Prospectos

El auge de la lectura del prospecto viene dado por el lío que se ha montado con la AstraZeneca. Con la insólita campaña de comunicación desplegada, no termina de ser incompresible que haya quien le haya cogido miedo. Los expertos, para aclarar la situación, han explicado que hay otros muchos medicamentos con contraindicaciones similares y que, en todo caso, contraer la Covid-19 hace que el riesgo de trombos sea mayor que con la inyección. Ya veremos si el mensaje aclaratorio cunde.

Por buscarle la ventaja a este desconcierto, celebraré que seamos más prudentes con las medicinas, ahora que tenemos constancia de que no son inocuas. Tengo la impresión de que últimamente hemos recurrido en exceso a la química y a veces hemos confundido los síntomas con las causas. Por ejemplo, la precariedad laboral puede producir ansiedad, pero más efectivo que atajar la sintomatología con medicación -que también- sería mejorar las condiciones de trabajo. Sin embargo, tenemos que producir y procurar no sentirnos tristes, sobrepasados o débiles.

Creo que la angustiosa etapa del confinamiento domiciliario era, en algunos sentidos, más cómoda que esta: debíamos, simplemente, permanecer encerrados y dejar que los días pasaran. Ahora, además de convivir con la enfermedad y con el miedo, tenemos que tomar decisiones. En mi opinión, vacunarse es la correcta, no se me ocurre ninguna otra alternativa razonable. Asimismo, entiendo que habrá que echarles un vistazo a los prospectos por mucho que asusten más que las novelas de Stephen King.