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«A muchos nos parece que es verdaderamente perturbador el ser conscientes de que en el siglo XXI estamos aún muy lejos de la aspiración humana, no ya de controlar, sino de entender el mundo. Sin embargo, gracias a alguno de los premiados, que declara ... que su optimismo sobre el progreso de la humanidad está basado en evidencias, sabemos que podemos y debemos estar esperanzados», admitía ayer Eloísa del Pino, presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en la alocución que ofreció en el Palacio Euskalduna. No cabe duda de que las teorías del psicólogo experimental y científico cognitivo Steven Pinker ayudan a superar el desaliento pero, en el caso de que no bastaran, los demás galardonados también alientan las ilusiones de cara al futuro.
Doctora en Ciencias Políticas y licenciada en Derecho, la presidenta del CSIC ha descubierto muchas claves para ver la luz al final del túnel en los trabajos de los premiados. «Todos ellos han asumido la quijotesca tarea de tratar de poner un poco de cordura a un mundo loco; o quizá lo contrario, algo de locura a un mundo que por momentos es demasiado cuerdo».
Con ese espíritu batallador y ansias renovadas por avanzar en los campos de la ciencia y el arte, Eloísa del Pino recordaba entonces «que debemos dotarnos de las instituciones y de las políticas públicas que incentiven comportamientos benéficos, como la cooperación y la bondad, y que potencien nuestra habilidad de razonar».
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