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ainhoa muñoz
Domingo, 22 de agosto 2021, 08:48
¿Qué hay detrás de los disturbios nocturnos? ¿Por qué algunos jóvenes han tomado por costumbre atacar a la Ertzaintza cuando los agentes tratan de disolver aglomeraciones? ¿A qué se debe esta actitud? ¿Qué motiva a los chavales a lanzar botellas de vidrio o cualquier ... otro objeto contundente a las patrullas de la Policía vasca? Varios expertos tratan de arrojar algo de luz sobre esta nueva violencia vinculada a la pandemia.
Aproximadamente, el 70% de los adolescentes entre 14 y 18 años hacen botellón sistemáticamente. Y alrededor de un 80% de los universitarios también. César San Juan aporta estas cifras para evidenciar el espectro tan amplio que existe alrededor de esta práctica que, dice, se ha vuelto más habitual si cabe desde que los jóvenes carecen de un escenario de ocio alternativo a los bares o discotecas. Pero, ¿por qué existe un grupúsculo que decide arremeter contra la Policía? «Cuanto mayor es el volumen de personas en un contexto de ocio, y si se está consumiendo alcohol, las decisiones que se dan en grupo son menos racionales y se pueden dar esos comportamientos violentos», argumenta el profesor de Psicología Social de la UPV/EHU.
A juicio de este experto en Psicología Criminal, los reiterados ataques de madrugada que están sufriendo los agentes de la Ertzaintza son «comportamientos violentos desideologizados que no tienen que ver con la lucha contra la Policía». «Es simplemente -continúa- un comportamiento agresivo que se canaliza por esa vía porque son los policías los que se personan ahí». Es más, San Juan asegura que entre la juventud existe cierta expectativa de que se produzcan altercados: «Si no viene la autoridad a disolver es como se si hubieran frustrado las expectativas, casi como si formase parte del espectáculo nocturno».
San Juan -que detalla que la falta de percepción de riesgo, el sentimiento de invulnerabilidad y el desafío a la autoridad son características propias de las edades que tienen los protagonistas de estos disturbios- califica de «problema preocupante» este tipo de actos. Un problema, dice, «de solución largoplacista».
El profesor de la UPV cree necesario abordar aspectos como el paro juvenil o, en general, la falta de expectativas de cara al futuro si se quiere atajar problemas de este tipo para que así no se cronifiquen. Y apunta, además, a la «cultura frívola y permisiva» del consumo de alcohol como causa de estos hechos violentos.
«Mala educación». «Insolidaridad». «Irresponsabilidad». Xabier Aierdi identifica así la actitud de los jóvenes que, más allá de rebelarse contra la Ertzaintza, no respetan las normas sanitarias impuestas para combatir la pandemia. «No se puede establecer un hilo entre estos hechos y cuestiones políticas», manifiesta el profesor de Sociología de la UPV/EHU en alusión a estas imágenes que pueden retrotraer a tiempos pasados. Aierdi insiste es desligar estos disturbios de la kale borroka. «Una cosa es que en Euskadi haya habido una conciencia antiinstitucional y anti Ertzaintza muy fuerte, pero eso no se liga con estos segmentos ni supone una deslegitimación de la Ertzaintza», asegura.
Aierdi vincula directamente el comportamiento incívico de estos jóvenes con el escenario pandémico en el que aún estamos inmersos. De hecho, está convencido de que estos altercados cesarán en cuanto culmine el periodo veraniego de las 'no fiestas' en Euskadi. «En estos hechos no hay una violencia insurreccional; para mí es ciencia ficción que estén resucitando formas de impugnación de la Ertzaintza», insiste. «Estamos en la erupción de pequeñitos problemas que pueden ser de orden público», dice.
En su opinión, la vía para tratar de poner coto a estos comportamientos «irresponsables» es «buscar la complicidad con la juventud». Pero, ¿cómo? «Hay que decirles: ¿Pensáis que sois ajenos a esta realidad, que no os afecta? ¿No os dais cuenta de que podéis contagiaros? Ahí es donde se debe intervenir; no se puede poner el acento en que, de pronto, hay 200 jóvenes de botellón y 10, 20 o 30 chavales echan botellas a la Ertzaintza». «En un momento determinado los jóvenes se deben pensar que son omnipotentes...», lamenta Aierdi.
A ojos de Roberto Seijo, la «impunidad» de quienes se rebelan con violencia contra la Ertzaintza es una de las causas que está provocando que estos disturbios no cesen. Y eso, dice el secretario general de ERNE, es «preocupante» porque, desde su punto de vista, puede provocar que se instaure una cultura de odio hacia la Policía vasca y que los actos en San Sebastián acaben replicándose en el resto de capitales vascas. «Es como una especie de contaminación y, al final, esa violencia puede ser de alguna forma una pandemia», asegura.
Seijo diferencia varias etapas a la hora de identificar el 'modus operandi' de estos chavales que, por lo general, tienen entre 16 y 24 años. La primera, durante el periodo estival del año pasado. «Ahí empezamos a ver incidentes de grupos que buscaban el enfrentamiento directo con la Ertzaintza; tenemos incluso pruebas gráficas de que nos hacían pequeñas emboscadas. Y se veían amparados por la defensa que hacían de esos jóvenes algunos partidos políticos, que al final les envalentonaban». Por lo que Seijo sí apreciaba «cierto poso político» detrás de unos altercados que «nos hacían volver un poquito a tiempos atrás» y que tuvieron un 'impasse' tras el confinamiento perimetral por municipios. Así que aquello, explica, «se fue diluyendo». Hasta que el pasado mes de mayo se levantó definitivamente el estado de alarma.
Seijo engloba ahora estos hechos en «la fiesta» de los jóvenes. «Vemos un ataque gratuito contra la Policía a través de los botellones», asegura. Y considera que entre los que ejercen la violencia contra la Ertzaintza «hay quienes creen que se están vulnerando sus derechos individuales, por lo tanto, son negacionistas de las normas». Aunque también, dice, «existen personas que se amparan en estos grupos de botellón para atacar a la Policía por su mera presencia».
Precisamente, Seijo lamenta que en estos últimos altercados en la Parte Vieja de San Sebastián haya un 'rebrote' de los enfrentamientos directos contra la Ertzaintza y que exista «una especie de odio». Por todo ello, alza la voz para cargar contra el Gobierno vasco y los ayuntamientos «por dejar desprotegida a su Policía».
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