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Jeff Astle era un delantero a la vieja usanza. Un ariete puro. Uno de esos futbolistas capaces de rematar lo que le echaran. Un balón o un botijo. Le hubiera dado igual. Y, claro, a un jugador así la hinchada del West Bromwich Albion, el ... club de las Midlands, su equipo de la liga inglesa, lo adoraba. Los aficionados vibraban con sus golpes y la locura llegó aquel día en Wembley, durante la final de la Copa del 68 que Astle, que se convertía en uno de los pocos jugadores de la historia que ha marcado en todas las rondas, sentenció en la prórroga con un zurdazo. Por todo eso, los seguidores del West Bromwich Albion le llamaban 'The King' (el Rey).
Pero el tiempo pasó y 'el Rey' fue perdiendo facultades. Su deterioro cognitivo fue fulgurante. A los 55 años, era incapaz de recordar el nombre de su hija. Luego comenzó a decir que su difunta madre seguía viva. Estaba claro que su cerebro había empezado a fallar. En 2002, con solo 59 años, murió.
La ciencia examinó su cerebro y comprobó que lo tenía como el de un boxeador. Por primera vez, al menos en el Reino Unido, se señalaba el fútbol como la causa de una demencia. El diagnóstico fue una encefalopatía traumática crónica (ETC). Su hija, Dawn Astle, no quiso que su caso se perdiera en los libros de historia. Su primer impulso fue que lo sucedido con su padre sirviera para evitar que, en el futuro, los futbolistas volvieran a vivir el drama de la demencia por culpa de tantos años dándole cabezazos al balón.
La familia Astle logró reimpulsar el interés por esta relación entre el fútbol y las enfermedades neurodegenerativas que se intuye desde hace lustros. Y algunos investigadores comenzaron a interesarse por ello. Uno de ellos es el doctor Willie Stewart, un neuropatólogo de la Universidad de Glasgow que esta semana ha presentado un estudio revelador: un exfutbolista tiene tres veces y media más posibilidades de morir por una enfermedad neurodegenerativa, como pueden ser el alzhéimer o el parkinson, que el resto de la población.
Alan Shearer | Exjugador
La investigación tiene una base muy sólida: los registros médicos de 7.676 futbolistas nacidos en Escocia entre 1900 y 1976, cruzados con 23.000 de la población general. Y el resultado final, como recoge el estudio, es que estos deportistas tienen cinco veces más riesgo de desarrollar el alzhéimer, cuatro veces más para una enfermedad de la neurona motora y el doble para el parkison. En cambio, si el cerebro ha resistido bien el paso por las canchas, un exfutbolista tiene menos probabilidades de morir de patologías comunes, como problemas cardíacos o algunos tipos de cáncer.
Los resultados espolearon al doctor Stewart. «Se deben hacer esfuerzos para identificar los factores que contribuyen a este mayor riesgo de enfermedad neurodegenerativa para reducirlo, pero también hay beneficios potenciales más amplios relacionados con la práctica del fútbol que deben tenerse en cuenta», explicó.
Alan Shearer fue otro gran rematador. El delantero del Newcastle y de la selección inglesa es el máximo goleador de la historia de la Premier League, con 260 tantos en 441 partidos. Una quinta parte de esa cifra, 46 goles, los marcó de cabeza. Quizá por eso se alarmó cuando empezó a leer acerca de esta relación entre el fútbol y la demencia, y ahora cree que sus problemas de memoria son por culpa de tantísimos testarazos. «Por cada gol que anoté de cabeza marqué mil en los entrenamientos; eso me pone en riesgo si es que hay un vínculo entre ambos factores. El fútbol es un deporte duro y brillante, pero hay que estar seguros de que no sea un juego mortal».
Esa preocupación le empujó a realizar un documental para la BBC: 'Alan Shearer, demencia, fútbol y yo'. En él aprovecha para hablar con familiares de exfutbolistas y para adentrarse en los avances de la ciencia para conocer cómo responde el cerebro al cabecear el balón. Y recordar que, décadas atrás, con las pelotas con costuras, podían doblar su peso si se mojaban. Shearer lanza un mensaje que es la clave de todo este movimiento: «Busco respuestas que deberían conocerse desde hace muchos, muchos años». Saber, por ejemplo, por qué al menos cuatro de los integrantes de la selección inglesa que ganó el Mundial del 66 tienen alzhéimer.
Helena Herrero | Doctora
La UEFA –el organismo que rige el fútbol europeo–también busca respuestas. Esta misma semana, en vista del revuelo que ha provocado el estudio en el Reino Unido, se han reunido para volver a hablar de este asunto peliagudo. Helena Herrero es la jefa de los Servicios Médicos de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), pero también vicepresidenta primera de la Comisión Médica de la UEFA y miembro de la de la FIFA, la federación internacional. Su principal preocupación son las conmociones cerebrales, un síndrome que incluye los microtraumatismos repetidos: «Desde la Comisión Médica de la UEFA, tras estudiar la problemática, basándonos en el conocimiento científico y en la evidencia clínica, establecimos unos protocolos de actuación, una guía para el correcto manejo de las conmociones de aplicación en todas las federaciones».
La doctora Herrero cree que aún se pueden perfeccionar esos protocolos, que establecen que, ante la menor sospecha de que un jugador haya podido sufrir una conmoción, debe ser retirado del campo. El árbitro está obligado a detener el partido durante tres minutos para permitir al equipo médico evaluar al jugador mediante una herramienta, el SCAT-5. «En estos momentos se está valorando ampliar el tiempo por encima de tres minutos y, si llegara el caso, que pueda ser sustituido, pero esto vuelve a tener implicaciones jurídicas relativas a la modificación de las reglas del juego», expone.
La jefa de los Servicios Médicos de la RFEF también considera «de capital importancia» proteger a los menores de esta amenaza: «Hay que concienciar a los entrenadores de estas categorías, según las últimas publicaciones científicas, para minimizar la práctica de esta técnica en los más pequeños y también proteger a los más jóvenes». Y cree que una de las vías más importantes para protegerlos es «fortalecer la musculatura del cuello de los más jóvenes y las mujeres (en ambos casos, las conmociones son más graves)».
Juan Mari Zorriqueta | Presidente exjugadores
Juan Mari Zorriqueta fue un esbelto defensa que llegó a jugar en el Athletic de los años sesenta. Ahora está a unos meses de cumplir los 80, pero se niega a convertirse en una persona pasiva y es, desde hace tiempo, el presidente de la Federación Española de Asociaciones de Futbolistas Veteranos. Su cabeza mantiene toda su lucidez, aunque es consciente de que hay muchos compañeros que no tienen esa suerte. Por eso se ofrece para poner al servicio de la RFEF, «o de quien me lo pida», una encuesta que prevé hacer en los próximos meses para conocer cómo están los más de ocho mil exfutbolistas que controlan las diferentes asociaciones.
Como la del Valencia, donde su presidente, Fernando Giner, uno de los más activos, acude periódicamente a los centros de mayores con varios exjugadores para propiciar un 'milagro', que los desmemoriados comiencen a rescatar recuerdos gracias al enorme calado del fútbol. «Es increíble cómo se activa la memoria gracias al fútbol a través de estos talleres, a los que acudo con gente como Guillot, Carboni, Arias, Tendillo... Esas personas mayores, que generalmente no se relacionan con sus compañeros de centro, recuerdan cosas gracias al fútbol e interactúan con los demás», explica Giner, quien está muy interesado en este nuevo estudio que relaciona su deporte con la demencia: «La verdad es que me preocupa mucho. Estaría bien un avance en ese sentido para poder ayudar a los compañeros que lo sufren».
Zorriqueta recuerda que, en cierta ocasión, tantearon a algunos compañeros para ver cuántos podían tener un problema de demencia y la respuesta fue «muy corta». Por eso, en vista de que ha crecido el conocimiento sobre este temor que se esconde tras la retirada del fútbol, «vamos a hacer una encuesta más exhaustiva para tener datos más reales y poder ayudarles; estamos muy interesados por la salud de los nuestros».
El exjugador del Athletic explica que hace unos años viajó a Escocia para ver cómo era un proyecto que relacionaba el fútbol con las enfermedades neurodegenerativas. «Es cierto que los jugadores no hacemos un tratamiento muy específico de cabeza –admite–, y eso puede repercutir en el cerebro». La hija de Jeff Astle, más tenaz en esta vía, creó una fundación con el nombre de su padre en 2015. Su idea es que no se desvíe la atención y, poco a poco, van recordando los casos de algunos exjugadores, como Chris Turner, Henrie Ritchie o Frank Kopel. Y siempre el de Jeff Astle. 'The King'.
Jeff Astle (1942-2002) fue un delantero del West Bromwich Albion a quien su afición le puso el sobrenombre de 'The King' (el Rey). Murió a los 59 años con demencia y fue el primer exjugador del Reino Unido al que se asoció su enfermedad con el fútbol. Su hija, Dawn Astle, creó una fundación para que se siga investigando la influencia de tanto cabezazo.
Waldo es el máximo goleador de la historia del Valencia. El 25 de febrero murió, con 84 años, después de padecer la enfermedad de alzhéimer. Su hija Virginia escucha los preceptos de esta nueva investigación con escepticismo. «Ahora los balones son mucho más livianos y no creo que influya tanto, pero antes, con todas las costuras, cuando se mojaban pesaban tres kilos... Aún así, todo lo que sea investigar por la salud de los deportistas es bienvenido».
Análisis en profundidad. La federación inglesa y la asociación de futbolistas profesionales encargó en 2017 un estudio independiente sobre la incidencia de la enfermedad neurocognitiva degenerativa en exfutbolistas profesionales. Este es uno de los estudios más completos jamás encargados en el ámbito mundial sobre la salud a largo plazo de los jugadores. Los encargados de realizarlo fueron la Universidad de Glasgow y la Clínica Deportiva Hampden. El director del proyecto fue William Stewart.
7.676 exjugadores de fútbol escoceses nacidos entre 1900 y 1976 fueron analizados a través de los registros del Servicio Nacional de Salud. Resultó que 1.180 habían muerto y dos tercios de ellos nacieron entre los años 1926 y 1951.
11% de esos 1.180 desaparecidos fallecieron después de haber sufrido algún tipo de demencia, un porcentaje que contrasta con el 3% de los registros correspondientes a 23.028 hombres con profesiones alejadas del césped.
3,5 más posibilidades de morir por culpa de una demencia fue la conclusión del estudio llevado a cabo en Glasgow. La patología más prevalente –unas cinco veces más que una persona corriente– fue el alzhéimer, aunque se detectaron otras.
Cuerpos más saludables. Igual que se constató que la demencia es más frecuente en un exjugador de fútbol, también se comprobó que estos, si sorteaban esa enfermedad, vivían tres o cuatro años más que el resto y eran menos proclives a sufrir dolencias del corazón o algún tipo de cáncer.
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