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La serie de Netflix 'Adolescencia' ha puesto sobre la mesa un tema incómodo, el de la distancia educacional entre adultos y adolescentes, pero también otro, cómo ésta es aprovechada por otros fenómenos, a menudo oscuros, para conectar con nuestros jóvenes. Hay una escena reveladora en la que el policía a cargo de la investigación del asesinato en el que se basa la trama, Luke Bascombe, le pregunta a su hijo, que estudia en el mismo colegio que la víctima, Katie Leonard , y el agresor, Jamie Miller, si sabe algo de lo que ha ocurrido. «¿Sabes dónde está el cuchillo?», dice el inspector. Adam suspira. No, no sabe nada del arma. Porque en este caso, el arma es lo de menos.
Lo que el joven trata de explicar a su padre es que la clave de todo no está en encontrar o no el utensilio utilizado para matar a Katie, sino en los mensajes que ésta y Jamie se han intercambiado en Instagram en forma de emojis y que son indescifrables para el inspector y sus colegas. «Le está diciendo que es un 'incel'», dice el chico al inspector. Éste es el otro protagonista de la producción.
La palabra 'incel' es un acrónimo que procede de dos vocablos ingleses, 'involuntary celibates', que significa célibes involuntarios. Fue acuñada en la década de los 90 y se trata de hombres incapaces de tener pareja o vida sexual pese a que quieren. Gracias a internet, se han organizado en grupos que se comunican a través de foros en internet y grupos en aplicaciones de mensajería instantáneas. ¿Y qué se dicen? Abundan los mensajes de resentimiento, misoginia y de apología de la violencia contra las mujeres e, incluso, contra los hombres sexualmente activos. Son una siniestra subcultura cada vez con más presencia.
Más allá de comunicarse al estilo tradicional, los 'incels' tienen su propio vocabulario, formado por emojis y acrónimos donde nada es lo que parece. Al protagonista de 'Adolescencia' le mandan mensajes en Instagram con emojis que parecen inocentes, pero que no lo son. Ni un corazón es un corazón; ni una pastilla, una pastilla. Si uno no domina ese lenguaje le puede pasar como al inspector de la serie, que no entiende nada. ¿Y qué es eso tan opaco que aparecen en esos comentarios de Instagram?
El primer símbolo del que habla el hijo del inspector es la píldora roja. «Es un veo la verdad, una llamada de acción de la manosfera», explica el chico. Cuando alguien en una conversación de este entorno envía este emoji, se está reconociendo com parte del movimiento 'incel'. Está dispuesto para hablar y para hacer lo que sea necesario. En el caso de la serie funciona como insulto: al protagonista le dicen que lo es y que lo será siempre.
¿Por qué una píldora? Aunque en el contexto de la serie hablamos de adolescentes, es un concepto que deviene de los orígenes del propio movimiento, de la película 'Matrix', que se estrenó en 1999 y donde el protagonista puede tomar una píldora roja si quiere ver la verdad por inquietante que sea, o una azul si prefiere seguir en la ignorancia. En el contexto 'incel', todos los que se autodenominan como tal eligen la pastilla roja: aceptan el discurso de que el feminismo es el mal de la sociedad y el culpable de sus frustraciones. A partir de ese momento, se sienten listos para compartir todos los mensajes de odio que albergan en su interior.
Está al mismo nivel que la píldora roja. Y en este caso, es una invitación a ese despertar. La primera, la roja, la pondría un 'incel' para autoproclamarse como tal. La negra te la envía un ya miembro del movimiento invitándote a entrar en él, para que veas que estarás oprimido por el feminismo y es lo que te impide alcanzar una vida plena. En la realidad, tomar esa píldora negra es asumir la derrota y empezar el camino de la venganza.
Un cartucho de dinamita o un petardo aislado en una conversación no significa nada, pero si se acompaña de la píldora roja, lo cambia todo. Esto quiere decir que esa persona no solo es un 'incel', sino que ha explotado y que quiere pasar a la acción. A esa venganza con la que pretende calmar su frustración. Y ojo, porque no es un brindis al sol. Existe una violencia 'incel', que algunos denominan terrorismo, aunque el nombre provoca cierto escepticismo.
A falta de estadísticas oficiales, dice Gabriel Luis Isla Joulain, profesor y experto en este asunto, que «entre 2014 y 2019» seguidores de este fenómeno habrían «asesinado a un total de 27 personas y herido a otras 43 solo en Estados Unidos y Canadá». En muchos casos, se trata de sujetos que cometen atropellos masivos o que disparan a la multitud, y que para la opinión pública pasan como desequilibrados sin motivaciones políticas ni religiosas. Sin embargo, en las investigaciones posteriores, policías y jueces descubren sus argumentos misóginos.
Un ejemplo reciente es el del pistolero de Plymouth, en Inglaterra. En agosto de 2021, Jake Davison, de 22 años, mató a 5 personas (entre ellas su madre) e hirió a otras dos. Quince días antes, había publicado vídeos donde expresaba opiniones contra las mujeres y los homosexuales y confesaba sentirse enfurecido por su fracaso amoroso: no encontraba novia.
Para los que no conocen el movimiento ni la jerga 'incel', el emoji del 100 no tiene nada oscuro. Es más, puede que lo usen para mostrar su total acuerdo con algo mencionado antes o para decir que se encuentran a tope de energía. Pero no, al protagonista de 'Adolescencia' se lo pusieron como comentario en su Instagram para aludir al movimiento 'incel' y a su incapacidad para gustar a las chicas.
Hace referencia a «la regla del 80-20, un 80% de mujeres se sienten atraídas por un 20% de hombres. Muy pocos. Hay que engañarlas porque no pillas por la vía normal. Son imposibles para casi todos», explica el hijo del inspector. Este es el planteamiento que maneja este movimiento de la manosfera: sus miembros no gustan, pero no por su carácter o su falta de atractivo, sino porque a las mujeres solo les gusta un tipo de hombres. Responsabilizan así a las mujeres de sus propios fracasos y, por tanto, justifican que sean engañadas, forzadas, abusadas…
La regla del 80/20 de los 'incels' es una reinterpretación del economista Vilfredo Pareto. Este experto la creó para explicar cómo se repartía la riqueza por el mundo en el siglo XIX: el 80% de ella estaría en manos del 20% de la población. Todavía hoy sigue muy vigente en este aspecto.
El emoji de unas alubias es otro de los símbolos al que se hace referencia en la serie. Y funciona del mismo modo que la píldora roja. Es el que se usa para acusar al protagonista de ser un 'incel' en su cuenta de Instagram. En realidad, no tiene una traducción clara, pero sí hace referencia a estos círculos virtuales. Quien las pone o a quién se las ponen es identificado como un 'incel'.
Los 'incels' también utilizan sus propias denominaciones para determinados grupos. Así, los 'chad' son los llamados machos alfas, sexualmente activos. Son el ideal físico de la masculinidad hegemónica, pero también el enemigo de un 'incel'. Por contra, las Stacys (o Charos, en el entorno de habla hispana) son «mujeres bonitas que viven de su apariencia y son tontas», además de que son las que rechazan a los miembros de este movimiento.
Se trata de un acrónimo usado por los 'incels' para decir que todas las mujeres son así. Es la contraposición de 'nawalt' y reafirma la teoría del 80/20, de que ellas son las responsables de la situación de celibato en la que viven ellos y que no hay nada que hacer… salvo actuar.
Otro asunto sobre el que ha hecho incidencia la serie es el significado de los corazones que mandamos a través de redes sociales en función del color, aunque esto no se trata de una jerga exclusiva de los 'incels'. Un corazón rojo es símbolo de amor, pero ¿qué pasa con uno púrpura? Pese a ser símbolo feminista para muchas chicas, resulta que su significado es más sexual: viene a decir que quien lo manda está excitado o cachondo.
Por su parte, el amarillo indica que hay interés por una parte y pregunta si también la hay por la otra; el rosa, que hay interés, pero no sexual; y el naranja, que todo va a ir bien. Usados junto a todo lo que se ha comentado antes permiten descifrar mensajes que no tienen nada que ver con lo que aparentan. En el caso de la serie, sirven para aportar otra visión al caso en el que ni los buenos son tan buenos, ni los malos, tan malos.
«Me cuesta creer que un par de símbolos digan tantas cosas», le dice el inspector a su hijo durante la escena. Y reconoce que es incapaz de procesar toda la información que le ha transmitido. En unos minutos ha recibido una clase rápida de cómo defenderse en otro idioma, totalmente desconocido. Es lo que les ocurre a muchos espectadores y a muchos padres cuando hablan con sus hijos de internet y redes sociales.
¿Qué hacer entonces: pasar del asunto y dejarlo como algo propio de la chavalería? «Comprender el significado de estos mensajes puede ayudar a profesores y padres a iniciar una conversación» con chicos que están bajo la influencia de la manosfera y atajar el fenómeno, señala Robert Lawson, profesor asociado de Sociolingüística de la Universidad de Birmingham y autor de «Languages and Mediated Masculinities». Y también puede resultar útil para la policía como «sistema de alerta temprana para identificar a los hombres en riesgo de ejercer la violencia 'incel'», concluye.
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