
Es uno de los bodegueros españoles con mayor proyección internacional. Está presente en zonas vitivinícolas tan prestigiosas como Rioja, Priorat o El Bierzo. Y preside ' ... Paisajes y Viñedos de España' y también el grupo operativo creado en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja para la protección del viñedo y el paisaje. En un reciente foro organizado por el Grupo Vocento y patrocinado por el Consejo Regulador, Álvaro Palacios ofrecía sus consideraciones sobre las respuestas que el mundo del vino tiene que dar a la sostenibilidad.
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– ¿Qué retos tiene por delante el sector?
– Tiene que hacer todo lo posible para que se produzcan vinos con emisiones cero o el mínimo de emisiones. La Comunidad Europea y el Gobierno deben dar ayudas de verdad para poder instalar placas solares en los edificios de las bodegas y hacer una transición rápida y no precaria como hasta ahora. Las administraciones han de implicarse de verdad en esta inercia tan deseada de la energía verde y sostenible.
– ¿También se puede hacer algo empezando por el viñedo?
– Otro reto clave es adaptar la agricultura a modelos más sostenibles, que en realidad son los tradicionales, en ecológico, en contra de la agricultura intensiva actual. Hay que ir a una viticultura bebiendo quizás de la sabiduría del pasado, de apostar por todas las variedades autóctonas en su entorno natural histórico y volver a la formación tradicional en vaso que en comparación con espaldera solo necesita una cuarta parte del agua.
– Usted plantea que la sostenibilidad al 100% es imposible, pero también reconocerá que cada vez son más necesarias las fuentes de energía renovables. ¿Cómo se puede minimizar su impacto negativo para hacerlas compatibles con la agricultura?
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– Nos encontramos con esa gran paradoja. Ojalá esos planes eólicos y fotovoltaicos en los que se supone que todo el mundo cree se pudieran implantar de forma más racional. Quizá de una forma localizada y con proyectos de autoconsumo podría controlarse esta invasión paisajística. Pero no hay nada en la sostenibilidad que no tenga lados negativos. Yo no soy un experto, aunque llevo muchos años involucrado y siguiendo muy de cerca esta segunda invasión tras la de los años 2005 y 2006, que finalmente acabó deteniéndose con la moratoria desde Europa cerrando el grifo a las subvenciones. Ahora lo que podrían hacer, por ejemplo, es dar ayudas para mejorar los edificios y darles mayor sostenibilidad, y repensar el modelo de lo que se está haciendo. Porque no somos conscientes de la energía que se malgasta.
– ¿Y quién tiene la culpa?
– Estos proyectos salen de una idea subvencionada desde un despacho de la Unión Europea y de ellos se aprovechan el sector energético, promotores y políticos sin meditar en la repercusión que tiene en sectores tan enriquecedores como el vitivinícola. El problema es la masificación irracional de proyectos. Nos están manejando con un entramado de negocio que choca con nuestros intereses. ¿Por qué no se prioriza el autoconsumo localizado en vez de generar energía renovable en nuestra tierra y luego exportarla?
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– Con lo que todos podemos contribuir a buscar soluciones...
– Sí es cierto que la sociedad en general, empresas, ciudadanos... no hemos empezado a instalar placas en nuestras casas y negocios hasta que no ha subido el precio de la luz debido a la actual crisis internacional. Sin embargo, estamos destruyendo un patrimonio que en el caso de La Rioja es el ejemplo y el arquetipo del mundo rural con más progreso y futuro, una de las pocas zonas rurales que podrían prevalecer ante la desoladora tragedia de la España vaciada.
– Usted que conoce otras regiones agrícolas y vitivinícolas como Burdeos o Borgoña, ¿qué se encuentra allí y qué echa de menos cuando regresa a España?
– Yo tengo a mi hija estudiando y trabajando en Borgoña hace tres años, pertenezco a la Academia Internacional del Vino y estoy en contacto continuo con estas y otras zonas de gran importancia vitivinícola. En ninguna pasa lo que sucede en España. Lo que ocurre aquí es un desvarío que no tiene parangón; se aprovechan de nuestra ignorancia y nadie se queja. Menos mal que alguien ha empezado a moverse...
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– El Consejo Regulador de la DOCa Rioja trata de ser pionero en la defensa del paisaje y del viñedo. ¿Hay resultados?
– Bueno, más que pioneros estamos luchando para defendernos, ser consecuentes con la situación y proteger nuestro patrimonio vitivinícola. En La Rioja ya producimos más de lo que consumimos en energías renovables y se necesitan proyectos coherentes y no especulativos. Generamos un 50% más que nuestra demanda y un tercio se exporta fuera de nuestra región.
– ¿Esto no ocurre en Priorat o El Bierzo, donde también tiene viñedos y bodegas?
– No. En La Rioja todo se hace con un oscurantismo premeditado y los riojanos difícilmente sabemos lo que nos viene encima. Si actuamos así es porque o te pones de frente ante todo o te inundan de proyectos hasta lo inimaginable. En Priorat nos hemos defendido de esta invasión; en la sierra del Montsant había un proyecto, en 1998, para un megaparque eólico y hoy en día es un parque natural. Pero allí la gente se moviliza, se echa a la calle, es más consciente de proteger lo suyo y del valor que tiene. Si no nos movemos, el desproporcionado entramado de molinos de viento que todos podemos apreciar entre Tudela y Zaragoza se quedará pequeño con lo que puede venir.
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– ¿Y qué se puede reclamar a las administraciones?
– De entrada, a nuestro Gobierno le pedimos que la presidenta nos reciba, que quiera atender al Consejo Regulador, a su máximo responsable y a la comisión que trabaja para proteger el paisaje vitivinícola, y hablemos de este grave problema.
– ¿Su decisión de renunciar a una inversión importante, de 18 millones de euros, en su Alfaro natal por la proximidad de los molinos es firme o hay margen para dar marcha atrás?
– Hemos comprado una finca de unas 60 hectáreas en el paraje del Cascajo que ha costado cuatro años reunir para hacer la gran bodega de nuestros sueños, sacarla del casco urbano para poder crecer, hacerla completamente sostenible con el gran arquitecto Rafael Moneo y abrirla al enoturismo con paseos por las viñas de la Sierra de Yerga. Pero no solo van parques eólicos por todos los horizontes sino que además el Ayuntamiento ha dado luz verde a la construcción de una refinería metanizadora de aceites a 500 metros de esta finca. Este proyecto, si el Gobierno y el Ayuntamiento no rectifican, obviamente nunca se hará.
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