ha salido en último lugar, tenía que haber sido la primera, y así a la gente de mi edad nos hubieran ventilado antes. No tenemos ni idea de nada, por otra parte, y debemos conformarnos con lo que llega», señala. Maite San José dice que «al principio estaba muy negada con las vacunas, pero vi que el virus era peor. Así que me daba igual que me dieran ésta, AstraZeneca, que la otra o la otra. De lo que me estoy dando cuenta es que se tarda mucho en inyectar la segunda dosis. Mi marido ha quedado inmunizado en 21 días, y es mayor».
Para esta mujer de Bilbao, «tenían que haber vacunado primero a la gente mayor de 75 años y a los jóvenes de 20 y 30. Porque la gente joven es la que sale. Para luego ir cerrando el círculo. Y si a mí luego me correspondía antes o después, pues bueno». ´
San José ha decidido que si el 11 de julio no le dan el suero de AstraZeneca, como el que recibió en abril, no se vacunará. «No vaya a ser que me hagan un cambio y, por lo que sea, salga mal. O esa o ninguna. Lo preguntaré, ¿cuál me vas a dar? Y si tengo que esperar más, lo haré, porque total, ya puestos... Creo que nos han comido el tarro con lo de los problemas que causa AstraZeneca, yo no me lo creo».
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