«Pablo Ibar sigue con fuerzas para pelear»

Ya en mayo, el tribunal popular decidió que la pena acorde a los delitos cometidos por Pablo Ibar era la cadena perpetua, permitiendo que el preso dejara el corredor de la muerte donde pasó 16 años de su vida. Esa decisión insufló nuevas fuerzas a Ibar y a su familia, que desde entonces solo piensa en el día en el que puedan volver a los tribunales a defender su inocencia. Un camino que volverá a ser largo y tortuoso pero que el reo afronta en un nuevo penal en el que no debe estar encerrado las 24 horas del día y en el que las visitas de su esposa, Tanya, sus hijos Giorgio y Javier Andrés, y su padre, Cándido, son más frecuentes.

«Pablo está con fuerzas para seguir peleando y vamos a seguir en ese camino», explica Krakenberger. La defensa de Pablo Ibar presentó en junio ante el Tribunal de Apelaciones número cuatro del Distrito de Florida una notificación anunciando que van a apelar la sentencia y solicitar la repetición del juicio. Pero los procesos son lentos y todavía quedan unos cuantos meses por delante para poder presentar la apelación formulada.

El proceso es el siguiente. En estos momentos Ibar y su defensa se encuentra a la espera de recibir la transcripción del juicio, ya que buena parte de su apelación se basa «en las declaraciones del juez». El recurso se basará en esa presunta imparcialidad del juez Bailey que, posteriormente, fue amonestado por el Tribunal Supremo de Florida por malas prácticas en otro proceso judicial. «Creemos que llueve sobre mojado con este juez», apunta Krakenberger.

Las transcripciones, estima el portavoz de la asociación, podrían llegar hacia junio «ya que son cerca de 10.000 folios». Krakenberger calcula que formularán la apelación antes de fin de año, ya que el propio Pablo Ibar debe decidir si sigue o no con los mismos abogados. Ahí también arrancará una nueva campaña de captación de recursos, aunque la vía del 'crowdfunding' sigue abierta en la web de la asociación.

El tribunal pronunciará el resultado de la apelación en unos 3 o 4 años, por lo que en el mejor de los escenarios, Ibar podría volver a luchar por su inocencia frente a un juez en unos 5 o 6 años. «La experiencia nos dice que esos pueden ser los plazos», se lamenta Krakenberger.

Mientras, Ibar ha pasado recientemente sus primeras Navidades tras 16 años fuera del corredor de la muerte en la prisión Okechoobee de Florida, a hora y media del domicilio familiar, lo que posibilita que los desplazamientos de su esposa e hijos sean más sencillos. Eso sí, el penal es uno de los más masificados del Estado, lo que complica a veces cuadrar la disponibilidad para recibir visitas. Además, existen códigos estrictos y singulares. «Si abrazas al preso significa que es una despedida y te obligan a salir, por eso el contacto es mínimo», lamenta Krakenberger.