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TEODORO SAN JOSÉ
Domingo, 14 de enero 2018
«Hay tristeza. En todo el pueblo. Eso se siente por la calle, no hace falta hablar con nadie para notarlo», señalaba una vecina de Los Corrales al referirse a lo que se está viviendo en esta localidad cántabra a raíz del trágico accidente del viernes provocado por un kamikaze en la A-8 ... que se cobró la vida de tres vecinos del pueblo. David Duque Alario, de 26 años, y Ana Capellín, de 24 fueron las víctimas de Rafael Quevedo, de 48. Los tres eran vecinos del mismo pueblo. «Era una pareja más maja, unos críos con tanta vida por delante...», dice a punto de soltar de lágrimas. «¡Qué tragedia!».
Por las calles de Los Corrales se veía este sábado gente cabizbaja y muchas caras compungidas. Entre quienes los conocían –tanto a unos como a otro– gestos adustos, conversaciones en voz baja y pocas palabras. Muy pocos accedían a identificarse, «porque quien más y quien menos todos sabemos algo de los tres», decía la propietaria de una tienda rogando su anonimato «y la desgracia es para todos. Yo conozco a los padres de la chavala, y también a parte de la familia del otro conductor. Esto es duro y hay que vivirlo».
Sí habló la alcaldesa de Los Corrales de Buelna, Josefina González, y lo hizo para señalar «la pesadumbre por esta fatalidad» que vive su municipio. «El pueblo está consternado, hay un ambiente triste. Y en estos momentos no puedo decir más que nuestro propósito es acompañar a las familias en su dolor y ponernos a su disposición».
Josefina González hablaba de la «triste coincidencia» por el trágico balance, por las circunstancias y el hecho que los tres fueran vecinos de Los Corrales, pero no supo indicar si el municipio realizará algún tipo de acto para mostrar su pesar por los muertos en el accidente «porque primero habría que hablarlo en el Ayuntamiento y ahora lo que toca es el duelo».
Salvador Victorino, presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Los Corrales, también mostraba su pesar «como vecino y como colega de actividad del padre de una de las víctimas», en referencia al propietario de una conocida zapatería en el centro del pueblo, que ha perdido a su hija, Ana Capellín, en el accidente. «Un mazazo ¿Cómo va a estar la gente cuando falta alguno? Lo sucedido en Caviedes es un palo, un mazazo para todos y en especial para esta familia. Era una gente tan sana y tan buena y el padre es una persona con tanto arraigo y tan querido en el pueblo... Muy duro».
Si durante la madrugada la noticia se había ido corriendo por las redes sociales, a lo largo de la mañana acabó por extenderse definitivamente por todo Los Corrales cuando los periódicos y los informativos detallaban el suceso y ponían nombres y caras a los fallecidos. El día salió lluvioso y tristón, pero nada comparado con el dolor y la pena que desde el viernes por la noche están viviendo tres familias y su gente querida a las que la mala suerte les ha unido en una fatal coincidencia.
«Mira, a todo el que preguntes sobre la cría, sobre la joven pareja todos te van a decir lo mismo: que los dos son un cielo». Y habla en presente, como sin querer aceptar lo inevitable y huye del tiempo pasado, del ‘eran’ a la vez que se le humedecen los ojos y le tiembla la voz. Como muchos otros, la que habla no quiere dar su nombre «porque tampoco quiero hablar del otro conductor, ni decir nada más, pues todos nos conocemos y todos le conocen. Llevaba una vida desordenada», aunque le duele especialmente la pérdida de Ana, «una cría adorable, un tesoro. ¿Qué voy a decir yo?, ¿qué voy a sentir si mi hija y ella se han criado juntas en ese patio?», concluye a punto de sollozar.
A la puerta de otro establecimiento próximo varias personas hablan en un corrillo sobre el trágico accidente. Como el resto, como todos, sus comentarios sobre Ana son de admiración por su forma de ser (sobre su marido David Duque, se pronunciaban menos por ser de Camargo). «Una niña alegre, muy risueña, de una familia buenísima; al chaval (por David Duque) le conocíamos menos, era de Camargo, pero formaban los dos una pareja envidiable», comentaban esas dos personas quienes, como los anteriores, prefieren no dar sus nombres.
Sobre el tercer implicado, Rafael Quevedo, habla una de las intervinientes en la improvisada tertulia y relata que «Rafa no era mala persona, pero como estaba metido en esas cosas...», dice sin llegar a explicar más detalles sobre su vida. «A veces estaba descontrolado y no era él. Daba voces en casa de su madre, pero él con la gente no se metía».
Otro vecino señala sobre Rafael:«No era mal chaval, pero andaba metido en líos...», y concluye: «Todo esto te deja muy mal cuerpo y no te explicas esa terrible casualidad de que tres vecinos de aquí se hayan ido a matar en esas circunstancias tan lejos de Los Corrales».
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