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«Nos prohibían el móvil en las fiestas. La empresa no nos dejaba grabar ni sacar fotos». Lo cuenta una chica guipuzcoana que participó en el viaje a Mallorca con la agencia 'Tu fin de curso', en el que, admite, «era como si no existiera ... el Covid». «Con el alcohol de por medio, la música y los amigos se te olvidaba que estabas en medio de una pandemia», reconoce. Algunos alumnos que estuvieron en la isla con la empresa y que prefieren mantener el anonimato admiten que hubo fiestas en los hoteles y botellones en las calles del Arenal, donde la mascarilla solo se dejaba ver enganchada en el brazo como pulsera o por debajo de la barbilla, imitando a un collar. Los padres de los jóvenes, mientras tanto, muestran su malestar y señalan a las empresas organizadoras de estos viajes como los principales responsables del macrobrote, que ya ha dejado centenares de casos en ocho comunidades, más de 150 de Euskadi.
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Pese a que todos los jóvenes tuvieron que viajar con una PCR que acreditara su negativo -requisito de las Islas Baleares para entrar- las juergas en Mallorca y «los contactos con jóvenes de otras autonomías» han generado un escenario epidemiológico que recuerda al de los peores momentos de la pandemia, cuando los cribados como el de este fin de semana eran parte de la agenda. Por ejemplo, sólo en la mañana de ayer medio centenar de personas acudió a realizarse el test en el ambulatorio de Amara Berri en San Sebastián -una de las zonas con más casos derivados de este brote-. De ellos, la mitad eran jóvenes de entre 16 y 19 años recién llegados de Mallorca.
Circulan por redes sociales vídeos de algunas de las fiestas, pero la mayor parte del desenfreno no se grabó. «Se fue de madre. Hubo una fiesta en un hotel en la que la agencia 'Tu fin de curso' no nos dejó llevar el móvil para que no grabáramos nada», aseguran varios estudiantes vascos. No fue en el alojamiento en el que se hospedaban, sino que la 'quedada' fue en otro hotel al que acudieron solo para la celebración.
Los hoteles se han convertido en las nuevas discotecas esta edición del viaje de fin de curso, que muchos estudiantes de segundo de Bachillerato reservaron ya entre septiembre y octubre de 2020, cuando la situación epidemiológica aún era alarmante, concretamente a comienzos de la segunda ola. Según explican algunos alumnos a este periódico, «un grupo hizo una fiesta en una habitación». «Los responsables del hotel les expulsaron, ante la prohibición de realizar este tipo de actividades en sus instalaciones. La agencia les recolocó en otro».
Estos son solo algunos de los ejemplos de cómo transcurrió el viaje de fin de curso de centenares de estudiantes en plena pandemia. «Has pagado 700 euros por una semana. No te vas a quedar en la habitación encerrada mientras el resto está de fiesta. Sabes que puede haber un brote, pero luego se te olvida. Eso solo lo piensas antes de ir y a la vuelta, cuando estás cansado y no sabes si tienes coronavirus o solo son las consecuencias del viaje». Mientras se aclara lo sucedido, los servicios de emergencias y las autoridades policiales de las Baleares continúan con las inspecciones en las zonas que pudieron favorecer el macrobrote. Ahora, además, el Govern investiga las posibles negligencias en algunos hoteles.
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