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Hace tiempo que en la Fundación Gizakia observaron que las chicas, que ya suponen el 40% de las usuarias en el servicio de adolescentes, consultaban por conflictos familiares, por su estado emocional... y, cuando las iban conociendo, aparecía otro problema: las «relaciones afectivas de control ... y abuso». De ahí que en 2019 pusieran en marcha un programa específico de violencia de género y relaciones tóxicas, un área en la que, con la pandemia, han notado «un agravamiento en este tipo de conductas», explica Erdoitza Unanue, coordinadora del servicio.
En estos dos años, «vinculado con el uso de las tecnologías», tienen casos de «ciberacoso» que las propias jóvenes «normalizan». «A veces hay persecución a través de las redes, insistencia para quedar, para que les manden una foto, para que respondan porque el 'Whatsapp' tiene doble clic azul...», relata. La forma de «gestionar el malestar» que están viviendo, en una adolescencia marcada por «los cambios» y el aislamiento de la crisis sanitaria, tiene sus particularidades en el caso de las chicas.
Las jóvenes presentan más problemas de ansiedad y sintomatología depresiva, con trastornos de la conducta alimentaria y «violencia autodirigida hacia ellas mismas, con tendencia a hacerse cortes o autolesiones», señala la especialista.
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