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Hay que echarle mucha imaginación para ver en Peppa Pig un símbolo revolucionario. No es más que una cerdita británica dibujada con trazos sencillos y ... condenada a aparecer siempre de perfil, que cuenta su día a día en el seno de una familia porcina tradicional -heterosexual y con falda para distinguir a las hembras- que vive bien avenida y disfruta de diferentes aventuras en el campo. Sin embargo, en China se ha convertido en un inesperado icono antisistema ligado a los 'shehuiren', como se conoce en el gigante asiático a gánsteres y malhechores varios.
Miembros del hampa han comenzado a adoptar tatuajes -aunque la mayoría ha optado por las calcomanías- de la popular cerdita de animación en una espontánea muestra contracultural que no ha hecho mucha gracia a las autoridades, siempre faltas de humor. Así que, en una decisión que ha tenido enorme eco en todo el mundo, han ordenado a los censores que retiren a Peppa de la red social Douyin, que suma ya 66 millones de usuarios adictos a compartir video-selfis de 15 segundos con filtros tan divertidos como los de la aparentemente inofensiva cerda británica.
Más de 30.000 de estos clips han sido eliminados, y la búsqueda de 'Peppa Pig' no produce ya ningún resultado. Así, el personaje está en el mismo nivel que la pornografía o el contenido extremadamente violento, algo que ha dejado a muchos internautas preguntándose qué le ha hecho esta cerda al Partido Comunista. «Peppa no solo tiene muchos seguidores entre los niños, también hay adultos. Algunos han publicado dibujos, tatuajes y escenas editadas en las que se convierte a este personaje en un gánster», respondió ayer el diario oficial 'China Daily'.
«Hay elementos en este fenómeno que no conducen al sano desarrollo de la industria cultural, razón por la que debemos ser cautos. No se puede permitir que Peppa Pig destruya la infancia de los niños y cruce la línea roja que marcan las reglas», añadió, más contundente, el ultranacionalista 'Diario del Pueblo'. Es, concuerdan muchos analistas, un ejemplo de censura preventiva: es mejor cortar de raíz algo que se puede convertir en un problema antes de que lo sea. Las plataformas de vídeo y las redes sociales chinas, temerosas de que el Gobierno arremeta contra ellas, prefieren prevenir que curar.
Weibo Pionera de las redes sociales chinas, similar a Twitter, elimina palabras clave prohibidas y muestra este mensaje cuando se buscan: «Debido a la normativa en vigor, no se pueden mostrar los resultados».
WeChat El equivalente a Whatsapp y Facebook va más allá y elimina incluso imágenes que los censores consideran peligrosas. Aunque el emisor crea que su mensaje se ha enviado, nunca llega al receptor.
Douyin Creada en septiembre del año pasado, esta red de vídeos cortos que funciona de forma similar a Snapchat se ha convertido en el último campo de batalla entre censores e internautas.
No obstante, los capítulos oficiales de esta serie de dibujos animados, que suman ya más de 45 millones de reproducciones, sí que se pueden seguir viendo en las plataformas chinas de 'streaming', similares a YouTube. Y parece que continúan en pie los proyectos para construir dos parques temáticos dedicados a Peppa en Shanghái y Pekín. Además, las calcomanías con su figura se han hecho tan populares que muchas tiendas online de plataformas como Taobao las ofrecen gratis. «Ahora mismo funcionan mejor como aliciente que un descuento, así que hemos comprado varios miles y las ofrecemos gratis a quienes adquieran productos por más de 200 yuanes (25 euros)», cuenta a este periódico un vendedor de carcasas para teléfonos móviles.
Todo apunta a que se trata de un fenómeno pasajero, pero no es la primera vez que China tiene problemas con un dibujo animado. Sucedió anteriormente con Winnie the Pooh, el oso amoroso que se ha convertido en el irreverente doble del presidente chino, Xi Jinping. Los internautas de la segunda potencia mundial, siempre ojo avizor, descubrieron grandes analogías entre fotografías del mandatario y fotogramas de este dibujo animado. Dos de las más acertadas incluían al expresidente americano Barack Obama, retratado caminando junto a Xi, y al actual primer ministro japonés, Shinzo Abe, cuando estrechaba la mano del presidente chino.
Desde entonces, decidieron utilizarlo para ironizar sobre la figura del hombre que más poder acapara en China desde Mao Zedong, y los censores tuvieron que hacer horas extra. De hecho, poco a poco, los sistemas de detección utilizados por las redes sociales han ido evolucionando para reconocer y eliminar directamente imágenes consideradas ilegales, y algoritmos de inteligencia artificial juegan ahora al gato y al ratón con los usuarios, que no cejan en su búsqueda de una fórmula para hacer oír su descontento con el régimen o con el sistema social chino.
El año pasado, el Gobierno consideró que lo más adecuado era borrar por completo a Winnie the Pooh del ciberespacio chino, pero reaparece ocasionalmente con motivo de importantes citas a las que acude Xi. Los internautas, por ejemplo, jugaron con su figura -volteando fotografías para dar esquinazo a la censura- cuando el presidente logró que la Asamblea Nacional Popular extendiese su mandato de forma indefinida. Era su forma de llamarlo dictador, un gesto de rebeldía que en China puede costar excepcionalmente caro. En cualquier caso, los chinos ya han diseñado su propio cerdo, Xiaozhu Doudou, para no depender de Peppa.
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