Es la primera entrevista que concede desde que en enero fue declarado culpable del triple asesinato cometido el 27 de junio de 1994 en Miramar (Florida). Las víctimas fueron Casimir Sucharski, propietario de un club nocturno de Miami, y las bailarinas Sharon Anderson y Marie ... Rogers. Pablo Ibar, que siempre ha negado su participación en este múltiple homicidio, se muestra meses después sereno, pero a la vez dolido ante un veredicto que considera injusto. «Yo no soy la persona que aparece en el vídeo», afirma en referencia a la prueba principal de la Fiscalía, que no es otra que las imágenes que fueron tomadas desde una cámara de seguridad instalada en el escenario de los hechos y que muestran el momento en el que una de las dos personas que asaltaron la casa de Sucharski dispara contra las víctimas. La acusación sostiene que el autor material de los asesinatos es Pablo y sustenta esta afirmación en el visionado de las imágenes en las que aparece un joven de rasgos físicos parecidos a los de Ibar.
Desde la penitenciaría de Okeechobee, en Florida, donde Pablo cumple la condena a cadena perpetua impuesta, el preso de origen guipuzcoano responde a la mayor parte de las preguntas que hace cuatro meses DV le trasladó y que familiares suyos le hicieron llegar durante una de las visitas. Ibar desvela en un texto manuscrito lo que sintió cuando escuchó la palabra «culpable». Recuerda que fueron momentos muy duros, más incluso que cuando fue sentenciado por primera vez. Pablo critica con dureza al juez Dennis Bailey, que dirigió el último proceso, al que acusa de favorecer a la Fiscalía. «Nunca debió ser nombrado juez para este caso. Su mujer fue la fiscal que tomó parte en una apelación sobre mí y perdió. Es evidente que existía un conflicto», afirma. Ibar, no obstante cree que en el proceso de apelación que a partir de ahora se abre podrá demostrar su inocencia. Lo hará, gracias al apoyo y la fuerza que le transmiten su esposa Tanya, sus dos hijos, su padre Cándido, sus hermanos y también los restantes miembros de la familia. «Ellos son mi alma», dice.
- ¿Qué tal se encuentra ya sin la amenaza de la pena de muerte sobre usted?
- Ahora estoy algo mejor, pero he pasado momentos duros. Mi estado de ánimo algunas veces ha estado muy bajo. Es que no puedo creer que todavía esté aquí, en prisión. Fue un golpe muy duro escuchar de nuevo la palabra «culpable». Me quedé en shock.
- Del corredor de la muerte en Rayford pasó usted a la prisión de Broward County y ahora está en la penitenciaria de Okeechobee Correctional Institution de Florida. ¿Cómo es la nueva cárcel?
- Mucho más peligrosa que las otras en las que he estado. Pero poco a poco estoy acostumbrándome. Al menos tenemos más libertad y no estoy encerrado las veinticuatro horas del día en una celda.
- Ha recibido ya las primeras visitas. ¿Qué tal ha sido ese reencuentro con su seres queridos?
- Por fin he podido abrazar de nuevo a mi familia. No había podido hacerlo en los tres años anteriores, desde que salí del corredor. Ni siquiera había podido darle un beso a mi esposa. Han sido años difíciles. Volver a estar con ellos ha sido emocionante.
- ¿Cómo son las visitas ahora?
- Por lo menos, podemos estar juntos. También puedo llamar por teléfono a determinadas personas, algo que no lo había hecho en los dieciséis años en los que estuve en el corredor de la muerte.
- Vayamos a lo que sucedió durante el juicio. ¿Cuál ha sido el momento más duro del último proceso que ha vivido?
- Cuando el jurado me declaró culpable. Escuchar esa palabra fue como si me hubieran dado una puñalada en mi corazón.
- ¿Cómo encajó aquella decisión?
- Estaba en shock. Era mi última oportunidad, no pensaba que el proceso fuera a terminar con ese veredicto. ¡Culpable! Fue un golpe muy duro que casi me rompe. Sentí como que perdía mi espíritu de luchar.
«Escuchar de nuevo 'culpable' fue muy duro, no creía que el destino me reservara este final»
- ¿El shock fue igual que el que sufrió cuando le declararon culpable la primera vez?
- No, esta vez ha sido más duro. Luchamos tanto para llegar a ese día... Como le he dicho, no esperaba ese resultado. No creía que el destino me tuviera reservado este final, que fuera a enviarme de nuevo a prisión.
- ¿En quién pensó en aquellos momentos?
- En mi mujer, en la familia. Estaba más preocupado por ellos que por mí. Era muy duro ver sus rostros y el dolor que tenían.
-Tal como se desarrolló el proceso, ¿pensó en algún momento que le podían declarar culpable?
- Claro que sabía que existía esa posibilidad. Pero siendo inocente, creía que el jurado iba a creerme. No sé cómo pudieron llegar a ese veredicto con las pruebas que había. Además, tenemos que recordar que un jurado ya quiso cambiar su veredicto, pero el juez Dennis Bailey no lo admitió.
- Ha mencionado al juez Bailey. ¿Como calificaría su actuación?
- No sabría por dónde empezar... Diría que ha estado ¡horriblemente mal! Nunca debió ser nombrado juez para este caso. Su mujer fue la fiscal que tomó parte en una apelación sobre mí y perdió. Es evidente que existía un conflicto. Pero además, es que el juez fue anteriormente fiscal y hace veinte años coincidió con Chuk Morton que ha sido el representante del ministerio fiscal que ha llevado el peso de la acusación en este último juicio contra mí.
- ¿Piensa, por lo tanto, que con sus actuaciones ha favorecido claramente a la parte acusadora?
- Al cien por cien. El juez hizo todo lo posible para perjudicarme y ayudar al fiscal.
- Pero el jurado le creyó a él. ¿Por qué cree que lo hizo?
- No lo sé. Tuvimos evidencias de que la Fiscalía y los detectives hicieron cosas propias de corruptos y manipularon evidencias. Pero el juez no permitió que mi defensa trasladara estos hechos y actuaciones a las sesiones del juicio para que el jurado no los pudiera valorar.
«No puedo imaginar el dolor de los familiares de las víctimas, pero yo no soy el del vídeo»
- Durante varios días usted vio en la sala de vistas a los familiares de las tres personas que fueron asesinadas en Miramar. ¿Qué mensaje les transmitiría?
-En primer lugar, he de decir que me siento horriblemente mal por ellos, por los seres queridos que perdieron. Nadie debe pasar por algo tan horrible. Rezo todos los días por ellos. Pero mis familiares también son víctimas, porque yo no soy la persona que aparece en el vídeo. Ellos y la Fiscalía están equivocados. No puedo imaginar el dolor que tienen en su corazón. Pero el odio que me imagino tienen hacia mi persona no es justo. Yo no soy ese tipo que aparece en las imágenes.
«No confío en este sistema judicial. Son unos corruptos. Pero voy a seguir luchando»
-¿Y ahora qué? ¿Confía en que los tribunales todavía le den la razón?
- Ya no confío en este sistema judicial. Son unos corruptos. No me dieron un juicio con las garantías que merezco tener. Y ahora debo ganar otro juicio nuevo en el que quedarán al descubierto los errores que en este último proceso han cometido conmigo. Pero lo que sí puedo asegurar es que voy a seguir luchando y nunca dejaré de esforzarme en demostrar mi inocencia.
- ¿Cree que todavía podrá demostrar que no es el autor de aquel triple asesinato?
- Es que no soy el autor. Tengo que creer que la verdad terminará imponiéndose. Las cosas cambian. Hace solo unos días se ha conocido que en otro estado han rechazado las pruebas de ADN aportadas por unos expertos que la Fiscalía utilizó en otro caso por su escasa fiabilidad.
- ¿Cuáles van a ser sus argumentos de cara al nuevo proceso?
- Con todo el respeto, no puedo adelantárselo porque, de alguna manera, estaría desvelando a la Fiscalía algunas de las claves de los argumentos que utilizaremos.
- ¿Cuánto tiempo estima que pasará hasta que pueda celebrarse un nuevo juicio?
- No lo sé. Posiblemente serán dos o tres años. Puede que sea menos tiempo, no lo sé.
- ¿Está mentalmente preparado para afrontar esta larga espera y un nuevo juicio?
- Al cien por cien. Es más, me gustaría que empezara hoy mismo.
- En el caso de que los tribunales no le den la razón, ¿está preparado para pasar el resto de su vida en prisión?
- No, nunca estaré preparado para vivir aquí dentro hasta que me muera por algo que no cometí. Eso no pasa por mi cabeza.
- ¿Cómo se imagina esos años?
- Es que no los imagino.
- ¿Existe alguna posibilidad de que le conmuten la pena?
- Todo es posible, pero prefiero limpiar mi nombre y salir de prisión como un hombre inocente.
- El resultado del último juicio habrá sido muy duro para usted y su familia.
- Fue algo que no esperábamos. Todos pensábamos que iba a ganar y confiábamos en que el veredicto fuese de inocente. No fue así y por ello el golpe fue fortísimo.
- ¿Cómo ve a su familia tras el último proceso?
- Son increíbles. Son ellos lo que me dan la fuerza para seguir adelante. Me siento muy afortunado de tenerlos a mi lado. Son mi alma.
- Sus hijos empiezan a ser mayores. ¿Qué les cuenta de su situación?
- Prefiero no revelar las conversaciones que tengo con mis hijos. Lo siento.
- ¿Y ellos qué le dicen?
- Perdone, pero le reitero que prefiero mantenerlos al margen de todo esto.
- De todas formas, imagino que será muy duro ver cómo los niños crecen lejos de usted.
- ¿Usted que cree? Ellos son mi corazón.
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