El Papa Francisco se ha mostrado de lo más espléndido en su visita a Luxemburgo. El pontífice se encuentra inmerso en un viaje de cuatro días en el país europeo. La anécdota se produjo este jueves cuando el Papa realizó una escapada para tomarse un café en un bar de la capital y le dejó a su dueño una propia de nada menos que 100 euros.
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Francisco pidió un café expresso, y el camarero quiso invitarle al Papa y a su séquito. Sin embargo, no quiso aceptarlo y pidió a sus acompañantes que pagaran la consumición. De ahí, que finalmente dejara semejante propina.
El 'Café Gruppetto', que así se llama el establecimiento, se llenó de periodistas para hablar con su camarero, Jassim aún no podía creerse el «increíble encuentro», durante el que ha preparado «el café más estresante de mi vida». «Al principio creí que era una broma. Entró un señor y me dijo, 'Viene el Papa a tomar un café'. Y de repente vi allí al Papa», explica en una entrevista a Le Quotidiem.
Asegura que el Papa llegó acompañado por «unas diez personas», que por las fotos se reconocen como guardia suizos y gendarmes vaticanos. «Fue el café más estresante que he hecho. Mi único miedo era que no fuera bueno, que se quejaran, pero lo elogiaron. El Papa dijo que nuestro café era bueno, y que ese elogio dicho por un italiano era importante», asegura feliz.
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