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Realzar pómulos, afilar nariz, reducir arrugas... podrían ser las orientaciones estéticas de un cirujano plástico mientras perfila líneas intermitentes con un rotulador negro en un rostro cualquiera. Pero estas directrices vienen sin rotulador y se hacen efectivas al instante mediante inteligencia artificial. Son algunos de los cambios que observan estupefactos los usuarios de la red social TikTok al ponerse frente a su cámara con el famoso filtro 'Bold Glamour'.
«¿Quien soy?», «¿Pero esto es legal?», se preguntan algunas jóvenes en vídeos compartidos en sus redes sociales al probar este filtro hiperrealista que se adapta, a la perfección, a los movilimientos y a los gestos de los usuarios. Lo cierto es que a duras penas es posible distinguir entre la realidad y el filtro, una suerte de magia virtual que llena la red de rostros perfectos y caras de ensueño. Pero, ¿dónde están las personas de verdad? ¿las arrugas, las ojeras o las narices prominentes? Ni rastro, parece que solo los guapos pueden abrirse una cuenta en TikTok.
Este nuevo filtro ha despertado, una vez más, el debate sobre el alcance de las redes sociales en nuestra salud mental. Estar constantemente expuestos a una realidad en la que todo es belleza, opulencia y alegría (¿quien va a subir una foto en la que sale mal o está triste?) puede tener consecuencias nefastas sobre nuestra autoestima.
«En psicología existe un término denominado 'comparación social', una gran enemiga de la autoestima y la felicidad, porque nos comparamos constantemente con el de al lado, y pensamos que no somos igual de delgados, de guapos o de altos.», señala Silvia Álava, experta en psicología general sanitaria y en psicología educativa.
«Esto trasladado a las redes sociales es aún peor, porque nos comparamos con alguien que no es real, que lleva un filtro puesto. Y es especialmente preocupante entre los más jóvenes, porque es una edad en la que se está formando la personalidad, en pleno desarrollo evolutivo y emocional», alerta Álava.
Más de siete millones de personas ya habían usado este filtro en los primeros cinco días, es el más realista, pero otros filtros efecto 'belleza instantánea' ya llevan tiempo funcionando en redes sociales como TikTok o Instagram, o directamente por defecto en la cámara de nuestros teléfonos móviles. El algoritmo decide qué rasgos son más 'bellos' y atenúa las imperfecciones de la piel, como granitos o manchas. Los hay con un leve efecto 'difuminado' que elimina las arrugas y alisa la piel. También aquellos más evidentes que agrandan los labios o definen hasta el extremo nuestros pómulos. «El problema es que las redes sociales definen que esta belleza es lo normativo, que no hay otro tipo de belleza», destaca la psicóloga.
Este boom de las redes sociales ya ha tenido su reflejo en las consultas de cirugía estética. En la última década ha aumentado el número de intervenciones en España y ha bajado la edad media en la que se produce el primer retoque, de los 35 años hasta los 20, según la Sociedad Española de Medicina Estética que lo vincula directamente con la influencia de estas plataformas.
«Hay pacientes que acuden a la consulta con sus propias imágenes editadas con programas como Photoshop, o pantallazos de modelos o instagramers que han visto en redes sociales y nos piden ese pecho o esa nariz en concreto», revela Laura Cabañas Weisz, cirujana en la clínica Cirujía Plástica Bilbao y en el Hospital de Valdecilla, quien explica que en ocasiones estas imágenes ayudan a los profesionales «a conocer los gustos de los pacientes y hacerles partícipes del proceso», pero que en ocasiones los médicos han de «manejar sus expectativas y explicarles que esto es un quirófano y los resultados pueden no ser los mismos que las imágenes, y que también depende de su propia fisionomía», apunta.
Pero este aumento de las interveciones no se circunscribe únicamente a los jóvenes y a las redes sociales. Para Silvia Álava este incremento de las cirugías plásticas ha derivado también de la pandemia, que nos ha llevado a pasar «muchas horas delante de una pantalla en reuniones de trabajo o con amigos», y nos ha expuesto continuamente a nuestra propia imagen. Para la psicóloga, el problema es someterse a este tipo de intervenciones por una «no aceptación de nuestro cuerpo fomentada por la comparativa con una imagen irreal». Cuando desaparecen los michelines, las arrugas y los granitos en las redes sociales, las comparaciones siempre son odiosas.
Encabeza el ránking el aumento mamario seguido de intervenciones faciales como las blefaroplastias -cirugía de los parpados- o la rinoplastia -de nariz-. «Hacemos cada vez más intervenciones de contorno corporal y también ha aumentado la demanda de tratamientos no quirúrgicos como el ácido hialuronico o toxina botulímica», enumera Laura Cabañas Weisz.
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Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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