El pollo que convivió con los dinosaurios

El científico español Juan Benito Moreno, que investiga cómo las aves perdieron los dientes, buscaba fósiles para su tesis en el Museo de Historia Natural de Maastricht cuando le dieron la posibilidad de examinar uno que nadie había estudiado y que les parecía que era de pájaro. «No teníamos ninguna expectativa al respecto porque en la superficie del bloque solo se veía un hueso de ave. Nada más», recuerda el paleontólogo barcelonés. La sorpresa llegó cuando, ya en Cambridge, exploraron con un TAC la roca, procedente de una cantera de piedra caliza belga. «De repende, apareció un cráneo, y me reventó la cabeza», reconoce Benito Moreno, uno de los autores del artículo sobre el hallazgo que hoy publica la revista 'Nature'.

«El momento en que vi por primera vez lo que había dentro de la roca ha sido el más emocionante de mi carrera científica. Es uno de los cráneos fósiles de ave mejor conservados de cualquier época de cualquier parte del mundo. Casi tuvimos que pellizcarnos cuando lo vimos, sabiendo que era de un momento tan importante en la historia de la Tierra», dice Daniel Field, el paleontólogo de Cambridge que ha dirigido la investigación. «Es algo que sin la tecnología más moderna no hubiéramos sido capaces de ver porque, desde fuera, no había ninguna razón para pensar que ese cráneo estaba ahí», admite Benito Moreno.

Las aves más antiguas, como 'Archaeopteryx', volaban ya en el Jurásico, hace unos 150 millones de años, pero eran muy diferentes a las modernas. Entre otras cosas, tenían dientes mientras que las actuales, de las que hay unas 10.000 especies, no. «Hoy en día, disponemos de bastante información sobre la transición de dinosaurios no avianos a aves. El problema es que no sabemos muy bien cómo se pasa de las aves arcaicas, con dientes y garras en las manos, a las modernas. El registro fósil de esa transición es muy pobre. Antes del meteorito, hay un montón de aves con dientes que se parecen poco a las modernas y, después, nos encontramos solo con las modernas: patos, pollos, avestruces, pingüinos... Hay un vacío sin fósiles, y este es el primero que lo llena, que nos enseña cómo fueron los antepasados de las aves con las que convivimos», afirma el científico español.

La nueva especie ha sido bautizada como 'Asteriornis maastrichtensis', por Asteria, la titánide griega diosa de las estrellas fugaces, y Maastrich. «Pensamos que era un nombre apropiado para una criatura que vivó justo antes del impacto del asteroide de finales del Cretácico», indica Daniel Ksepka, del Museo Bruce de Greenwich (Connecticut) y uno de los investigadores. El pequeño cráneo, de unos 5 centímetros, corresponde a un ave que pesaba unos 400 gramos y vivió, «unos pocos miles de años antes del impacto que extinguió a los dinosaurios y al que no sobrevivió ningún animal de más de un kilo», destaca Benito Moreno.

Además del peso, 'Asteriornis' tuvo otra ventaja, no anidaba en los árboles -«todos los bosques ardieron y no se recuperaron en siglos»-, sino que su hallazgo en depósitos marinos apunta a que era un ave de playa, que «vivía más en el suelo que los árboles». Eso le permitió en última instancia sobrevivir a la gran extinción.