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A nadie medianamente observador se le escapa la presencia indiscriminada, en las orillas de las carreteras, de multitud de córvidos, sobre todo de picarazas, grajillas ... y cornejas. El motivo es claro: hacerse con los cadáveres de los animales que mueren atropellados y con los restos de comida que caen de los vehículos. Gracias a este particular sistema de aprovisionamiento, a estas aves nos les falta nunca alimento, y proliferan sin control. Otro tanto sucede con los zorros, culebras, lagartos y un sinfín de animales que están esquilmando muchísimas aves con valor cinegético. Es casi un milagro que existan perdices. De continuar en esta línea a buen seguro que, en pocos años, habrá que salir al campo a cazar exclusivamente estos animales o bien empezar a pensar en recuperar la figura de los antiguos alimañeros.

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elcorreo Pequeñas pero muy dañinas