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Obligatorio enseñar la documentación y un justificante para cruzar la frontera

La muga de Irún vivió ayer un día histórico tras el cierre de los pasos fronterizos por la crisis del coronavirus

macarena tejada

Miércoles, 18 de marzo 2020, 08:04

Los vecinos de Gipuzkoa han regresado a los años 90. Si el estado de alarma decretado por el Gobierno central ya había trastocado el día a día de todo el territorio, el cierre de los pasos fronterizos ayer todavía lo hizo más. La muga de Irún vivió un día histórico con el cierre de fronteras terrestres, que entró en vigor el lunes a las doce de la noche. El puente de Santiago y el de Behobia amanecieron con dispositivos conjuntos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, que pedían tanto a los paseantes como a los vehículos la documentación y un justificante para poder cruzar la muga.

El paisaje repleto de agentes junto al río recordaba al de hace más de veinte años, cuando se realizaban este tipo de controles en garitas para poder pasar al otro lado. Pedían documentos para cualquier movimiento. Pese a que ayer por la mañana solo se controlaba la entrada a suelo español, a partir de la tarde la Gendarmería también empezó a hacerlo dirección Francia, tal y como anunció el presidente francés, Emmanuel Macron. Los férreos controles hacia ambos sentidos crearon pequeñas retenciones a lo largo del día. Se registraron retenciones de hasta 4 kilómetros en Irun sentido Baiona.

La estampa de la muga nada tenía que ver con la habitual ayer. A lo largo de la mañana se formaron largas colas para poder atravesar el puente de Santiago, el paso urbano más céntrico y transitado de la zona. Además de pedir el carné de identidad o la documentación correspondiente, la Policía comenzó a exigir un justificante que acreditara el motivo de su desplazamiento. Todos aquellos que no tuviesen una razón de fuerza mayor o un certificado expedido por la empresa en la que trabajan tuvieron que dar media vuelta.

Es el caso de Juan, que aunque vive en Hendaia desde hace treinta años, es nacido en Irun. Hasta 2018 era oficialmente guipuzcoano, pero hace unos meses se hizo residente francés. «Ahora no puedo ir a ver a mis amigos al otro lado. Me piden un justificante y no lo tengo. Y eso que soy irundarra», se lamenta. Un agente le comentó ayer que «solo podía pasar a por medicamentos, al médico».

Fue precisamente lo que le ocurrió a otra vecina de Hendaia el primer día de cierre de fronteras. De camino al ambulatorio de Irun se encontró con el control de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Le pidieron la documentación pertinente, pero también el justificante que acreditara que se trasladaba por algo imprescindible. Iba al ambulatorio y, casualidad, había impreso el recordatorio de la cita. Con ese papel le dejaron pasar.

Sin los documentos necesarios era imposible moverse de un lado de la muga al otro durante estas próximas semanas. Ni los peatones ni los vehículos. Además de la cola que se formó en la calzada, la carretera albergó otra similar. Varios agentes se encargaban de parar a los coches. Muchos de ellos con matrícula francesa y ocupantes españoles. Eso sí, sin bajarse del coche.

Los policías, todos con guantes y, la mayoría, con mascarillas, se acercaban a la ventana para pedir los salvoconductos. Si todo estaba bien, el auto podía seguir hacia adelante sin problema. En caso contrario, debían girar ahí mismo y volver directos a Francia.

Ante esta situación y los férreos controles puestos en marcha por el Ejecutivo central, tanto la Guardia Civil y como la Policía Nacional recomendaba a los conductores que se desplazaban desde Hendaia hacia Gipuzkoa que llevaran siempre la documentación. Especialmente recordaban la necesidad de mostrar un certificado emitido por la empresa en la que trabajen. El texto debe argumentar la necesidad imperiosa de acudir al puesto de trabajo. En el caso de los autónomos se demanda un certificado de empadronamiento en Francia.

Transporte de mercancías

En este sentido, el cierre de fronteras no afecta ni a los trabajadores transfronterizos, tampoco al transporte de mercancías, que queda exceptuado de estas limitaciones y prohibiciones para asegurar la continuidad de la actividad económica y garantizar el adecuado abastecimiento de bienes y servicios básicos, como los relacionados con la alimentación o los sanitarios.

Uno de los colectivos más afectado por esta medida es el de los fumadores con nacionalidad francesa. Ir a por tabaco a la muga es uno de los principales motivos por los que los franceses cruzan a Behobia. Un cartón de rubio que al otro lado puede costar 120 euros en suelo guipuzcoano cuesta unos 50. Menos de la mitad.

Pedro suele pasar de Hendaia a Behobia una vez por semana para hacerse con varias cajetillas. Normalmente lo hace los lunes, pero esta semana estaba ocupado y lo dejó para el martes. Finalmente, ayer no pudo hacerlo. Los agentes le denegaron el paso al no tener nacionalidad española ni ninguna razón de peso -tampoco justificante-. «No estaba al tanto del cierre de fronteras. Es una faena lo que nos han hecho. Solo quiero acercarme al estanco y volver a casa, no tardo nada. Quince minutos. Pero la Policía no me deja...», se quejaba.

Unos minutos después una pareja intentaba hacer lo mismo. Viven justo al otro lado del puente de Behobia y por eso aprovechan la cercanía a este barrio para comprar el tabaco «más barato». Tampoco pudieron cruzar. El motivo no era justificable.

Sin la clientela francesa esta zona no sería igual. Los diferentes comercios ya han notado la crisis del coronavirus esta última semana y ahora, con el cierre de fronteras, se temen «lo peor». Ayer, en los pocos establecimientos que permanecían abiertos, atendían con guantes y mascarillas. Apenas había un par de personas por las tiendas. «Casi no hemos vendido nada», aseguraban.

La pandemia volvió a cerrar las fronteras ayer, aunque ya lo tuvieron que hacer también en agosto con motivo de la celebración de la cumbre internacional del G-7 en Biarritz. Nadie se hubiera imaginado este giro de acontecimientos cuando en el año 1993 desaparecieron las aduanas de Irún que regulaban el paso de viajeros y mercancías entre Francia y España. Tampoco hace dos semanas, cuando se registró el primera caso de coronavirus en Gipuzkoa, el de una joven vecina de Aretxabaleta.

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