Aitor en un viaje a una selva de la región de San Martín, en Perú. E. C.
VASCO DE ALTOS VUELOS

«En Perú pocos conocen Euskadi, pero sí preguntan por Cataluña»

Aitor Zerain | Estudiante de Ingeniería Forestal y CC. Ambientales en Lima ·

Este estudiante de Agurain llegó hace un año a la capital de un país de gente humilde que «lleva en los genes la hospitalidad»

laura a. izaguirre

Lunes, 17 de septiembre 2018, 00:22

Con apenas 20 años y desde Agurain, un pequeño pueblo de la llanada alavesa, Aitor Zerain llegó hace alrededor de un año a la capital de Perú gracias a un programa universitario. Estudiante de un doble grado de Ingeniería Forestal y Ciencias Ambientales, ... era la primera vez que vivía en el extranjero y este país andino «me ofrecía todo lo que estaba buscando». «Soy un alma inquieta, una persona a la que todo le vale y se adapta rápidamente, pero Perú y Euskadi son dos mundos y realidades totalmente diferentes», afirma. «Aparte de que compartimos muchos apellidos y que tanto aquí como allí somos de echar muchos juramentos, nos parecemos en poco más», admite este joven estudiante que solo encuentra como punto en común «el arraigo a una cultura, unas tradiciones y unas lenguas propias». No en vano, en este país andino existen alrededor de 70 lenguas y culturas diferentes.

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La caótica vida de Lima es una de las cosas a las que más le costó adaptarse. «Hay que lidiar con el catastrófico tráfico y la desordenada manera de vivir de la capital, algo que me resta mucho tiempo». Además, se trata de un país en el que «hay una parte muy importante de la población que no tiene agua, luz, gas o qué llevarse a la boca». Una realidad que, sin embargo, no impide que la hospitalidad de los peruanos sea una importante característica de su personalidad. «Lo llevan en los genes», asevera el joven alavés.

«Recuerdo un viaje por la sierra. En un pueblo perdido de la mano de Dios en pleno anochecer. Estaba buscando un lugar para montar mi tienda de campaña. Hacía muchísimo frío y viento y el lugar no era nada seguro para acampar. Cuando iba a empezar a montar la tienda, apareció una señora con un niño pequeño en brazos gesticulando un 'no' con la cabeza e invitándome a seguirla a algún lado. Recogí mi mochila y fui tras ella hasta una caseta destartalada, la que decía ser su hogar. Me invitó a entrar, me sirvió un plato de comida caliente y me ofreció una cama para dormir. No tenía por qué hacer todo esto por un desconocido, y sin pedir nada a cambio, pero lo hizo», recuerda. «En Euskadi monto la carpa en la plaza de cualquier pueblo o ciudad y no tardan en llamar a los municipales», bromea.

Apellidos en común

Otro de los pocos y curiosos puntos en común que tienen vascos y peruanos son los apellidos. «Pocos son los que han escuchado algo sobre Euskadi, todos preguntan por Cataluña», confiesa. «Sin embargo, cuando les hablo sobre la cantidad de apellidos euskaldunes que existen en este país, enseguida se interesan por Euskadi y por el euskera, y lo comparan con el quechua o el aimara».

«Deben enorgullecerse de sus raíces y aprender a valorarse»

La humildad peruana 'choca' con un país culturalmente muy rico. Es por ello que Zerain hace hincapié en que «deberían aprender a valorarse por lo que son, a enorgullecerse de sus raíces, su cultura y su lengua sin sentirse avergonzados. Que la amen y la cuiden como lo hacemos nosotros con el euskera». Y es que, a su juicio, «aquí hay idiomas minoritarios que se están perdiendo por acción de este planeta cada vez más voraz, y son precisamente estos idiomas nuestro único territorio libre como pueblo».

Amante confeso de «viajar y descubrir nuevos lugares, gentes y culturas», una de las cosas a las que Zerain da más valor de su año de estancia en este país andino es «haber tenido la oportunidad y la suerte de coincidir y dialogar con gente humilde y de pocos recursos económicos, pero de grandes recursos humanos. Son honrados, sencillos, muy generosos y no dudan en ningún momento en darte cobijo o compartir su plato de comida, por poco que sea». Una «empatía y hospitalidad que hace falta en Occidente», sentencia este joven alavés que volverá un tiempo a Euskadi cuando acabe su cometido en Perú. «Nunca se puede decir que se vaya a hacer algo de manera permanente», puntualiza.

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