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De alto ejecutivo a escultor mediterráneo que practica apnea en Mazarrón. A sus 45 años, Pepe Monserrate no es el monje que vendió su Ferrari pero ha inventado 'Elevate' (léase 'éleveit'), un método de transformación personal que promete fijarse en nuestro cerebro con la contumacia ... de la pegadiza cancioncilla de 'Movierecord', la antigua empresa de su padre.
–¿Qué tiene de revolucionario su invento?
–Que es una herramienta de transformación personal para utilizar todos los días, por la mañana y por la noche, como un cepillo de dientes, y que nos invita a parar en este mundo de locos y a definir qué queremos en la vida.
–¿Y si uno no sabe lo que quiere?
–El primer día igual no lo sabes, pero en cuanto empiezas a profundizar, a cavar con la pala, llegas al corazón y encuentras cosas muy sorprendentes. Al final tendrás una fila de objetivos más larga que la lista de la compra. Pero esto es un proceso. Lo primero es tomar control sobre tu atención y para eso hay que acallar nuestra mente. El objetivo: estar alineado con lo que quieres de verdad.
–¿Qué pasa cuando las circunstancias son adversas?
–Tú puedes estar en un campo de concentración, como Viktor Frankl, pero el reducto final de un ser humano es la capacidad de elegir lo que tiene en la cabeza. Puedes elegir tener odio, rencor... O lo contrario.
–'Elevate', en inglés, podría sonar a producto.
–No me importa, porque es lo que pretendo que sea: un objeto de utilización diaria. Lo he bautizado en inglés porque tiene vocación global. Creo que es importante lo que he encontrado y me gustaría que llegase al último rincón del planeta.
–¿Lo que ha encontrado no es lo mismo que vienen diciendo muchos libros de autoayuda?
–He sido un grandísimo lector de ese tipo de libros y siempre me ha pasado que, como a todos, al día siguiente de haberlos leído solo era capaz de recordar el 20%. Y a las tres semanas no queda nada.
–¿Son los libros de autoayuda la novelas de caballerías de este siglo?
–Al contrario, son unas herramientas fascinantes para construir nuestra personalidad día a día y eso es todo lo contrario del desvarío del Quijote. Mi momento eureka fue descubrir que la clave de cualquier proceso de transformación personal estaba en la herramienta, en recordar todos los días ese momentazo del 31 de diciembre, cuando te preguntas ¿pero qué quiero yo en realidad?
–Todo el mundo se hace buenos propósitos el 1 de enero, pero la experiencia nos demuestra que no suelen cumplirse.
–Pues yo digo: hazlo, que te sorprenderás. Solo el proceso de reflexión, de parar de verdad, de preguntarte... Emocionalmente es fuerte pero es muy iluminador, aporta mucho. Y luego las cosas llegan.
–Y esto lo dice el heredero de Movierecord. ¿No nos estará vendiendo la película?
–Ja, ja, ja... No soy el heredero. Mi padre era el dueño y yo trabajé en la empresa y luego participé en su proceso de venta. Pero me alegro que me diga esto porque Movierecord es una de las marcas con mayor 'top of mind' de España. Tú le preguntas a cualquiera por Movierecord y...
–Mooooovirecoooord...
–¿Lo ve? Todo el mundo te tararea automáticamente la cancioncilla. 'Elevate' va de recordar nuestros propósitos y nadie se olvida de Movierecord. Si consigo que a la gente se le quede en la cabeza 'Elevate' como Movierecord voy a ser el hombre más feliz de la historia, y el mundo estará lleno de gente alineada con lo que quiere.
–Creo que estudió en California.
–Hice Tercero de BUP en Novato, a 20 kilómetros de San Francisco. Fue una experiencia inolvidable. Aquella inmersión total en inglés fue uno de los mayores regalos que me han hecho mis padres, aparte de otros muchos. Luego estudié Empresariales, empecé Derecho y ya me lancé a la vorágine del trabajo: cine publicitario, primero en Londres y luego en Nueva York, monté una empresa de publicidad para internet... Hice un año de Arte Dramático, que era una espinita que tenía clavada. Trabajé en una multinacional alemana de director de Marketing...
–Hasta que acabó vendiendo su Ferrari.
–Je, je... Lo que pasó fue que llevando una pulserita en la muñeca de esas que te marcan cuántos pasos haces al día, de repente vi que era más probable cumplirlo que si simplemente te propones pasear más. Es meter el recuerdo muchas veces al día de eso que quieres lo que da el éxito. Lo llevé al plano profesional. Me propuse enviar cada día cinco emails a otras tantas galerías de arte con mi portfolio de obras, porque mi pasión es la escultura. Soy bastante cabezón. Luego eso mismo lo llevé al terreno de mi matrimonio.
–¿Y le envió a su mujer cinco mensajes de amor al día?
–No, no. Yo tenía tendencia a mirar las cosas buenas pero también las malas. En el momento en que te centras en las buenas empiezan a pasar muchas cosas. Por ejemplo, antes de lanzarme a hablar, empecé a preguntar qué tal te ha ido y dejaba que hablase ella. Porque yo era más de hablar y de contar mi película.
–¿Pero al final vendió el Ferrari o se lo ha comprado ahora gracias a 'Elevate'?
–Al contrario, he hecho sacrificios e inversiones. Pero estoy mucho más alineado, soy mucho más feliz y me llena lo mismo el arte que esta herramienta que estoy creando.
–Ha expuesto en el Grand Palais de París. ¿De verdad proponerse algo es conseguirlo?
–Yo lo que hago es dar pasitos hacia lo que quiero, no desanimarme, seguir... Y con el tiempo van pasando cosas. Pero por supuesto ha habido momentos duros. A mí me parece fascinante Richard Branson, por esa cosa épica de soñar a lo grande y no tirar la toalla. Le voy a mandar un ejemplar de 'Elevate' en cuanto tenga la edición en inglés.
–En sus agradecimientos en el libro incluye, al final, a Dios. ¿Es creyente?
–Sí, creo en Dios. Y pienso que siempre ayuda a aquellos que dan pasos hacia lo que quieren.
–Promete transformaciones neuronales en menos de un mes... ¿No exagera?
–Es científico. Hablamos de la neuroplasticidad. Yo solo lo he leído y lo transmito de gente experta. Y no cuento nada que no haya puesto yo en práctica. En cuanto empiezas a callar un poco la mente y empiezas a ser mucho más consciente de lo que piensas y eliges los resultados empiezan a verse. Si pones tu atención en lo terrible que te está yendo poco vas a cambiar, si la pones en lo que te gustaría alcanzar y actúas en consecuencia, te sorprendes, empiezan a cambiar cosas... A mí hay propósitos que me están costando la vida, por ejemplo, el dormir más. El cerebro es como como una bici de montaña. Siempre quiere ir por el camino ya marcado y le da igual si conduce a un desfiladero. Hay que dirigirlo para que vaya por el camino que tú quieres ir marcando. Y hacer que en el sendero anterior vaya creciendo la hierba.
-¿Usted tiene realmente la vida que quiere?
–Le aseguro que tengo una vida mucho mejor de lo que podía imaginar hace unos años.
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