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Seguramente no habrá oído hablar de él, pero es desde la sombra uno de los hombres más poderosos e influyentes de Silicon Valley, el lugar ... de donde salen buena parte de los gurús tecnológicos que embelesan al mundo. Steve Jobs (Apple), Larry Page y Sergey Brin (Google), Mark Zuckerberg (Facebook), Elon Musk (Tesla y SpaceX) y Sam Altman (Open IA, la empresa detrás de Chat GPT). Su cara le dirá todavía menos. Es quien se sentó justo a la izquierda de Donald Trump cuando este se reunió con los principales líderes del sector tecnológico tras ganar las elecciones en 2016. Casi ninguno le había apoyado. Solo Peter Thiel.
Esa es solo una muestra del poder que atesora este inversor de 55 años hijo de inmigrantes alemanes que llegó a Estados Unidos con 10 años. Otra, la última, fue provocar el hundimiento del Silicon Valley Bank (SVB) al recomendar a las empresas de su propio fondo de capital riesgo retirar su capital de esta entidad. Fue la segunda mayor quiebra bancaria de Estados Unidos. Gay, ultraconservador y enemigo acérrimo de todo lo que tenga que ver con el Gobierno -tiene inversiones en un proyecto que trata de construir pequeñas ciudades flotantes en el mar, lejos de esa burocracia que tanto odia-, su inteligencia está fuera de toda duda. Cambió siete veces de escuela y en todas destacó. Con siete años era uno de los mejores jugadores de ajedrez en su categoría. También ganó un concurso de Matemáticas. Como no le dejaban ver la televisión, leía, lo que ha hecho que bautice a algunas de sus empresas con nombres sacados de esas lecturas infantiles. La más conocida, la enigmática Palantir, la bola mágica de Saruman en 'El Señor de los anillos'.
Tras doctorarse en Filosofía y Derecho en la universidad -institución que odia; desde 2010 tiene un programa para que los jóvenes dejen los estudios para fundar startups- de Standford en 1992, tardó poco en dejar las leyes y entrar en el mundo de las finanzas. Empezó en Credit Suisse. Su primer éxito llegó en 1998 con Paypal, que cofundó con su amigo Elon Musk. La vendieron cuatro años después por 1.500 millones. Con ese dinero invirtió en Facebook. Otro pelotazo: se hizo con el 10% de la red social por medio millón de dólares que se convirtieron en mil millones cuando vendió su participación en 2012. No hay duda de que tiene un ojo clínico. Está presente en Uber, LinkedIn Airbnb, SpaceX o Spotify. También ha acertado en el sector tecnológico que más está creciendo, el de la inteligencia artificial. Estuvo en 2015 en la cena con Elon Musk y Sam Altman que sirvió para fundar Open IA, la empresa que ha creado Chat GPT. Se le calcula una fortuna de 8.000 millones de dólares.
La mencionada Palantir es su proyecto más polémico. Fundada en 2003, es una misteriosa empresa de análisis de datos impulsada por la CIA y con múltiples contratos con el Pentágono y el control de aduanas e inmigración estadounidense que bajo la Administración Trump alcanzaron un valor de 1.400 millones. «No creo que democracia y libertad sean compatibles», ha dicho en alguna ocasión sin mayor reparo. Salió a bolsa en septiembre de 2020 con un valor de 18.000 millones. Ahora supera los 31.000.
Su postura hacia las criptomonedas también ha sido polémica. En 2022 llegó a afirmar en una conferencia sobre el bitcoin que los billetes tradicionales «no eran buenos ni como papel higiénico». A continuación lanzó al aire y fajo de billetes de cien dólares. Pero al mismo tiempo que dijo esto, también ha sabido sacar tajada de los vaivenes de las discutidas divisas digitales. Vendió todas sus criptomonedas antes de que el mercado colapsara y ganó 1.800 millones de dólares.
Al contrario que Musk, siempre elocuente y explosivo, Thiel prefiere librar sus batallas en la sombra. Un ejemplo fue su enfrentamiento con Gawker Media, un blog de noticias y rumores que fue el azote de los famosos durante unos años. En 2007 publicaron un post titulado 'Peter Thiel es totalmente gay, amigos'. Era cierto, pero al magnate no le gustó nada. Esperó cinco años para cobrar su venganza. En 2012 publicaron un vídeo del famoso luchador Hulk Hogan manteniendo relaciones sexuales con la mujer de un amigo. Thiel financió con al menos 9 millones de dólares el pleito de Hogan contra Gawker hasta lograr que condenaran al medio a pagar a la estrella del wrestling 124 millones de euros. Fue su final. «No es tanto venganza como disuasión. Gawker arruina la vida de las personas sin motivo. Es la mejor obra de filantropía que he hecho nunca», dijo Thiel.
Otro de sus objetivos es vivir más. Pero su forma de lograrlo no pasa por llevar una vida sana. Se inscribió en un proyecto para criogenizar su cuerpo y pueda ser reanimado en el futuro cuando la tecnología médica lo permita. «Estoy en contra de los impuestos, de los totalitarismos y de que la muerte sea inevitable para todo el mundo», concluye.
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