Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Marcela Valente
Jueves, 25 de julio 2019, 00:02
Desde hace más de cinco siglos, el mate, una infusión combatida sin éxito por la Inquisición, es la bebida más representativa de la región del Río de la Plata. Argentina, Paraguay y Uruguay se disputan su acervo, pero su existencia precede a esos Estados. ... Fueron los indígenas guaraníes, desparramados por aquel territorio sin fronteras, quienes descubrieron los atributos de la hierba para usos tan diversos como mantenerse despiertos o paliar el hambre.
Desde entonces, la tradición de 'matear' –con sus variantes– es parte central de la idiosincrasia de estos pueblos de Sudamérica. A cualquier hora del día –como desayuno, a media mañana; después del almuerzo, a la tarde; como cena entre los más pobres, o más tarde para prolongar una buena conversación o acompañar al estudiante, a un médico de guardia, a un chofer de ómnibus–, el mate es un estimulante natural.
Aunque quien lo prueba por primera vez casi siempre frunce el ceño, la yerba se ubica entre las 50 mejores bebidas del mundo según la encuesta de CNN Travel. Está por encima del Martini de EE UU, el mojito cubano o el whisky escocés. Pero, además, su ingesta es muy saludable, rica en antioxidantes, minerales y vitamina B y su consumo está al alcance de todos. Salvo de los que viven en países donde resulta imposible conseguirla.
Para celebrar la pervivencia de esta costumbre endémica, Twitter adoptó éste año el 'emoji' del mate. En estas semanas se prevé que lo haga Google y, para fin de año, Facebook y Whatsapp. No obstante, como sostienen en Uruguay, el mate, que convoca a la rueda de tomadores en la casa, la oficina o la universidad, es la más antigua y genuina red social del Río de la Plata, la que permite a los usuarios conversar mirándose a los ojos.
La hoja se obtiene del árbol 'Ilex paraguariensis', que crece en la Selva Paranaense –un bosque que se extiende por el nordeste de Argentina, el este de Paraguay y el sur de Brasil–. Los guaraníes vivían en ese hábitat que se prolongaba hasta el norte de Uruguay y la actual Bolivia. Ellos utilizaban la hoja para elaborar la bebida, masticarla, como objeto de culto o moneda de cambio. Una vez cortadas las ramas, las pasaban por encima del fuego para secarlas. Los indígenas adoptaron la costumbre de tomarlo con agua fría, en una calabaza partida por la mitad que utilizaban como vaso y una bombilla o caña ahuecada para sorber el agua sin las hojas. La palabra 'mate' significa calabaza en lengua quechua. Su costumbre de beber del árbol más sagrado de la región se basaba en la recolección. Con la llegada de los jesuitas, los guaraníes aprendieron a cultivar la planta, que una vez secada se molía con mortero.
Los españoles propagaron el consumo por todo el Virreinato del Río de la Plata, aunque no sin obstáculos. En el siglo XVII, la Inquisición de Lima prohibió el mate como bebida «del demonio» y su consumo era multado y penado con el látigo. «Aunque parece vicio de poca consideración, es una superstición diabólica», le aseguraba el padre Diego Torres al rey de España en una misiva de la época. «Los hombres (indígenas) no pueden aguantar a que se diga la misa sin tomar esta yerba. Es un vicio sucio, toman varias veces al día esa yerba con gran cantidad de agua caliente», despotricaba, convencido de que la costumbre hacía a los indios «holgazanes».
El rey prohibió entonces ese «abominable» ritual, pero poco después debió retroceder. Y es que los ricos también compartían el mate en sus tertulias. En calabazas y bombillas con incrustaciones en plata, la élite colonial disfrutaba del mate que cebaban (no se dice servían) sus esclavas. Lo bebían con agua o leche, lo endulzaban con azúcar o miel.
En un comienzo, Paraguay era el mayor productor. Pero, desde el siglo XIX, Argentina se posicionó en ese sitial y lo exporta principalmente a Siria, Chile, Líbano, Estados Unidos y España. También está empezando a colocarlo en India. Los sirios lo adoptaron cuando inmigraron a Argentina y lo llevaron luego a su país. Pero cada sirio bebe de su propio mate y comparten el termo.
En Argentina lo toman ocho de cada diez nacionales y es el país donde más se vende, aunque, si se mide el consumo per cápita, lo supera Uruguay (ocho kilos por habitante y año, frente a los 6,4 kilos de sus vecinos). Así como los paraguayos adoptaron la costumbre de beberlo con agua helada mezclada con algún cítrico y hojas de menta (el 'tereré'), los uruguayos son conocidos por llevar termo y mate por la calle. Luis Suárez, futbolista del Barcelona y miembro de la selección uruguaya, va con su termo a los entrenamientos. Los argentinos Diego Maradona y Lionel Messi lo toman y compañeros suyos, aunque extranjeros, se han fanatizado con él, como Antoine Griezmann. Pero hoy el 'matero' más famoso del mundo, que paró su caravana entre la multitud para tomarse uno, es el Papa Francisco, una prueba de que su ingesta dejó de ser un pecado abominable.
El agua debe estar caliente pero no hervida. El mate se carga con la yerba y se sacude tapando su boca con la mano para que se mezcle. Se vierte un chorro de agua tibia en un costado y por ahí se entierra la bombilla (caña o pajita para sorberlo). Entonces el mate está listo para ser cebado. Hay que introducir el agua despacio junto a la bombilla, manteniendo una montañita de yerba seca en la mitad del mate. De lo contrario se 'lava', lo que equivale a decir que se arruina. «¿Dulce o amargo?», «¿Con edulcorante?», «¿Quién ceba?», son las preguntas que preceden a la ceremonia. «¿Para qué lado va la ronda?», quiere saber el recién llegado, para ver cuánto le falta para tomarlo. El mate se termina cuando al sorberlo hace ruido y hay que devolverlo al cebador. Pero no hay que decir «gracias» si uno quiere seguir tomando; sólo cuando no quiere más. Si la yerba se lava, se cambia. Aunque si la charla es buena, no se recomienda interrumpir. Si el mate se estanca en la mano de un tomador que está hablando mucho, se le recuerda graciosamente que «el mate no es micrófono», para que apure el trago que todos esperan seguir compartiendo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.