La odisea de 26 vascos en Perú por el coronavirus: «No podemos salir del país. Es desesperante»

En las ruinas incas arrancó una carrera contra el reloj cargada de dificultades y cuyo final no está claro para estos 26 vascos (23 vizcaínos, de Bilbao, Durango, Abadiño, Erandio, Getxo... y tres guipuzcoanos) que partieron el domingo 8 desde Bilbao.

La primera decisión fue regresar al hotel Sima de Cuzco a recoger sus pertenencias. La advertencia del Gobierno peruano a los extranjeros era que quien no dejara su país antes de la hora marcada quedará confinado hasta el 1 de abril. Los gastos corren por cuenta de los turistas. «Preguntamos en el hotel y nos dijeron que todos cierran por el coronavirus, que allí nos nos podíamos quedar», explica García.

No hay vuelta atrás. Buscan conexiones. Encuentran una con cuatro escalas. Cuzco-La Paz-Santa Cruz-Río de Janeiro-Madrid-Bilbao. Cincuenta agotadoras horas, pero con final feliz. Sin embargo, el socio de Erandio Bidaiak se pone en contacto con la compañía Amazonas y recibe un golpe demoledor. «Me dicen que ese día (domingo) era el último que volaban, que desde el lunes, cuando podíamos ir nosotros, ya no hay conexiones».

¿Solución? Alquilar un autobús y salir del país por el departamento de Puno, situado al sureste del país y con frontera con Bolivia. «Son 500 kilómetros hasta el límite entre los dos estados, pero es una carretera de montaña y en muchos tramos de pistas. Tardaremos alrededor de catorce horas. Esperamos llegar antes de medianoche para cruzar la frontera. Desde allí tenemos unos 150 kilómetros hasta La Paz. Esperamos poder coger un vuelo allí para dirigirnos hacia España», se esperanza García poco antes de las diez de la mañana, cuatro de la tarde de este lunes en España.

Media hora después llega otro mazazo. «Acabábamos de salir del aeropuerto cuando han llamado por teléfono a nuestro chófer y le han dicho que se dé la vuelta. Los bolivianos han visto que entra mucho europeo por la frontera terrestre y la cierran a las seis de la tarde. No llegamos».

Regresan al aeropuerto, pero las cosas han cambiado. «El Ejército impide acceder al interior». ¿Qué hacer? Regresan al hotel. García logra que les readmitan. «Al menos tenemos techo para pasar este confinamiento», se alegra el organizador del viaje antes de meterse a echar una pequeña cabezada. «Llevo 48 horas sin pegar ojo». Sus compañeros de viaje salieron a la calle y lograron mascarillas y guantes.

El Gobierno vasco ha contactado con él a través de Rafael Kutz, delegado en Chile, Perú y Colombia. ¿Qué será de ellos? «No lo sabemos. Nos quedamos aquí a la espera de encontrar o que nos den una solución. Puede ser mañana, pasado o dentro de quince días».