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Irma Cuesta
Domingo, 12 de agosto 2018, 01:21
En la madrugada del 5 de febrero, cuando los agentes entraron a la fuerza en el número 4 de la calle Los Abetos, la mansión de Sito Miñanco en Algeciras, lo encontraron en la cama. Sobre la mesita de noche, el narco de Cambados guardaba ... un dosier plastificado de 'Fariña', la serie creada por Bambú Producciones y Atresmedia que ha quedado incluida para siempre en el imaginario seriéfilo patrio y en la que él, uno de los grandes traficantes que ha alumbrado Galicia, es el protagonista.
Nadie sabe con certeza si al mítico contrabandista le gustó el guion; si ha leído el libro de Nacho Carretero en el que está basado o si, desde su celda, ha seguido la ficción televisiva. Seguro que alguien le ha contado ya que uno de cada dos gallegos sí la ha visto. También le habrán dicho que en los pueblos en los que vivió y se hizo rico a su manera, y en todas las aldeas que los productores de 'Fariña' eligieron para narrar su historia y la de sus colegas, las tiendas muestran camisetas con su nombre que los turistas les quitan de las manos.
El primer episodio de 'Fariña' se emitió el 28 de febrero y logró una audiencia del 21,5%; unos 3,4 millones de espectadores. Eso, a pesar de que lo tenía todo para no encajar fuera de Galicia: actores gallegos, muchos de ellos no demasiado conocidos, con acento local, muy poca luz y una trama que obliga al espectador a andar listo si quiere enterarse de qué va el asunto. Es verdad que ayudó, y mucho, que el libro de Nacho Carretero en el que está basada la historia fuera secuestrado cautelarmente por el juez después de que el exalcalde de O Grove José Alfredo Bea Gondar sintiera que su honor había sido vulnerado.
Ramón Campos (Noia, 1975) supo desde el primer momento que merecía la pena. En cuanto vio la oportunidad de hacer una serie con el trabajo de Carretero, el productor gallego fue a por ella. «Lo primero que escribí en mi vida fue el guion de una película titulada 'Entre bateas', que cuenta la historia de dos amigos contrabandistas. Uno de ellos se queda en el tabaco y el otro se pasa a las drogas. Como buen gallego, el tema siempre me ha interesado y en más de una ocasión lo he planteado en Madrid, pero siempre me decían que no. Hasta que llegó 'Fariña'».
Campos recuerda entusiasmado que, cuando el escritor -a pesar de las muchas novias que tenía su libro- decidió que serían ellos quienes lo convertirían en una serie para televisión, pensó que no había mejor lugar que Noia para montar el campamento base. «Imagino que hay algo de eso que yo llamo orgullo paisano. Sabía que en mi pueblo nos facilitarían las cosas; al fin y al cabo, es tierra de músicos y poetas».
Campos, fundador de Bambú, la productora que está detrás de éxitos como 'Gran Reserva', 'Velvet' o 'Gran Hotel', recurre a ese orgullo paisano del que habla para explicar que el 99% de los actores de la serie son gallegos y que, de algún modo, Galicia es la gran protagonista. «Creo que para Noia también ha sido importante. Un grupo de 200 personas desembarcando en el pueblo y los alrededores, alquilando casas, comiendo, tomando copas... Durante cinco o seis meses, se convirtió en un revulsivo económico. Además, todos se volcaron. Las colas de gente para hacer de extra en la puerta del Coliseo eran impresionantes y a mi madre la terminamos apodando la 'madre ejecutiva'. Todo el mundo la llamaba para pedirle que le hiciéramos un hueco, y ella rápidamente pasaba el mensaje».
Ramón Campos-Productor
Gente como Pablo Antelo, un chaval de Muros de 30 años al que un amigo le contó que los tipos que preparaban la grabación buscaban extras precisamente con su perfil: joven y con el pelo algo largo. «Al principio pensé que era coña, pero me puse en contacto y al momento me contestaron. Grabé una noche, de diez a dos de la mañana, y salgo en uno de los capítulos finales en los que se recrea una de las manifestaciones de madres contra la droga. Hago del fotógrafo que acompaña a un periodista a cubrir la información. No digo una palabra, pero son 22 segundos de una actuación espectacular», avisa riendo.
A él, como a otros muchos vecinos de la zona, no le ha sorprendido demasiado la detención, esta misma semana, del más veterano de los capos gallegos: Manuel Charlín, de 85 años. «Aquí muchos saben que, aunque las cosas no son como en los ochenta, se sigue con el negocio», dice sin querer entrar en más detalles.
Un grupo de personas, la mayoría jóvenes, va llegando a la Plaza del Tapal, junto a la iglesia de San Martín de Noia, el pueblecito de La Coruña situado en el punto más interior de la ría de Muros, la más septentrional de las Rías Bajas, que nos recibe envuelto en niebla y regado por esa lluvia fina y persistente que aquí llaman orballo. Iria Caamaño pone orden en el grupo e inicia un itinerario que llevará dos horas y en el que, desde hace unos meses, se han incluido buena parte de los lugares en los que se rodó 'Fariña'. La guía reconoce que muchos visitantes no saben que fue allí donde los responsables de la serie se establecieron; que el lugar desde el que Sito Miñanco montó su centro de operaciones no es otro que los viejos Astilleros Hermida, hoy abandonados; o que la playa de As Furnas, el escenario donde mantenían sus discretas reuniones Miñanco, Terito, Oubiña y Charlín, está a solo unos kilómetros tirando hacia el sur. «Quienes sí lo tienen claro son los gallegos. Los de fuera, especialmente los de menor edad, preguntan, porque muy pocos se han perdido la serie. Pero desconocen que muchas de las localizaciones que han visto a través de la tele están aquí mismo».
El caso es que Iria salpica su 'tour' con detalles de 'Mar adentro', la película de Alejandro Amenábar que cuenta la historia de Ramón Sampedro, el gallego que quedó tetrapléjico tras un mal baño en As Furnas. También habla de Julia, la protagonista de 'El Ángel Perdido', la novela de Javier Sierra cuya historia comienza y termina en Noia. Y, por supuesto, de Claudio Guerín, el cineasta que murió al precipitarse desde la torre de la iglesia -que Iria señala teatralmente- durante el rodaje de 'La campana del infierno'.
Todo resulta interesante, pero es al mencionar 'Fariña' cuando los paseantes que han quedado algo rezagados pegan la oreja. Y sí, no es solo que la plaza, el mercado, la entrada de la ría, los arenales cercanos... hayan puesto los escenarios a la serie, es que Javier Rey, su protagonista, es de allí.
«Mira, esa es su casa. Sus padres siguen viviendo ahí». Félix González Túñez (Noia, 1955) apunta hacia un chalet de dos plantas guardado por un perro guapo y enorme. Marino retirado, es el fundador-director del Museo del Mar, que estos días aguarda paciente su nueva ubicación. A él recurrieron los técnicos de Bambú y el productor ejecutivo de la ficción cuando buscaban un asesor sabio y experimentado. Félix no solo les prestó cartas náuticas de la época, radios, emisoras de onda corta y banda corrida como las que utilizaban los narcos a finales de los setenta, cajones, equipos de navegación... También les habló de aquellos personajes cuyas vidas Carretero recorre en su libro.
Félix González-Museo del Mar
«Medio pueblo participó de una u otra forma en la serie. Todo el mundo se volcó durante los meses de rodaje», dice. Y de seguido confiesa que, cuando era solo un chaval que estudiaba Náutica soñando con labrarse un porvenir, los narcos le tentaron para que se uniera a uno de los clanes que entonces manejaban el negocio de la droga. «En la mar había dos tipos de gente: la que cogía la maleta y marchaba a buscarse la vida a las plataformas o, como yo, a recorrer el mundo en un mercante, y la de bajura. Para ellos era muy difícil subsistir de la pesca. El que se quedaba a la sardina o al berberecho, que entonces no quería nadie, lo tenía muy complicado para salir de la pobreza. Por eso, contrabando siempre hubo. Café, bacalao... luego tabaco y después... la droga».
En el pueblo, Esther, la dueña del restaurante La Parra, en uno de los soportales del casco viejo, apenas da abasto. Allí pasaron algunos de sus ratos de descanso muchos miembros del equipo de grabación. Hoy atiende la cocina sin apenas un momento de respiro. A las comidas, explica, «se le pegan las cervecitas de la tarde y luego las cenas». Esther habla de aquel tiempo pasado con tristeza; de cómo el contrabando se convirtió en una forma de ganar dinero fácil y, para muchos, de salir de la miseria. Pero tiene 63 años, así que ha visto morir a muchos amigos y conocidos por culpa de la droga que los Miñanco o los Charlines, posiblemente el clan más peligroso y sanguinario, introdujeron en España por las costas de Galicía.
Nadie en este trozo de tierra que saluda a las Rías Baixas ha enterrado en su memoria a la generación perdida. A todos esos chavales que murieron por culpa de una sobredosis o por haber tenido la mala idea de compartir jeringa. Pero tampoco parecen haber olvidado los televisores que se compraron, los cochazos que paseaban por las calles, los préstamos que se cerraban con un apretón de manos y lo mucho que florecía el negocio inmobiliario.
Hace unos meses, Javier Rey confesó que mucha gente en Cambados le había pedido que 'tratara bien' a Miñanco. «La primera semana de rodaje se me acercó una persona diciéndome que honrara a Sito. Fue el primero de muchos. Querían que lo significara, que no destruyera ese halo de 'buena gente' que tenía», ha confesado el actor.
Solo hay que darse una vuelta por la zona de Arousa para percibir que en Galicia se mantiene una extraña relación con los grandes narcos. «En muchos conviven los sentimientos de amor y odio. Por lo demás, Miñanco era un 'crack' en lo suyo. Conocía las rías mejor que nadie; desde luego, mucho mejor que la Guardia Civil. Y reclutaba a chavales que fueran audaces, ambiciosos, que tuvieran necesidad y dominaran el terreno en el que se movían los alijos». Juan Segade, también es guía, y en su página web oferta desde hace meses una 'Ruta Fariña' que se ha convertido en todo un éxito; un viaje que parte de la Casa del Concello de Noia y finaliza en Cambados, después de disfrutar de la ría de Muros y la comarca de O Salnés. Juan recuerda sus visitas a la familia de su padre en Porto Novo, cuando aún era un «meniño», y cómo veía pasar los 'Ferrari' cuando tocaba torear la tarde asomado a la ventana. «De algún modo, despertaron una economía que estaba muerta. Al principio, además, todo iba bien. Al fin y al cabo, el tabaco no se veía tan mal por aquel entonces y aquí, en toda la raya (la frontera que separa Galicia y Portugal), siempre ha habido contrabando. Luego las cosas se complicaron cuando llegó la droga».
No exagera. Uno de cada tres cigarrillos que se fumaban en Galicia en los ochenta eran de batea. Un negocio que, atendiendo a estadísticas oficiales, implicaba que el 35% del tabaco que estaba al alcance del ciudadano tenía origen ilícito. Cualquier chaval sabía que esa cajetilla que su padre le encargaba comprar en la taberna había llegado del mar en planeadora. Si todo el mundo compraba aquel tabaco, ¿por qué castigar al que lo traía? Esa era, en opinión de muchos gallegos, la reflexión que cabía hacerse. Otra cosa fue lo que vino más tarde, los estragos de una mercancía más perniciosa, cuyas consecuencias pocos entonces aventuraban.
Juan Segade-Guía
«Creo que hay que mirar lo ocurrido en su contexto. Hay quienes nos han acusado de falsear la historia; otros incluso nos reprochan que han pillado a los niños en el recreo jugando a ser Sito Miñanco. A quienes lo plantean así, les digo que esos niños deberían ver la serie hasta el final. Es verdad que en los primeros capítulos aparece un personaje atractivo, pero es que también es cierto que supo ganarse a la gente y era generoso. Fue un tipo leal a los suyos. Cuando caían, él se ocupaba de sus familias, y eso en Galicia no se olvida. Creo que es ese perfil de delincuente controvertido, con grandes cualidades y grandes defectos», apunta Ramón Campos.
El caso es que, en este pedazo de Galicia que los vio nacer, crecer, hacerse ricos, morir o acabar en la cárcel, no parecen dispuestos a dejar pasar la oportunidad que les ha brindado 'Fariña'. En los bares suena la canción de Iván Ferreiro que ha acompañado las primeras imágenes de cada episodio y en la tienda de Inma la camiseta en la que se lee «O que teño que facer para non ter que ir ao mar» es el gran 'hit' de la temporada. Hace unos meses, un compañero de Miñanco en chirona le comentó a Campos que al auténtico protagonista de la historia, la serie no le había parecido del todo mal. «Es entretenida, pero no todo lo que cuenta es verdad», debió de decir Sito Miñanco.
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