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Hace un mes, Ilia Topuria se convirtió en campeón mundial de Artes Marciales Mixtas tras derrotar por KO a Alexander Volkanovski. Lo hizo gracias a una combinación de puñetazos que acabaron con la resistencia del australiano en el segundo asalto. Pese a que en España ... solo hay unas 800 licencias de este deporte frente a las más de 21.000 del boxeo, la atracción especialmente entre los jóvenes es muy superior. Combates cortos, riesgo siempre presente de KO, bravuconadas constantes de los luchadores, redes sociales…
Pese a que su auge es reciente, su origen se remonta a hace más de 2.500 años a la Grecia antigua. Allí lo llamaron pancracio, algo así como 'fuerza o poder total - 'pan' significa 'todo' y 'kratos', 'fuerza o poder'. Se trataba de una forma de combate que combinaba el boxeo y la lucha dando lugar a una disciplina todavía más violenta y descarnada que la actual. Tanto que algunos luchadores llegaron a morir. Según Heródoto, también la utilizaron los atenienses cuando combatieron cuerpo a cuerpo con los persas en la batalla de Micala. La leyenda situaba su origen bien en la lucha de Teseo contra el minotauro en su mitológico laberinto o en la pelea de Heracles (el Hércules de los romanos) contra el león de Nemea. Como este tenía una piel impenetrable a las armas, el forzudo héroe tuvo que estrangularlo con sus propias manos. Fue incluido en los Juegos Olímpicos en el año 648 a.C.
Estas fueron las principales características de los combates de pancracio:
A diferencia de la versión actual, donde entre otras muchas cosas no se puede golpear la parte trasera de la cabeza, dar cabezazos, patear o golpear la cabeza a un rival en el suelo, atacar en los genitales o tirar del pelo, en Grecia lo único que no se podía hacer es meter los dedos en los ojos ni morder -esto último sí estaba permitido en Esparta-. Pese a estas reglas tan exiguas, también se hacían trampas: se conserva una pintura realizada en una cerámica en la que se ve a un árbitro a punto de atizar con una especie de látigo a un contendiente que metía los dedos en uno de los ojos de su rival. También habían luchadores que mordían, razón por la que se les comparaba con sorna con leones. Todo lo demás era legítimo: puñetazos y patadas, agarres de todo tipo, lanzar despedido al contendiente, romperle los dedos -Sóstrato de Sición fue especialmente conocido por usar esta táctica- lanzar arena a los ojos…
Como ocurría también con el boxeo o la lucha y a diferencia de la actualidad, no existían las categorías de peso, con lo que podían darse enfrentamientos muy desiguales. Tampoco había asaltos. El combate se terminaba cuando uno de los contendientes levantaba el dedo índice o cuando, bajo ciertas condiciones, intervenía el árbitro. Lo que sí había era grupos de edad, diferenciándose entre adultos y jóvenes de entre 12 y 17 años. Estos pudieron participar en los Juegos Olímpicos en el año 200 a.C.
Otra diferencia es que los contendientes peleaban con las manos desnudas, sin ningún tipo de guante que amortiguara los golpes. Los boxeadores sí los llevaban. Se llamaban himantes y eran unas tiras de cuero con las que envolvían sus manos. Con el tiempo se hicieron más voluminosas y se extendieron hasta el antebrazo, donde llevaban también una especie de pulseras de lana que pudieron servir para secarse el sudor o amortiguar los golpes. En época romana se llegaron a añadir placas metálicas que hacían todavía más dañinos los impactos.
Los contendientes se situaban de pie, ligeramente inclinados hacia adelante, sobre una superficie de arena. Al combatir bajo el sol, jugaban con la orientación para evitar ser deslumbrados. Las dos modalidades básicas eran la lucha de pie y la lucha en el suelo. Algunas de las técnicas más utilizadas eran la patada al estómago, las zancadillas, las dislocaciones, los estrangulamientos y todo tipo de golpes en la cara.
Como queda dicho, no había asaltos y tampoco un tiempo límite establecido. Solo cuando se ponía el sol se detenía la pelea y se recurría a un desempate que recuerda en cierta forma a los campeonatos de sopapos que se han popularizado en los últimos años: los contendientes se situaban uno frente al otro y se alternaban dándose un puñetazo cada uno hasta que solo uno quedara en pie o alguno de ellos se rindiera. Uno de los desempates más conocidos lo protagonizaron Creugas, campeón de Epidamno, y Damóxeno de Siracusa en los Juegos Nemeos -una de las cuatro competiciones en las que se medían atletas de toda Grecia. Las otras eran los Juegos Istmícos, los Juegos Píticos y los propios Juegos Olímpicos- del 400 a. C. Tras varias horas de enfrentamiento, se puso el sol y la contienda tuvo que decidirse con esta peculiar forma de decidir el ganador. Tras empezar Creugas, se cuenta que Damóxeno golpeó a su rival por la caja torácia con la mano extendida y le sacó los intestinos. Los jueces declararon ilegal la acción al considerar que habían sido varios los golpes -uno por cada dedo- y declararon vencedor al fallecido.
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