Un 'Picasso' en miniatura con pañales y chupete
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Un niño alemán de tres años revoluciona el mercado del arte. Sus cuadros se cotizan por encima de los 7.000 eurosLa nueva estrella en el firmamento artístico alemán acaba de cumplir tres años, aún usa pañales y no hay quien le quite el chupete, pero ya se ha ganado el calificativo de 'mini' Picasso y sus cuadros se cotizan a precios que no bajan de ... los 7.000 euros, confiesa Lisa, su orgullosa madre. Laurent Schwarz no sabe, y tampoco parece importarle, que por su primera obra han llegado a ofrecer más de 290.000 euros y, aunque lo supiera, seguramente sería incapaz de pronunciar tan elevada cifra. Sus padres no tienen intención de desprenderse de ella. Hace un par de semanas ha vendido su último cuadro -que Lisa tituló 'Little Elephant'- por 30.000 euros a un coleccionista de Aspen, en Colorado (Estados Unidos).
Laurent tenía dos años y dos meses cuando en noviembre de 2023 cogió por primera vez un pincel, pinturas acrílicas y un lienzo en blanco para pintar jugando. Desde entonces, su madre informa regularmente sobre sus progresos pictóricos en una cuenta de Instagram que lleva su nombre y que suma cerca de 70.000 seguidores. En mayo, el tabloide alemán 'Bild' dedicó su portada al «mocoso artístico» y sus obras semi abstractas, y dio lugar a una loca carrera entre coleccionistas por hacerse con uno de sus cuadros. «El primer día recibí más de mil correos electrónicos y hay más de 20.000 interesados en adquirir una obra de Laurent», relata la madre sin ocultar su asombro.
Para Lisa y Philipp, su marido, se desató a partir de entonces todo un huracán. La familia regenta en cuarta generación y desde hace más de un siglo una empresa dedicada a la fabricación de estufas en la pequeña localidad de Neubeuern, al sur de Rosenheim y en la región de la Alta Baviera. Una idílica población del sur de Alemania con paisajes de postal y apenas 4.300 habitantes. La familia reside en una casa de más de 500 años y hasta ahora vivía en el más absoluto anonimato, rodeada de un estrecho círculo de parientes, amigos y conocidos que también se ven desbordados por la inesperada fama del pequeño, por el que ya se han interesado desde el 'Times' londinense al 'Washington Post'.
Laurent y sus padres no pueden hacer frente a la enorme demanda. De momento han vendido una veintena de cuadros con un formato de 100 por 80 centímetros, pero hay coleccionistas e incluso museos que los quieren mucho más grandes. «¡Imposible!», exclaman Philipp y Lisa al unísono. El pequeño genio no mide aún ni un metro y no tienen intención de explotar su virtud pictórica. Su negocio familiar les garantiza unos ingresos más que suficientes para disfrutar de todas las comodidades y consideran que la pintura sólo es un juego para Laurent, que es quien decide cuando quiere practicarlo. «Actualmente se divierte mucho con los pinceles», admite Lisa Schwarz, quien no descarta que se trate de una afición pasajera y quiere que cuando su hijo tenga 18 años le diga: «mamá, hiciste lo correcto».
«Le dejamos pintar cuando quiere y ponemos pinturas a su disposición, pero lo importante es que Laurent disfrute como niño», afirma el padre. En todo caso, el dinero procedente de la venta de sus obras va a parar a una cuenta separada a su nombre a la que el pequeño accederá cuando llegue el momento.
Según destaca Lisa, los títulos de los cuadros los propone el propio Laurent y ella los traduce al ingles, al ser el idioma dominante en los mercados internacionales de arte. La mayoría de los interesados en adquirir sus obras proceden de Estados Unidos, el Reino Unido y las islas Bahamas.
El pequeño, que habla aún conlengua de trapo, es madrugador y a las seis de la mañana despierta a sus progenitores al grito de «pintar, pintar, pintar». El desván de su casa acoge un estudio para ejecutar sus obras con pinceles, espátulas, rodillos... y hasta las propias manos. Y, naturalmente, pinturas de muchos colores. «Mamá listo», suelta el crío cuando da por terminada una de sus creaciones, momento en el que se decide el título, y, si tiene ganas, empieza otra, aunque a menudo corre a jugar con los hijos de sus vecinos. «Y a las ocho a la cama», asegura su padre, preocupado por la que considera «exagerada fama» del pequeño.
Lisa Schwarz reconoce que el pequeño genio se ha convertido en una marca, algo que puede cambiar de la noche a la mañana. Y revela que tienen una oferta de Nueva York para exponer en galerías de Manhattan, con los gastos del viaje, hotel de lujo inclusive, pagados para que Laurent haga demostraciones en vivo de sus habilidades pictóricas. Admiten que la oferta resulta atractiva, pero tienen muchas reservas, empezando por convertir lo que es un juego en un trabajo forzoso para el pequeño. «No queremos que Laurent acabe convertido en un mono de zoológico», afirman.
Mientras, hay otras formas más atractivas de sacar provecho a las habilidades de Laurent. Un fabricante de pinturas ha ofrecido a la familia comercializar una línea personal, 'Laurent's Finest Colours'. Una posibilidad que consideran tentadora, como la de otro fabricante de papel pintado. Pero la fama tiene un precio, y cada vez con más frecuencia aparecen a la puerta de su casa numerosos seguidores del pequeño que viajan a Neubeuern desde Francia, Gran Bretaña e incluso Estados Unidos. Los fans aguardan pacientemente a que salga a jugar y aspiran a hacerle alguna fotografía, mejor si está acompañado de su madre. «Resulta un poco surrealista», dice Lisa Schwarz, quien no entiende «cómo ha podido surgir un 'megahype' así».
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