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Nació para provocar y lo ha logrado. Algunos nos alegramos del efecto generado. Otros no. Y eso me inquieta. Por el continente pero, sobre todo, por el contenido. Hablamos del anuncio «No seas imbécil» con el que la Generalitat Valenciana pretende concienciar a la ... gente joven del peligro que supone no tomar precauciones, contagiarse y expandir la Covid-19. Un spot que muestra a una joven en un cementerio, que creyó que la Covid-19 no iba con ella. En varios flashback la vemos en fiestas desenfrenadas, abrazándose y compartiendo aliento con todo hijo de vecino. Como resultado pilla y transmite el virus a su padre y a su hermana que acaban falleciendo. Si ya es dura, saber que es real subraya la fuerza de esta historia. Y eso precisamente es lo que indigna a parte de la ciudadanía. Eso y que el asunto se cierre con un mensaje en el que utilizan el término «imbécil». Lo que son las cosas. Por mucho que busco no encuentro mejor palabra.
No es la primera vez, ni será la última, que compartamos este rincón del periódico para hablar del peligro de lo políticamente correcto. Sea en asuntos de humor, de lenguaje o, como en este caso, por la forma que tenemos de referirnos a ciertas personas. De tanto suavizar las palabras hemos conseguido que oculten información en lugar de mostrarla. Tengo un amigo ciego que quiere que le llamen ciego. Hasta él mismo ha sido recriminado, curiosamente por gente que ve perfectamente, por no utilizar expresiones como invidente, discapacitado visual o, y estas se las traen, «persona impedida de la vista» y «persona privada de la vista». Julián, que así se llama, dice que si gastaran más en ayudar a los ciegos y menos en chorradas a estas alturas vería perfectamente. Lo que me lleva al tema del anuncio. Ciego se vive mejor. Que el nene o la nena no vea lo que puede hacer sufrir a los demás. Nada de llamarle imbécil porque haya montado un botellón o una fiesta en un chamizo en plena pandemia. No sea que pille complejo o trauma y luego tenga que ir al psicólogo. Lo de que esté manteniendo una actitud peligrosa y prohibida es lo de menos. Quizá si hubiesen utilizado la palabra irresponsable habría tenido un pase. Pero a mi niño nadie le llama imbécil. Aunque lo sea.
Hace unos días comentaba en la radio que se nos olvida lo que nos costó entender que no se podía conducir borracho. De hecho hubo un tiempo en que se presumía de ello. O de aquello de «me he hecho Bilbao-Madrid a 160 y en dos horas y cuarto». Por cierto, no fue hace tanto. Aún hay quien la lía al volante. De ahí las campañas insistiendo en que, al hacerlo, no solo comprabas boletos para acabar en una silla de ruedas o perder la vida. Además podías matar a alguien. Obviamente de nada habría servido si no hubiese ido acompañado de controles de alcoholemia en los que te crujían el bolsillo, te quitaban puntos y podías acabar en la cárcel. Y aún así y a pesar de todo sigue habiendo cafres que lo hacen. Y además suben su gesta a las redes. Siempre habrá imbéciles. Por eso debemos hablarles en su mismo idioma. No porque lo vayan a entender. Sino para que no tengan excusa. Os lo advertimos. Y muy claro. Este virus mata. Quizá no a ti. Pero sí a tu abuelo o tu abuela, a tu padre o a tu madre, a tus tíos o a tus tías, a tus hermanos o hermanas o a tus amigos y amigas. Intento utilizar lenguaje inclusivo no sea que me deje a alguien.
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Porque este bicho no entiende de sexo, origen, color o nivel económico. Cierto que hay grupos de riesgo. Pero el mayor problema son los grupos que no saben que llevan riesgo. Personas de todas las edades que incumplen las normas y pueden hacer que el coronavirus nos devuelva al confinamiento y al caos definitivo y total.
La historia hecha anuncio y campaña de la productora Audiovisual F-Artfilms de Valencia merece aplauso. Al menos el mío. Humilde y pequeño. Pero es uno. Y tengo la sensación de que son más. Incluidos los de padres y madres que no saben cómo convencer a sus menores de que toda acción provoca una reacción. Y que puede ser letal. Hasta que no entendamos que cada persona que no toma precauciones frente al coronavirus es como un borracho al volante no ganaremos la batalla a la pandemia. Ni a esta, ni a las que vengan. Por eso, gritemos muy alto «No seas imbécil».
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