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inés gallastegui
Sábado, 1 de febrero 2020
Dice la leyenda que los hezhen descienden de las sirenas. Seguramente sus trajes de piel de pescado contribuyeron a ese mito, pero hoy en día muy pocos miembros de esta tribu conocen la técnica ancestral de fabricar cuero con la fauna acuática que tradicionalmente tuvieron ... más a mano. Una de ellas es You Wenfeng, una mujer de 68 años que, cuando vio acercarse el último tramo de su vida y percibió que las nuevas generaciones no estaban interesadas en su saber milenario, decidió transmitírselo a sus vecinas Han, la etnia mayoritaria de la República Popular China. «Con ese patrón entrecruzado, es más fuerte que la mayoría de las pieles», dice la mujer, orgullosa de sus prendas, al equipo de Reuters que la ha visitado en la remota ciudad de Tongjiang, fronteriza con Rusia, en el extremo nororiental del país.
Los hezhen chinos pertenecen al mismo grupo étnico que los nanái rusos, que actualmente están distribuidos en el este del país, en las regiones costeras del Mar de Ojostk; todos descienden de nómadas tártaros. Pero hoy quedan poquísimos, unos 12.000 en Siberia y 6.000 en China, que a duras penas conservan su idioma nativo y la religión chamánica de sus antepasados.
Durante la ocupación japonesa de Manchuria en los años treinta y cuarenta, fueron confinados en campos de trabajo y prácticamente exterminados. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial apenas quedaban 300 hezhen en el lado chino de la frontera. Uno de ellos era la madre de You, que enseñó a su hija a hacer ropa con escamas y a entonar en su lengua ancestral las primitivas canciones que recogían las gestas de sus mayores, hábiles cazadores y pescadores, valientes guerreros.
Eran demasiado pocos, en todo caso, para mantener intactas sus costumbres. Las carpas, lucios y salmones que antiguamente se capturaban a bordo de canoas de abedul en el río del Dragón Negro -el Amur ruso- salen hoy del mercado de esta ciudad de 160.000 habitantes en la provincia de Heilongjiang. «Antes había pescado por todas partes -asegura-. Solo había que arrojar la lanza para pescar».
El hueso de tigre y el tendón de reno han sido sustituidos por agujas de bordar e hilo de algodón, pero el proceso de curtido, que dura cerca de un mes, es casi idéntico que antaño: una vez separada de la carne, la piel se deja secar y se pasa repetidas veces por una rudimentaria prensa de madera para suavizarla. Un atuendo de dos piezas precisa medio centenar de pescados y coserlo lleva otras cuatro semanas. También fabrican unas suaves botas con el interior forrado de pelo.
Las discípulas de You, que cosen y cantan en el taller, se afanan por aprender a unir las pieles entre sí antes de marcar y cortar el patrón. Pero, una vez finalizada la laboriosa tarea, no es fácil vender estas vestimentas. En China la gente apenas usa ya estos elegantes y cálidos atavíos como ropa de diario. Solo se los ponen en ocasiones muy especiales. You Wenfeng sueña con encontrar alguna salida comercial que salve el legado de los hijos de las sirenas.
Frente a las dificultades de los últimos curtidores hezhen, hay dos lugares donde se está desarrollando una incipiente industria de la piel de pescado: el norte de Islandia y el Lago Victoria, en el Este de África.
La empresa Atlantic Leather, ubicada en el fiordo Saudárkrókur, ha resucitado una técnica tradicional para el tratamiento de pieles de pescado de desecho y su conversión en ropa, bolsos, cinturones, calzado y joyas. La compañía inició su actividad en 1994 y durante decenas de intentos solo obtuvo «sopa apestosa», admite a la BBC Steinunn Gunnsteindóttir. Hoy tiene 20 empleados y produce cada año 10 toneladas de cuero con la piel de 120.000 salmones, percas, bacalaos y peces lobo, explica Lederpiel, la publicación de la intersectorial en España. Cada metro cuadrado se vende a 12 dólares y es tan resistente, suave y flexible que la compañía provee a grandes marcas como Dior, Prada, Jimmy Choo, Salvatore Ferragamo, Puma, Nike o Adidas. La firma presume de ecológica: solo emplea pieles de animales pescados con otros propósitos, usa energía geotérmica, reutilizan el agua ocho veces y tiñe con tintes naturales.
Más modestos, en Victorian Foods producen unas 5 toneladas al año de cuero de las gigantescas percas del Nilo, que pueden alcanzar los dos metros de largo, y las venden por unos 5 dólares el metro cuadrado.
Por cierto, el olor a pescado desaparece en las primeras fases del curtido.
Tipos de piel Pese al interés de algunas grandes marcas, la curtición de piel de pescado es marginal comparada con la ovina, caprina o bovina. Sin embargo, este cuero es hasta nueve veces más fuerte, gracias a sus fibras entrecruzadas, y muy fino, entre 0,5 y 1 milímetro. Especies de agua salada (lubina, bacalao, raya o tiburón), dulce (carpa y lucio) o adaptadas a todos los hábitats acuáticos (salmón, tilapia y anguila) son las más empleadas, explica Lederpiel.
40 kilos de piel pueden obtenerse de una tonelada de pescado. Normalmente son desechos que se usan para fabricar piensos de animales, pero también pueden aprovecharse para fabricar cuero.
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